lunes, 11 de marzo de 2013

La vida de Galileo (1939) Bertolt Brecht. Estrenada en Zúrich en 1943.


Muchas personas inteligentes como Hans Sahl no comprendieron jamás por qué Brecht siguió siempre anclado en la defensa de un comunismo cuyas terribles consecuencias ya eran en esa época conocidas por todos. En mi opinión tal actitud se debe a que Brecht era berlinés de adopción y había asumido como propio el rasgo característico de los berlineses: el de ser un bocazas. No me sorprendería si me dijeran que el hombre Brecht era más radical en privado que en sus obras; pero estoy convencida igualmente de que fue en el teatro donde Brecht formuló sus verdaderas convicciones y opiniones.

En “La vida de Galileo” Brecht trata el tema de la Verdad. Al contrario que a Platón, lo que le interesa al autor alemán no es saber cuántas clases de verdad existen, sino cómo debe enfrentarse el hombre a la verdad cuando ésta es perseguida y prohibida por el Poder vigente. La verdad que le interesa a Brecht no es la verdad metafísica, puesto que desde sus comienzos literarios ha afirmado que el mundo de la metafísica, en el dudoso caso de que exista, está demasiado lejos para que nuestra realidad sensible le afecte. Tampoco es la verdad política la que en este caso le preocupa. Ya en 1930 en su obra “Der Jasager” und “der Neinsager”  (“El que dice sí” y “El que dice no”) había escrito que en las cuestiones sociales no existe una verdad sino únicamente una consideración racional de las circunstancias en virtud de las cuales se toma una decisión u otra.

Así pues, la reflexión que Brecht traza acerca de la defensa de la Verdad ante el poder político que intenta anularla surge teniendo como estandarte la Verdad más racional y más exacta: la científica. Y lo hace, en mi opinión, para guardar lo más fielmente posible la objetividad.
 La cuestión principal es cómo debe actuar un hombre cuando él conoce la verdad –una verdad probada y comprobada- que sin embargo el poder político se niega a aceptar.

 Las citas están tomadas de “Leben des Galilei” Suhrkamp BasisBibliothek 1.Erste Auflage 1998. Las traducciones son mías.

Cuatro son los momentos de la Verdad que aparecen recogidos en “La vida de Galileo” y que dejan constancia de las enormes luchas internas que éste tema causó en el interior del escritor alemán.

1ª Primera postura de Brecht ante la verdad.

La verdad ha de hacerse pública cueste lo que cueste. La verdad es hija del tiempo y no de la autoridad, dirá en una frase tomada de Bacon.

S. 51) Galilei: Die Wahrheit ist das Kind der Zeit, nicht der Authorität

Hay que proclamar la Verdad a los cuatro vientos porque por sí misma no consigue darse a conocer. (S.80) Lo que se sabe hay que seguir diciéndolo (S.81) Quien no sabe la verdad es simplemente tonto, pero quien conociéndola la niega, ese es un criminal (S.83)

S.80) Der kleine Monch: Und Sie meinen nicht, daß die Wahrheit, wenn es Wahrheit ist, sich dursetzen, auch ohne uns?

Galilei: (...) Und das Schlimmste: was ich weiß, muß ich weitersagen. Wie ein Liebender, wie ein Betrunker, wie einVerräter. Es ist ganz und gar ein Laster un führt ins Unglück.

S.83) Galilei: (...) Wer die Wahrheit nicht weiß, der ist bloß ein Dummkopf. Aber wer sie weiß und sie eine Lüge nennt, der ist ein Verbrecher.

   Segunda postura de Brecht ante la verdad.

Más importante que proclamar la verdad es salvar la vida de uno mismo. (S.86)

La historia da un giro de 180 grados y Galileo parece convertirse de la noche a la mañana en un héroe negativo cuando declara que no está dispuesto a dejarse asar en la hoguera como si de un jamón se tratara.

86) Andrea: (…) Ganz Europa fragt nach ihrer Meinung. Ihr Ansehen ist so gewachsen, dass Sie nicht schweigen können.

Galilei: Rom hat mein Ansehen wachsen lassen, weil ich geschwiegen habe.

Federzoni: Aber jetzt können Sie sich Ihr Schweigen nicht mehr leisten.

Galilei: Ich kann es mir auch nicht leisten, dass man mich über mich einem Holzfeuer röster wie einen Schinken.

En el apéndice del libro, en la página142, aparece lo que Brecht escribió en los años 1934/1935. Brecht apunta las cinco dificultades que un autor ha de superar a la hora de escribir sobre la Verdad: Ha de tener la valentía para escribir la Verdad aunque sea presionado en contra por todas partes. Ha de disfrutar del ingenio para reconocerla aunque sea ocultada. Ha de dominar el arte de hacerla manejable para transformarla en un arma. Ha de poseer el juicio para elegir a aquéllos en cuyas manos será eficaz y finalmente tiene que  tener la astucia para propagarla entre éstos.

S.142.  Brecht schreibt über die Fünf Schwierigkeiten beim Schreiben der Wahrheit.

„Wer heute die Lüge und Unwissenheit bekämpfen und die Wahrheit schreiben will, hat zumindest fünf Schwierigkeiten zu überwinden. Er muß den Mut haben, die Wahrheit zu schreiben, obwohl sie allenthalben unterdrückt wird; die Klugheit, sie zu erkennen, obwohl sie allenthalben verhüllt wird; die Kunst, sie handhabbar zu machen als eine Waffe, das Urteil, jene anzuwählen, in deren Händen sie wirksam wird; die List, sie unter diesen zu verbreiten.“

Tantas dificultades resultan difíciles de vencer. Lo normal es que sea la mentira la que termina propagada. La verdad ha de ocultarse ya que pone en peligro la vida del que la posee. La idea de enmascarar (preservar) la Verdad para guardar la vida de uno mismo aparece igualmente en su obra de teatro: “El buen hombre de Sezuan” donde She-Te tiene que ocultarse bajo el rostro de Shui-Ta si quiere salvar su vida, su negocio e incluso a su hijo.

Aquí comienza el gran problema que la obra plantea: Esconder hasta el extremo de negar la verdad, ¿es una postura legítima o no? Por un lado, Galileo debería aceptar su trágico y heroico destino muriendo. Pero Galileo aparece retratado como un hombre al que el sufrimiento y la tortura aterrorizan. Un hombre de la buena mesa, del buen comer y del buen vivir. Un físico, sí, pero también un hombre. Solemos admirar a aquellos que mueren por sus ideas. Pero ¿es esto realmente sensato? ¿Necesita la verdad de víctimas para sobrevivir? Y si es así ¿cuántas han de caer para que puedan ser tomadas en consideración o tan siquiera vistas? En la pg. 116 Galileo clama: “¡Desdichado el país que tiene necesidad de héroes!”

115) Andrea: (schreit Galilei an: Winschlauch! Schneckenfresser! Hast du deine geliebte Haut gerettet?

116) Galilei: Unglücklich das Land, das Helden nötig hat.

Parece que de repente Galileo se ha transformado en un cobarde más preocupado por salvar su pellejo que por los ideales que con tanta fuerza ha proclamado al principio.

3ª Postura de Bertold Brecht ante la verdad.

- Necesidad de ocultar la verdad para alcanzar un fin, un ideal, superior. (S.124)

-Necesidad de preservar la vida para acometer una tarea de vital importancia. (S.125)

¿Merece la pena morir por una idea cuando se tiene la posibilidad de tener muchas más si se sigue vivo? ¿Para qué sirve la gloria de una muerte heroica si ya no se puede seguir haciendo heroicidades?  
Tolstoi en su obra “Kreuzersonata”, asegura que el fenómeno de la muerte sólo se comprende cuando el que vive no tiene ninguna visión, ninguna meta; porque si la vida sirve a una finalidad, la muerte no tiene sentido. Brecht parece tomar esta misma idea: la de que la vida vacía de contenido no sirve para nada y por tanto, puede ser sacrificada en cualquier momento. Galileo, en cambio, ha de salvaguardar la suya propia para poder seguir llevando a cabo sus investigaciones científicas.

Por tanto, la identificación de la conservación de la vida con “la resistencia pasiva” hacia la tiranía que Brecht acaba de trazar viene determinada por la existencia de un segundo momento: el de que la existencia del hombre sirva a un fin, a un propósito, la realización del cual hace necesaria la supervivencia.

Esta es la justificación con la que Brecht rehabilita a su maltrecho héroe. Galileo, como buen italiano esconde un as en la manga: los “Discursi”, que ha ocultado en su habitación, dentro de un Globo terráqueo. La emoción de su alumno Andrea no conoce límites. La obsesión de Galileo de proseguir con su trabajo científico es lo que le ha obligado a salvaguardar su vida a toda costa.  Así pues, ha servido de algo negar otros descubrimientos. “En el campo de la ética nos lleva Usted  siglos de adelanto”, exclama el alumno embargado de admiración por la astucia de su maestro.

124) Andrea: Sie versteckten die Wahrheit vor dem Feind. Auch auf dem Felde der Ethik waren Sie uns um Jahrhunderte voraus.

  postura de Brecht ante la verdad

En momentos de extremo peligro no se le puede reprochar a nadie ser un cobarde.

Galileo, fiel a la Verdad, confiesa a su alumno que si ha negado sus conclusiones científicas no es porque su vida tendiera a un fin tan importante que su consecución hiciera necesario el seguir vivo. Su rechazo hacia sus propias teorías ha sido causado pura y simplemente por el miedo a la tortura. Ninguna ética, ningún plan. Sólo miedo al dolor y al sufrimiento físico. Galileo retoma el punto segundo de nuestras consideraciones y admite que, en efecto, su actitud se debe al deseo de salvar su propia vida. Dicho comportamiento no puede, sin embargo, considerarse como reprobable. En las situaciones en la que nuestra propia existencia está en juego,  cobra prioridad salvar la vida, no como medio para alcanzar un objetivo que la trascienda sino por la vida misma. A lo largo de toda la obra de Brecht, aparece la vida como axioma primero, por delante de todos los otros principios y eso incluye la verdad.  Un hombre muerto, da igual los motivos, es simplemente un cadáver y como tal, huele mal. La vida en su desnudez es lo que único de lo que dispone el hombre para seguir siendo hombre. Por eso nadie le puede recriminar a Galileo su conducta. Lejos de ser un cobarde, es un hombre sensato.

124) Andrea: Mit dem Mann auf der Straße sagten wir: Er wird sterben, aber er wird nie widerrufen. Sie kamen zurück: Ich habe widerrufen, aber ich werde leben. Ihre Hände sind befleckt, sagten wir. Sie sagen: Besser befleckt als leer.

Galilei: Besser befleckt als leer. Klingt realistisch. Kling nach mir. Neue Wissenschaft, neue Ethik.

125) Galilei: Ich habe widerrufen, weil ich den körperlichen Schmerzfürchtete.

Andreas: So war es kein Plan?

Galilei: Es war keiner.

 

Comentario.

La defensa de  la Verdad se mueve por distintos estadios y distintos momentos. Sin embargo, Brecht no es un relativista. No es que la verdad sea relativa, sino que los momentos y los modos en que la verdad – aunque sea científicamente exacta-  ha de mostrarse (o es mostrada), son relativos. Relativos en función de qué, cabría preguntarse. En función de las circunstancias, respondería Brecht. El autor alemán no cuestiona en ningún momento la existencia de la verdad. Lo que para él supone un problema constante es su revelación y las consecuencias que de ella puedan derivarse. También en este tema, como en otros muchos, es Brecht un ilustrado. La verdad no siempre brilla por sí misma y no siempre puede ser desvelada. El enmascaramiento forma parte de la razón, no solo en el sentido de que la razón está oculta y hay que descubrirla sino en cuanto que la verdad no siempre puede ser expuesta al mundo sin ningún tipo de protección cuando es nuestra propia vida la que está en juego.

De este modo, la vida emerge en la obra de Brecht como el axioma fundamental. Su conservación representa el objetivo más importante a conseguir no para el logro de un ideal sino por la vida en sí misma. El deseo de mantenerse con vida está justificado porque el instinto de supervivencia pertenece a la naturaleza animal del hombre. Salvar la vida, sin más, que es lo que hace Galileo, no tiene nada de bajeza moral.
Obsérvese que Brecht está hablando de salvar simple y puramente la vida de uno mismo sin dar cabida a otro tipo de componentes como la traición a un amigo o la traición a un grupo. Se trata de una lucha entre la vida de uno mismo y los ideales de uno mismo. Es una disyuntiva dentro del mismo individuo, aislada de las otras existencias. No es algo que determine la acción del individuo dentro del grupo. El grupo como tal no existe. Más aún, el grupo, en el caso de otras obras de Brecht como el  “Buen hombre de Sezuan” o “Arturo Ui” es aquello contra lo que el individuo ha de luchar si quiere conservar su vida. El hombre está siempre solo; por tanto, la cuestión no es de si ha de morir por alguien o no, sino si está dispuesto a morir por sus ideas o no.

A juicio de Brecht, renunciar bajo coacción a las ideas de uno mismo no significa adhesión; significa impotencia. Esta idea de conservar la vida aun negándose a sí mismo tiene que ver con la idea que Brecht manifiesta en su obra “Historias de K.” Una de sus historias cuenta como el tirano  pregunta a un hombre si está dispuesto a servirle. El hombre no contesta pero empieza a atender las labores que de él se requieren. Cuando al cabo de unos años el tirano, debido a la poca actividad y al mucho comer, muere, el siervo contesta: “No”.

Desde la concepción de Brecht, la tiranía es sinónimo de muerte. Por definición, únicamente la Vida puede vencer a la Nada. El mantenimiento de la vida del individuo aparece pues como un  método más eficaz que la violencia para resistir al poder tiránico. Hay momentos en que la abierta oposición  no encierra sino terquedad y vanidad. No será el único. Si  Brecht lamenta en su “Galileo” el caso de Giordano, Stefan Zweig reprocha a Servet su necio empeño de ir a exponer sus ideas a Calvino y su negativa a retractarse. Por su parte, Remarque señalará en su obra “Die Funke Leben”, que lo único que consiguen muchos de los que se oponen violentamente a la tiranía es quebrar irremediablemente su espíritu.

Además de la defensa radical de la conservación de la vida y de la identificación de la tiranía con la muerte, Brecht muestra en esta obra –como en otras tantas- el rechazo a la justicia impartida por determinados tribunales que únicamente obedecen a intereses políticos. Si no se pueden exigir conductas heroicas cuando la muerte representa un peligro inminente, mucho menos aun si se trata de una muerte sin sentido, dictada por un tribunal únicamente legitimado por la ignorancia, la estupidez y la violencia.

Este fue precisamente el argumento que, según se dice, esgrimió Aristóteles cuando le preguntaron por qué había huido de Atenas: “No permitiré que la ciudad de Atenas cometa dos veces un crimen contra la Filosofía”  –fue su respuesta, en clara alusión a Sócrates. Siglos más tarde, Oscar Wilde preferiría quedarse en Inglaterra antes que huir a Francia, tal y como le habían aconsejado sus amigos. La elección de Wilde resultó desastrosa para él.
Lo que en última instancia muestran todos estos ejemplos es que el individuo como tal está indefenso ante la tiranía. La fuerza de que dispone no es suficiente para hacer frente al tirano.

¿Tal vez la unidad de muchos consiga la victoria? Tal vez. Hay que decir que la postura de Brecht a este respecto siempre fue un poco confusa. Es cierto que en sus obras políticas el grupo adquiere una relevancia mayor que el individuo, pero sólo porque el individuo, en consideración a la importancia de "la causa", lo acepta libremente. Renunciar a la vida se convierte en una decisión privada a la que  sólo se llega después de terribles conflictos internos.
Por lo que al hombre Brecht respecta, murió siendo considerado el símbolo de la Alemania comunista pero lo cierto es que desde su llegada allí, se dedicó  a adaptar obras de otros autores en lugar de escribirlas él mismo. ¿Quizás un nuevo Galileo?

Hasta la semana que viene.

Isabel Viñado Gascón.
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