miércoles, 9 de diciembre de 2015

Mono y Esencia (1948) Aldous Huxley. El problema de la deificación de Satán en la sociedad. Causas, consecuencias. Soluciones

Nota preliminar

El argumento es sumamente simple. Sin embargo esta novela, al igual que la mayoría de las que Huxley escribió, pertenece al género de la “novela de ideas” o lo que es lo mismo: la trama únicamente constituye un pretexto para que el autor pueda introducir sus consideraciones personales acerca de uno o varios temas. Ello obedece a dos razones: En primer lugar, la propia estructura de la novela permite una mayor agilidad y desorden en los planteamientos, a diferencia del rigor metodológico que requiere el ensayo. La segunda razón nace de los objetivos del propio Huxley que, en general, prefirió expresar sus ideas, en vez de dedicarse a la divulgación de teorías científicas desarrolladas a través de serias investigaciones.
En definitiva, Huxley, no pretende en absoluto abandonar los elegantes y amenos salones a los que por su clase social está habituado para ir a encerrarse en la fría estancia de un estudio, pero tampoco soporta concentrar su conversación en el análisis del tiempo climatológico y de las enfermedades, ya sean éstas físicas o emocionales, que la elegantes damas padecen. El salón de Huxley se asemeja más que a un salón social mundano, a uno de esos clubs de caballeros intelectuales ingleses que tras exponer sus consideraciones acerca del mundo y del más allá, sorben en una taza de fina porcelana el humeante té que les aguarda mientras a sus espaldas la destrucción y el caos arrambla con todo lo que encuentra a su paso.
Es por este motivo por lo que a la hora de explicar el argumento propiamente dicho, he introducido alguna de las reflexiones de Huxley e incluso alguna que otra nota personal mía que creo haber dejado suficientemente separada. Las traducciones que aparecen en el texto son mías.

El ejemplar que he manejado es “Ape and Essence” Vintage Books, London, 2005. ISBN:9780099477785. 

Otros libros que he tomado como referencia y apoyo:

-       - ”Satan´s Kinder” (“Los hijos de Satán”) (1897), de Przbyszewski.

-     - “Darwinismus und Sozialismus oder Der Kampf um das Dasein und die moderne Gesellschaft“ (“Darwinismo y Socialismo o La lucha por el ser y la sociedad moderna”) (1894) Ludwig Büchner.

-         - Prólogo del Libro de Job.


Argumento

El libro está dividido en dos partes.

La primera parte sirve de introducción a la historia y se llama Tallis.

En la segunda parte se desarrolla la historia central y está narrada en forma de guión cinematográfico.

Tallis

Gandi acaba de ser asesinado pero las preocupaciones de Bob Briggs, un guionista de cine,  se refieren únicamente a sí mismo. Bob es desgraciado en su matrimonio con Miriam. El amor de su vida es Elaine.  Sin embargo su esposa no sólo se niega a concederle el divorcio sino que además ha utilizado la ausencia de Bob para, en uso de sus poderes notariales, arrebatarle la propiedad del rancho, los dos coches, los cuatro apartamentos y transferir los ahorros de la cuenta de él a los de ella.
La cuestión fundamental que atormenta a Bob el día del asesinato de Gandi no es, pues, el asesinato de Gandi sino determinar si, pese a todo, se va o no con Elaine. En vista de sus problemas económicos, Bob ha pedido un aumento de sueldo pero su jefe, Lou Lublin, se lo ha denegado con la explicación de que en ese estudio ni siquiera Jesucristo podría conseguir un aumento.
Esta respuesta lleva a Huxley a imaginar cómo representarían esa escena los diferentes pintores: Rembrandt, Breughel, Piero. Las reflexiones acerca de Piero le conducen a pensar en Platón y en su República como forma ideal de gobierno. Lamentablemente, se dice Huxley, en el campo de la política el equivalente de un teorema es un ejército perfectamente disciplinado. Huxley denuncia que el marxista se llame a sí mismo científico y  se pegue codo a codo con el fascista.

“Mono y Esencia” Pg.5) In the field of politics the equivalent of a theorem is a perfectly disciplined army (…) The Marxist calls himself scientific, and to this claim the Fascist adds another: he is the poet –the scientific poet- of a new mythology. Both are justified in their pretensions; for each applies to human situations the procedures which have proved effective in the laboratory and the ivory tower. They simplify, they abstract, they eliminate all that, for their purposes, is irrelevant and ignore whatever they choose to regard as inessential; they impose a style, they consign to the waste-paper basket all that, to their mind, falls short of perfection. And because they thus act like good artists, sound thinkers and tried experimenters, the prisons are full, political heretics are worked to death as slaves, the rights and preferences of mere individuals are ignored, the Gandhis are murdered, and from morning till night a million school teachers and broadcasters proclaim the infallibility of the bosses who happen at the moment to be in power.

Bob ignora las consideraciones políticas de Huxley. En su opinión no hay, en principio, ninguna razón que impida que una película pudiera ser una obra de arte. El culpable de todo es el mercantilismo, asegura. Huxley le pregunta si cree que Gandi estaba interesado en arte. Bob le responde que no. Huxley se muestra conforme con la respuesta. Ni en arte ni en ciencia, añade, y eso justamente es por lo que nosotros le matamos. “¿Nosotros?”, le pregunta Bob confundido. “Sí. Nosotros.”, repite Huxley. “Los inteligentes, los activos, los que siempre miran hacia delante, los creyentes en el Orden y la Perfección. Gandi, por el contrario, era simplemente un reaccionario que creía sólo en la gente, en escuálidos individuos gobernándose a sí mismos pueblo por pueblo.”
No obstante Huxley reprocha a Gandi su ingenuidad al aceptar formar parte de la irracional masa del nacionalismo, de las instituciones diabólicas del Estado-Nación. Gandi, dice Huxley, se involucró en estos asuntos pensando que podría mitigar la locura y convertir lo que era satánico en algo parecido a la humanidad. Pero el nacionalismo y los políticos del poder eran demasiados. No es desde dentro, opina Huxley, no es desde el centro, desde donde el santo puede curar nuestra organizada esquizofrenia; es sólo desde afuera, desde la periferia. Si uno se queda dentro de la maquinaria puede pasar una de estas dos cosas: o él permanece fiel a sí mismo, en cuyo caso la máquina lo utilizará tanto cómo pueda y cuando llegue a ser inútil lo rechazará o lo destrozará; o él será transformado en una figura del mecanismo  y en ese caso veremos las Santas Inquisiciones y las alianzas con cualquier tirano preparado para garantizar los privilegios eclesiásticos.
A juicio de Huxley el sueño del Orden procrea tiranos; el sueño de la belleza, monstruos y violencia. Atenea, la diosa de las artes es también la diosa de la guerra científica, el jefe celestial de cada Estado Mayor. Según Huxley matamos a Gandi porque se había negado a seguir jugando al juego político. Gandi había rechazado seguir soñando en el sueño del Orden nacional y de la Belleza socio-económica, porque él intentaba devolvernos a los hechos concretos y cósmicos de la gente real y de la luz interna. Bob sonríe y dice que él le pediría a Dios no desear tan fervientemente. Huxley asiente y añade que cuando uno finalmente consigue lo que quería nunca es lo que pensaba que iba a ser. (En este punto Huxley se acerca bastante a lo que Oscar Wilde dijo una vez: “No le pidas deseos a Dios. Podría concedértelos.”)
Bob mueve la cabeza disgustado cuando Huxley establece una comparación entre Gandi y Catalina de Siena. Una película sobre Catalina de Siena, dice Bob, sería sumamente deprimente. En primer lugar, el público desea que sus estrellas alcancen el éxito y en segundo lugar, hablar de la política eclesial significaría ciertamente ser anti-católico y ello podría aparejar fácilmente el calificativo de anti-americano.
Mientras conversan, Bob y Huxley ven pasar toneladas de guiones cinematográficos destinados a ser incinerados, como prisioneros de la Inquisición. Encuentran un guión que se titula “Mono y Esencia”, escrito por un tal William Tallis, Cottonwood Ranch, Murcia, California.
El fin de semana siguiente se dirigen a visitar el rancho. Allí encuentran a una mujer que les explica que ella y su marido habían alquilado la casa hacía un año. En ese tiempo Mr. Tallis ha muerto, al parecer se ha suicidado, y  ellos se han quedado a vivir allí. Huxley y Bob se enteran de que Mr.Tallis se había casado en su juventud con una alemana. Tras su divoricio, ella permaneció en el país germano con el bebé que habían tenido en común. De esa relación a Mr. Tallis sólo le había quedado una nieta que las autoridades de los Estados Unidos no permitieron entrar en el país, así que lo único que podía hacer era enviarle mucho dinero para permitirle comer y terminar su educación. Huxley recuerda algo del guión de Tallis. Algo referente a los niños de la posguerra de Europa prostituyéndose por barras de chocolate.
“¿Qué sucedió con la esposa?”, pregunta Huxley. La asesinaron, contesta el marido. Creo que era judía o algo así.

“Mono y Esencia” (Pg.20)“Mind you,” said the leprechaun suddenly, “I don´t have anything against Jews. But all the same…” He pause. “Maybe Hitler wasn´t so dumb after all.” (Traducción: “No tengo nada en contra de los judíos pero... Quizás Hitler no fuera tan tonto, después de todo”)

La denuncia que hace Huxley a través de esta simple frase no deja lugar a dudas: la Guerra había terminado, Hitler había sido vencido. No así el nazismo ni el antisemitismo, que seguían vivos incluso en los Estados Unidos. Huxley no será el único escritor que lo constate. Unos años atrás en 1945, ya lo había hecho Arthur Miller  en su novela: “Focus. Punto de mira”)
Huxley avisa a Bob de que tienen que marcharse antes de que la nieta aspirante a actriz consiga en un descuido que Bob le prometa convertirla en estrella de cine.
Es entonces cuando comienza la parte más importante de la novela.

Guión cinematográfico.

El Narrador dice:
“De alguna manera tú debes ser llevado al recuerdo
Ser inducido a recordar
Ser implorado a estar dispuesto para
Comprender qué es Qué.”

A partir de aquí, la historia se desarrolla como si de un guión cinematográfico se tratara. El argumento es sencillo; la interpretación, en cambio, compleja . Ha pasado más de un siglo desde que el mundo fuera devastado por una guerra atómica mundial. En Febrero del 2018 una Expedición de Redescubrimiento de Nueva Zelanda, el único sitio que ha permanecido inmune a tal catástrofe, llega a las costas de California para observar y analizar los estragos que las radiaciones han causado y causan en la población. Lo que les sobrecoge, sin embargo, no es esto, que ya esperaban, sino  la organización socio-política que allí encuentran. En ella, el Dios adorado es Belial (Satán), las mujeres son consideradas como simples recipientes, el acto sexual, al igual que la eutanasia, se practica brutal y ritualmente. La única palabra que aprenden a leer es NO. El sistema político se denomina a sí mismo “democracia” pero en realidad es una especie de Teocracia del proletariado, por decirlo de algún modo. O sea, una tiranía del proletariado unido al poder eclesiástico que adora a Belial y que tiene un Gran Inquisidor.
El Dr. Pool, uno de los integrantes de dicha expedición, consigue introducirse en esa sociedad. Allí conoce a una mujer llamada Loola. Se enamoran. El Dr. Poole le propone huir. Loola tiene miedo pero el Dr. Poole la tranquiliza: hay algo más fuerte que Belial. Belial es fuerte sólo porque la gente le ayuda pero Belial no puede resistir la tentación de llevar el mal al límite y cuando esto sucede, se destruye a sí mismo. Es entonces cuando el Orden de las cosas regresa a la superficie. “Pero eso está en un futuro muy lejano”, le replica Loola. Tal vez para el resto del mundo, le asegura el Dr. Poole tranquilizándola, pero no para ellos. El hombre individual, concluye, siempre puede trabajar por el Orden de las Cosas y no contra él.

Ambos consiguen huir.

Comentario

Como puede observarse, las ideas que aparecen aquí se asemejan a las que Huxley ya ha expuesto en ocasiones anteriores: el progreso desmedido, - bien sea impulsado por las ciencias, por el marxismo o por el fascismo- , junto con el nacionalismo son los dos factores principales que amenazan la seguridad del mundo. Ambos terminan convirtiendo al hombre en parte de una maquinaria y el  sujeto puede ser fácilmente reemplazado sin que el funcionamiento de la maquinaria se vea alterado. Así pues, ni el progreso ni el nacionalismo requieren de individuos que piensen, simplemente precisan hombres que actúen eficazmente y cumplan estrictamente las órdenes que se les han dado. El aura de conocimiento que envuelve el progreso es sólo aparente.

“Ape and Essence” (Pg.26) “Most ignorant of what he is most assur´d...” And I need hardly add what we call knowledge is merely another form of Ignorance – highly organized, of course, and eminently scientific, but for that very reason all the more complete, all the more productive of angry apes. When Ignorance was merely ignorance, we were the equivalents of lemurs, marmosets and howler monkeys. Today, thanks to that Higher Ignorance which is our knowledge, man´s stature has increased to such an extent that the least among us is now a baboon, the greatest an orang-utan or even, if he takes rank as a Saviour of Society, a true Gorilla.

En lo que al nacionalismo se refiere, las banderas que los representan son simples signos arbitrarios, sin sentido ni significado intrínseco. Sin embargo las banderas inician luchas y muertes incluso entre aquéllos que quieren vivir en paz y que no tienen ningún enemigo personal.
Dos factores así, revestidos de tales características, únicamente pueden constituir una sociedad comunista o fascista; esto es: una sociedad en la que la libertad individual ha sido sacrificada, con ayuda de las autoridades religiosas, para erigir en su lugar una igualdad colectiva indiferente e indolente, una masa informe cuya actividad va encaminada estrictamente a la consecución de beneficio económico y a la eficiencia y cuyo resultado último es la destrucción del planeta, de los recursos naturales, la caída en el hambre y en la miseria moral, y el intento de resolver los problemas a través del conflicto y de la guerra.
En Mono y Esencia, Huxley afirma que tanto el progreso como el nacionalismo son instrumentos de los que se sirve Satán para destruir al hombre. Me ha parecido interesante transcribir el pasaje:

“Ape and Essence”.(Pg. 92, 93, 94) “Everywhere erosion, everywhere the leaching out of minerals. And the deserts spreading, the forest dwindling. Even in America, even in that New World which was once the hope of the Old. Up goes the spiral of industry, down goes the spiral of soil fertility. Bigger and better, richer and more powerful –and then, almost suddenly, hungrier and hungrier. Yes, Belial foresaw it all –the passage from hunger to imported food, from imported food to booming population and from booming population back to hunger again. The New Hunger, the Higher Hunger, the hunger of enormous industrialized proletariats, the hunger of city dwellers with money, with all the modern conveniences, with cars and radios and every imaginable gadget, the hunger that is the cause of total wars and the total wars that are the cause of yet more hunger. (…) And remember this, he adds: “even without synthetic glanders, even without the atomic bomb, Belial could have achieved all His purposes. A little more slowly, perhaps, but just as surely, men would have destroyed themselves by destroying the world they lived in. They couldn´t escape. He had them skewered on both His horns. If they managed to wriggle off the horn of total war, they would find themselves impaled on starvation. And if they were starving, they would be tempted to resort to war. And just in case they should try to find a peaceful and rational way out of their dilemma, He had another subtler horn of self-destruction all ready for them. From the very beginning of the industrial revolution He foresaw that men would be made so overwhelmingly bumptious by the miracles of their own technology that they would soon lose all sense of reality. And that´s precisely what happened. These wretched slaves of wheels and ledgers began to congratulate themselves on being the Conquerors of Nature. Conquerors of Nature, indeed! (…)Fouling the rivers, killing off the wild animals, destroying the forests, washing the topsoil into the sea, burning up an ocean of petroleum, squandering the minerals it had taken the whole of geological time to deposit. An orgy of criminal imbecility. And they called it Progress. “Progress” he repeats, “Progress! (...) Progress and Nationalism –those were the two great ideas he put into their heads. Progress –the theory that you can get something for nothing; the theory that you can gain in one field without paying for your gain in another; the theory that you alone understand the meaning of history; the theory that you know what´s going to happen fifty years from now; the theory that, in the teeth of all experience, you can foresee all the consequences of your present actions; the theory that Utopia lies just ahead and that, since ideal ends justify the most abominable means, it is your privilege and duty to rob, swindle, torture, enslave and murder all those who, in your opinion (which is, by definition, infallible), obstruct the onward march to the earthly paradise. Remember that phrase of Karl Marx´s: “Force is the midwife of Progress”? (…) And then there was Nationalism –the theory that the state you happen to be subject to is the only true god, and that all other states are false gods; that all these gods, true as well as false, have the mentality of juvenile delinquents; and that every conflict over prestige, power of money is a crusade for the Good, the True and the Beautiful. Pg.97 (…) The world situation went steadily from bad to worse, and, as it worsened, men and women became progressively more docile to the leadings of the Unholy Spirit.

Huxley está convencido de que en una sociedad basada en el progreso industrial y en el nacionalismo, la  democracia, y sobre todo la llamada “democracia del proletariado”, constituye la gran trampa del Mal al Hombre. Huxley consideró dicha  democracia como un gran peligro porque permitía  la entrada de la mediocridad y del fanatismo popular en la esfera política. Huxley se negaba a admitir que la democracia del proletariado pudiera ser considerada como la expresión de la voluntad del proletariado, En 1948 igual que en 1928, Huxley está absolutamente convencido de que tal democracia es simplemente el disfraz para que los representantes de dicho proletariados puedan, una vez llegados al poder, investirse con la autoridad de los tiranos, de modo que todo aquél que se oponga a sus decretos, a sus decisiones, a sus ideas, todo aquél que tenga una opinión propia y distinta es considerado un enemigo de la democracia, un enemigo del pueblo y puede ser castigado sin miramientos. Desde este punto de vista, la democracia del proletariado es un sistema político en el que la democracia es simplemente un nombre sin contenido. Dicha democracia sostiene en realidad una dictadura difícil de combatir porque muchos siguen creyendo en su ingenuidad que tales tiranos son sus verdaderos representantes y los garantes de su individual libertad. Para demostrarlo Huxley se remite a las funestas consecuencias que para la paz y para las libertades individuales han traído el fascismo en Europa Occidental y el Comunismo en Rusia. Pero no terminan ahí los problemas: Las dos partes en el que el mundo se divide: El Oriente y el Occidente, se van a ver impedidas de relacionarse y comprenderse entre sí. En vez de coger cada una de estas partes lo mejor de la otra, cada una de ellas va a impregnarse de lo peor de su opuesta. Según Huxley el Oriente tomará el nacionalismo del Occidente, las armas del Occidente, las películas del Occidente y el Marxismo del Occidente. El Oeste a su vez adoptará las supersticiones del Oriente y la indiferencia a la vida individual del Oriente. (“Ape and Essence”. Pg. 138)

A la vista de los hechos actuales, podemos afirmar que la situación a finales del 2015 no difiere demasiado del contenido de las afirmaciones de Huxley.

Tanto el progreso como el nacionalismo potencian la igualdad, la trivialidad y la insignificancia del papel del individuo en el desarrollo de la sociedad, que queda limitado a su eficacia en el proceso industrial,  en decrimento de la personalidad creadora, libre e independiente. En el sistema industrial, asegurará Huxley en 1958, en su ensayo “Nueva visita a Mundo feliz”, sólo los psicópatas dispondrán de los mecanismos necesarios para subsistir. Pero en “Mono y Esencia” (1948), Huxley todavía vislumbra alguna salida, alguna posibilidad de escape. En su opinión, en esta esquizofrenia organizada, el único individuo que puede salvarse de la locura es aquél que a) se mantiene apartado de la socied porque como la historia de Gandi muestra, el que se introduce en sus estructuras, termina o siendo aniquilado o formando parte de ella y b) tiene un ideal superior, el amor, por ejemplo. En cualquiera de los dos casos, la individualidad auténtica e independiente sigue siendo considerada por Huxley el único garante de la libertad político-social y del sentido común. Sólo en un mundo libre, y libre para él significa no perteneciente a la masa, al colectivo, se trate del colectivo de que se trate, puede el individuo crear y mantener una cultura que pueda considerarse verdaderamente cultura y verdaderamente humana.

Varios aspectos, sin embargo, han cambiado con respecto a una obra anterior suya: “Contrapunto” (1928). En primer lugar, si en “Contrapunto” se quejaba de la inutilidad de los libros que según él servían simplemente para matar el tiempo, aquí Huxley ha comprendido, finalmente, que son los libros los verdaderamente revolucionarios en una sociedad que está abocada al peligro de la colectividad y de la indiferenciación. Huxley contrapone entre libros, que construyen y mantienen a una cultura, y comics, símbolo de lo que él anteriormente consideraba “lecturas para matar el tiempo.” Huxley, igual que muchos otros intelectuales de su época, tiene que admitir, muy a su pesar, que el mundo de los intelectuales está desdibujándose para dejar paso a un mundo en el que la única cultura existente es la comercial. En segundo lugar, en “Contrapunto” la figura femenina “Lucy” era la anti-mujer que no cree en el amor y sólo busca divertirse. En “Mono y Esencia” aparece otro tipo de “anti-mujer”: Miriam, la esposa de Bob. Miriam es una “Lucy” adulta, casada, sin ningún deseo de hacer feliz a su marido, ni siquiera con la pretensión de comprenderle, pero dispuesta a dejarle sin un penique en caso de divorcio. No será el único en denunciar las duras condiciones a las que debe someterse un marido en caso de divorcio, algunos como Bellow incluso escribirán una novela (“Herzog”, 1964) dedicada exclusivamente a este tema.

Pero Huxley, además, introduce una figura que no aparecía en Contrapunto: la de Belial o Satán. Es preciso, pues, dedicar unas líneas  al respecto.

A mediados del siglo XIX una frase y su consecuencia conmovieron al mundo intelectual.

La frase era “Dios ha muerto”.

La consecuencia: “Si Dios ha muerto, todo está permitido”, donde ese “todo” estaba en absoluta contraposición con los altos ideales, las nobles empresas y en general, con todo lo que hasta entonces había sido considerado como “bueno” por la sociedad. Ello obedecía al principio de “inversión de los valores” que aparecía en las obras de Nietzsche. 
Aunque las teorías del autor alemán hubieran podido ser fácilmente interpretadas como un deseo de superar la hipocresía que en ese momento corroía la escena social, como un regreso al contenido de los valores realmente morales que habían quedado arrinconados en aras de la simple apariencia dedicada a revestir unos conceptos huecos y vacíos, en vez de considerarlos, en fin, como una llamada a la autenticidad y a la sinceridad, lo cierto es que la mayoría de los intelectuales prefirió entender el principio de la “inversión de valores” en su sentido más negativo. Si Dios no existía, todo estaba permitido. Dios había muerto, por tanto, la puerta a ese temible “todo” había quedado abierta sin remedio. Esta interpretación no sólo obedeció a una moda artística ni a una pose intelectual. Hasta cierto punto se correspondía con el deseo de encontrar una explicación, una aclaración e incluso una solución a las convulsiones político-sociales que en ese momento sacudían Europa y que superaban al hombre-individuo. Una época había terminado y otra, más cruel e inhumana se estaba abriendo paso con la ayuda, según Huxley y otros muchos autores, del deseo de progreso, del intento de  hacer realidad Utopías, al precio que fuera, y de los nacionalismos.
Huxley había ya había expresado sus temores en “Contrapunto”. En “Mono y Esencia” los conduce hasta sus últimas consecuencias: El progreso y el nacionalismo han originado una guerra atómica mundial a la que sólo unos pocos habitantes han conseguido sobrevivir sin, no obstante, librarse durante generaciones de sus efectos secundarios.

¿Era esa violencia mera consecuencia del movimiento sísmico que los nuevos tiempos generaban o iba a convertirse en una situación de hecho perenne? ¿Era el Mal un fenómeno pasajero o el verdadero Poder que regía y regiría a la Humanidad? ¿Había alguna forma de deshacerse de él?

Esta era la gran pregunta y las respuestas a la misma no dejaban lugar a grandes esperanzas.

En las obras que lo tratan, el Mal era presentado como el auténtico Poder, como lo único que sobrevivía cuando ya no quedaba nada. En todas ellas se consideraba que el Mal se expandía y asentaba en tres momentos: Primero, el Mal como destrucción, ira, negatividad; Segundo, el Mal como  rebelión y revolución; Tercero,  el Mal como Orden científico-filosófico-religioso.
¿Eran estos tres momentos estados momentáneos y transitorios al final de los cuales el Mal terminaría autodestruyéndose como afirmaba Huxley o se convertiría en el motor del mundo y persistiría hasta que la destrucción fuera total?

Huxley no será el único autor que dedicará su pluma a pensar en el tema del Mal y en su mayor representante: Satán. El polaco Przbyszewski, por ejemplo, también aborda en profundidad esta cuestión en su obra “Los hijos de Satán” (Satan´s Kinder) (1897).
Conforme se sucedían los acontecimientos, mayor era la pesadumbre y el pesimismo que invade a la sociedad en general y a los autores en particular y esto no solamente en las clases de los trabajadores: también en las clases burguesas. - Así, por ejemplo, en 1927 François Mauriac en el capítulo IV de su obra Thérèse Desqueyroux deja afirmar a su protagonista que la felicidad no existe, que sólo existe el aburrimiento, la ausencia de todo deber superior y de toda tarea noble.-

La ruptura social es un hecho. La ruptura moral asiste a su propia destrucción. No es que la jerarquía de valores existente hasta ese instante haya desaparecido por vacía, carcomida y anquilosada para en su lugar dejar una pluralidad de valores que permite a cada uno elegir según sus criterios; ni siquiera es que unos valores hayan sido sustituidos por otros;  es que –sencillamente- los valores morales han desaparecido y en su lugar ha aparecido el caos, la destrucción y la nada, atributos todos ellos de Satán: el Mal por excelencia, que en todos estos autores aparece considerado como anterior a Dios mismo y por tanto permanece aunque Dios ya no esté.

La figura de Satán como símbolo de la negación, del No, del pesismismo nihilista, influyó en los pensadores de la época, a pesar de ser un aspecto muy poco (y muy mal) conocido por el público. Hasta el irreverente Bertrand Russell explica en sus memorias que un compañero suyo, de centroeuropa, decidió no volver a utilizar la palabra “no” a partir de un encuentro que tuvo con el mísmisimo Satán en una de las pesadillas febriles que sufrió estando enfermo.
Huxley recoge esta idea de identificación entre Satán (Mal) y negatividad (NO) en “Mono y Esencia”

En cualquier caso, unos y otros llegan a la misma conclusión aunque desde diferentes posiciones y diferentes premisas: el mal no produce nunca otros frutos que la destrucción. Sin embargo, Huxley y Przbyszewski se muestran en desacuerdo en el tratamiento que ambos hacen del problema de Satán al menos en dos puntos.

-          En lo que respecta a la adoración.
 En Przbyszewski adorar a Satán significa alimentar y ejercer la destrucción. En “Mono y Esencia” se adora a Satán justamente para procurar su amistad y evitar la destrucción.

Ape and Essence” (Pg.68) “Question: What is the chief end of Man? Answer: The chief end of Man is to propitiate Belial, deprecate His enmity and avoid destruction for as long as possible.” (Tr. “Pregunta: cuál es el Fin principal del Hombre? El Fin principal del Hombre es agradar a Belial, deplorar su enemistad y evitar la destrucción tanto tiempo como sea posible.”)

-          En lo que a las consecuencias finales se refiere.
Huxley se muestra optimista. El autor inglés está convencido de que esa inclinación inherente del Mal hacia la destrucción terminará por conducirle tarde o temprano a su propia autodestrucción. La autodestrucción del mal por el mismo mal, determinará según Huxley, el establecimiento del auténtico y armonioso Orden de las cosas.

Pg. 148) Because He (Belial) can never resist the temptation of carrying evil to the limit. And whenever evil is carried to the limit, it always destroys itself. After which the Order of Things comes to the surface again.

Por el contrario, el autor polaco Przbyszewski ha perdido toda esperanza. En su opinión a la destrucción del mal le sigue el establecimiento de un Orden científico-filosófico dictatorial: una especie de Neo-Inquisición de la que resulta imposible liberarse porque es la que domina total y absolutamente las estructuras de la sociedad. Huxley en su obra “Mono y Esencia” también considera la posibilidad de dicho Orden Neo-inquisidor, pero a sus ojos cualquier dictadura, cualquier masificación,  forma parte del mal y por tanto la existencia de tal organización política significa que el mal persiste y aún no ha sido vencido. Huxley cree firmemente en la fuerza individual del hombre para encontrar o construir una salida y conseguir escapar de semejante situación.
No sólo Przbyszewski se mostraría escéptico ante el optimismo que irradia el inglés; incluso ensayistas como el profesor Dr. Ludwig Büchner autor de la obra “Darwinismo y Socialismo o La lucha por el ser y la sociedad moderna” (1894) le dirían a Huxley que es imposible que el hombre-individuo pueda sobrevivir en soledad e independencia en un mundo organizado como el nuestro. Nuestro mundo es una jungla en la que el hombre-individuo no tiene cabida y por eso destruir las estructuras existentes para levantar otras en su lugar resulta, de facto, irrealizable. Lo único que se puede hacer es intentar reformarlas.
Tampoco la huida individual es verosímil añadirá Przbyszewski. El individuo está atrapado en sus miedos, en sus odios y en sus miserias. La única salida que le queda es la muerte o la bebida. Salvo en sus primeros escritos, Brecht aborrecerá que el individuo recurra a la bebida para liberarse de las ataduras que le oprimen. Su teatro didáctico muestra una y otra vez que únicamente estando sobrio puede el individuo dirigir su comportamiento y sus actos, unirse con otros semejantes que se encuentran en la misma situación que él y juntos superar la situación de necesidad en la que se encuentran.(Esto es lo que Brecht denomina solidaridad. Como vemos no guarda ninguna similitud con el significado que ha adquirido en nuestros días por el cual “solidaridad” ha llegado a ser sinónimo de “caridad” y “beneficencia”, que Brecht no soportaba por considerar que tales comportamientos debilitan más que ayudan a los seres sobre los que dicha caridad se ejerce.) Brecht advierte que refugiarse en la bebida conlleva automáticamente dar la victoria al enemigo. Hasta cierto punto puede afirmarse que la bebida es, en Brecht, lo que las diversiones de masa eran en Huxley: factores de enajenación del individuo, impedimentos para desarrollar sus cualidades individuales, un obstáculo querido y pretendido por los grupos opresores para evitar que el individuo potencie sus potencias artísticas, intelectuales y vitales, para mantenerlo sujeto a sus caprichos. Tanto la bebida en Brecht como las diversiones de masa en Huxley son opiaceos, adormideras, introducidas en la sociedad para mermar el juicio crítico y el conocimiento del individuo y lograr que la opresión se mantenga y prolongue cómodamente, sin una gran oposición a la que hacer frente. A causa de la bebida y de las diversiones de masa, el individuo permanece aislado e incomunicado. No se trata de una individualidad plena sino de una individualidad débil incapaz, debido justamente a este motivo,  de unirse a los otros individuos, igualmente debilitados.
Hanna Arendt compartirá de algún modo dicha idea al afirmar que el problema del mal no deriva tanto del mal metafísico como de la incapacidad del pequeño hombre para pensar. Con ello la profesora alemana se une a la afirmación de Huxley  que es el individuo, esa pequeña gota en el océano, el que puede propiciar la hecatombe o detenerla.
En cualquier caso ninguno de ellos oculta su decepción con respecto a la sociedad en la que viven. La pregunta por el mal ocupó a grandes pensadores de la época en un tiempo tan terrible como aquél, en el que las convulsiones militares y sociales diezmaron a la población europea al tiempo que el progreso ofrecía mayores posibilidades de confort y de muerte. La posibilidad de que exista un acto terrorista que propague una epidemia de alcance mundial aparece en “Hijos de Satán”.

(„Aber bist du nicht auf die Idee verfallen, Reinkulturen von Cholera- oder Typhusbazillen zu züchten? Heh? (...) In einer Woche ist die Epidemie über die ganze Provinz verbreitet“).

Huxley no cree que esto sea siquiera necesario: a su juicio basta con que el pánico se contagie para que la población sea rápidamente sometida, sin necesidad de haber siquiera disparado ni una sola bala.

“Ape and Essence” (Pg.36) “All you need do is just to threaten your neighbour with any of the weapons of mass destruction. Their own panic will do the rest. Remember what the psychological treatment did to New York, for example. The short-wave broadcasts from overseas, the headlines in the evening papers. And immediately there were eight millions of people trampling one another to death on the bridges and in the tunnels. And the survivors scattered through the country-side, like locusts, like a horde of plague-infected rats.”

Desde la perspectiva de Huxley, la adoración a Satán está organizada desde un punto de vista religioso y encuentra su origen en la terrible hecatombe sufrida por la Humanidad que les ha llevado a perder la fe en la esperanza, en el amor y en ellos mismos. En cambio, para el autor polaco, Hijos de Satán son todos aquéllos hombres que están poseídos por la desesperación, el miedo, el deseo de venganza, el odio, la indiferencia hacia el dolor ajeno y sobre todo por el deseo de destrucción. En Huxley, Satán aparece como una consecuencia. En la obra de Przbyszewski, en cambio, Satán está en el origen mismo. A los hijos de Satán de Przbyszewski no les importa que los reformadores lleguen después. A ellos únicamente les preocupa la destrucción por la destrucción misma.

En “Hijos de Satán” de Przbyszewski, la destrucción es el Dogma a seguir, da igual para qué y por qué. La destrucción es el principio y el fin de sí mismo. Destrucción para un mundo corroído por la estulticia y la mentira. Muchos son los hijos de Satán que colaboran en tal destrucción aunque ni siquiera se conozcan entre sí y muchos los que les siguen porque se sienten atraídos por sus creencias aunque ellos mismos no creen en nada. Cuando uno no cree en nada, admira al que cree en algo aunque ese algo sea la destrucción por la destrucción misma.

Para conseguir sus propósitos "los hijos de Satán" se valen de los revolucionarios aunque ellos mismos no lo son. La revolución les resulta indiferente. La colectividad, la masa, la unión conjunta de los hombres únicamente sirve a sus objetivos, igual que el odio, el deseo de venganza y todos los sentimientos negativos. El amor no existe salvo como medio para seguir destruyendo porque en cualquier relación amorosa que se precie, uno siempre ama más que el otro y eso termina generando insatisfacción y tristeza, sentimientos ambos que colaboran a la destrucción de mismo modo que la desconfianza y cualquier sentimiento negativo. Los sentimientos positivos se malinterpretan, se transforman y se deforman. Al final quedan los fuertes, los destructores, los sin-sentimientos La destrucción es, además, originada por la creencia en la destrucción. Una creencia que está basada en una creencia fanática, que no es discutida,  y que es llevada a la práctica sin que la razón tenga que preocuparse de nada. Sus propias actuaciones carecen de importancia para ellos y les resultan indiferentes. Es una razón acrítica y sin juicio. Dicha obediencia descansa en la ciega obediencia a la creencia misma.

Esta creencia en Satán tiene en dos aspectos en Przbyszewski.

-Por un lado el metafísico. Dios, según el nihilismo, ha muerto. La vida , escribe Przbyszewski en “Hijos de Satán”, tal vez no necesite a Dios pero sí necesita a Satán, que habla a través de los hechos y que es anterior a Dios.

-Por otro lado y aunque al principio lo niegue, el aspecto social.  Y ello en un doble sentido.

a)La crencia en Satán significa primeramente el establecimiento en la sociedad de la contraposición a la creencia en Dios del pequeño burgués y del rico judío. (El antisemitismo en 1897 está presente y bien presente). Se trata por tanto de una rebelión de las clases bajas contra las clases medias que tienen miedo de los ladrones y de los delincuentes y de destruir su religión para en su lugar colocar la religión de Satán.

b)Sin embargo Satán no sólo simboliza la rebelión de las clases trabajadoras contra el orden establecido por la clase social dominante y contra su Dios. Es que además, potenciando la miseria social los destructores pueden potenciar la creencia en Satán. Los destructores tratan pues de impulsar el paro y de provocar la pobreza social para fomentar la creencia en Satán y expandir la ira y la destrucción. (“Das Volk verfällt immer dem Satan, wenn es keine Arbeit hat...“) En este sentido, el pueblo es considerado como un estúpido al que se le puede dirigir y manipular como se desee (“...das ganze Volk ist nur ein stupider Okonek, man kann es lenken und biegen, wie man will”.) convirtiendo a la masa en una Bestia loca y desbocada.

En una atmósfera así, los compasivos, los amables, los débiles, mueren sin remedio.

En cuanto a los reformadores a los que Przbyszewski se refiere son similares a los que Huxley describe en el sistema teocrático que aparece en su novela “Mono y Esencia”. Aquí Huxley viene a afirmar lo mismo y recoge, para expresarlo, una cita de Pascal: “Hacemos un ídolo de la verdad, pero la verdad sin caridad no es Dios sino su imagen e ídolo para la cual nosotros no necesitamos ni amor ni misas.”

“Ape and Essence” (Pg.38) First Einstein:
“We, who lived only for Truth”
Narrator:
And that precisely is why you are dying in the murderous service of baboons. Pascal explained it all more than three hundred years ago. “We make an idol of truth; for truth without charity is not God, but his image and idol, which we must neither love nor worship.” You lived for the worship of an idol. But, in the last analysis, the name of every idol is Moloch. So here you are, my friends, here you are.

La intelectualidad europea en su totalidad, ya sea polaca, ya sea inglesa, se hace eco de la denuncia del racionalismo cientificista carente de individualidad, de alma, de sentido o como se le quiera llamar, que impregna la sociedad, encaminado al beneficio económico, al progreso industrial sin medida, al nacionalismo colectivo y al egoismo individual, cuyo único resultado no puede ser otro que la guerra, la aniquilación y en última instancia la autodestrucción del hombre.
No obstante el autor polaco establece un análisis más intensivo de la psicología de estos reformadores del Orden. Los reformadores de Przbyszewski son hombres que quieren ordenarlo todo científica y sistemáticamente: hombres sin ningún resquicio para la sensibilidad, hombres sin alma. Hombres que en nombre de su razón y de su Justicia, perpetran muertes y delitos sin pausa e infectan el mundo con su veneno.
En Hijos de Satán los hombres con sentimientos negativos, los fuertes, luchan contra los hombres con sentimientos positivos, debilitados y condenados sin remedio debido a la bondad de su carácter. La salvación es imposible. La única salida es la muerte.

Huxley analiza la situación desde un punto de vista intelectual-elitista. Los altos sacerdotes y los científicos son los protagonistas de su obra. La salida es difícil pero posible: es el individuo el que lo consigue. Huxley admitirá, y esto en su concepción del mundo y de la vida constituye una auténtica revolución,  que quizás el individuo solo tal vez no pueda conseguirlo. Se hace necesario de un verdadero amigo y esta amistad verdadera, esta confianza ilimitada, únicamente puede lograrlo el amor. El amor vence el egoismo, rompe las puertas de la cárcel en la que había quedado recluido el individuo, dota de nuevas energías al debilitado espíritu del hombre, le señala nuevas metas por las que luchar. En definitiva, en la obra de Huxley, no la colectividad, no la masa, sino el amor, es el valor, la luz, la fuerza, que rompe los muros de la oscuridad e introduce nuevamente la luz.

Ape and Essence (Pg.148) “(...) the Order of Things comes to the surface again.
But that´s far away in the future.
For the whole world, yes. But not for single individuals, not for you or me, for example. Whatever Belial may have done with the rest of the world, you and I can always work with the Order of Things, not against it.”

Este final es de alguna manera el reconocimiento de Huxley al hecho de que el hombre individual ya no puede solo e individualmente enfrentarse al mundo. Necesita, al menos, de un compañero con el que recorrer el camino y enfrentarse a las dificultades. Esta solución fue, también la que siguió y amplió Bradbury en “Crónicas Marcianas” (1950) y en “Farenheit 451” (1953) confiriendo a la familia , en la primera de las obras, y a los pequeños grupos, en el segundo, la libertad y la salvación del ser humano como tal. La pareja, la familia, el pequeño grupo, como los refugios en los que el individuo puede hacer uso y desarrollo de su potencia creadora, de su individualidad artística y conservar la cultura, la verdadera cultura que a partir de allí nace. Porque si bien es cierto que el hombre es lo que come, no lo es menos el hecho de que no sólo de pan come el hombre.

Años, décadas más tarde, alguien, David Foster Wallace, se encargará de demostrar a ambos el sinsentido de estas esperanzas. Ni siquiera Belial resulta necesario para destruir al hombre. El hombre, el solito se autodestruye sin más ayuda que la suya propia: drogas, alcohol, éxito, fracaso, poco importa.El individuo, se mire como se mire, ha muerto y tome el camino que tome, terminará tropezando inevitablemente con una pared sin puerta y lo más probable es que antes de darse cuenta la pared sin puerta lo haya rodeado total y absolutamente. Cuanto más inteligente, cuanto más sensible sea el individuo, más terrible será su sufrimiento.

¿Es esta la terrible realidad que nos aguarda? Contestar a esta pregunta nos sume en una triple reflexión. Por un lado metafísica:  ¿Es cierto que el dominio del Mundo pertenece a Belial? Por otro social: ¿Es cierto que el progreso y los nacionalismos conducen a la destrucción del mundo? Finalmente la reflexión ha de dirigirse a la cuestión antropológica ¿Es cierto lo que afirma Foster Wallace, que el hombre individual no tiene más camino que la muerte?

Reflexión Metafísica.

¿Pertenece el dominio del Mundo a Belial?

Hasta cierto punto sí y hasta cierto punto no.

Negar tajantemente el Mal y su influencia en la sociedad resulta tan necio como negar tajantemente el Bien y sus efectos. Definir el Mal es complicado. Para algunos la Totalidad es una moneda de dos lados, uno de los cuales es el Mal y el otro el Bien; para otros, el Mal es la ausencia de Bien; hay quienes piensan que el Mal es el alejamiento del Bien y a mayor separación mayor es el Mal. En mi opinión el Mal es la sombra del Bien, como la oscuridad es la sombra de la luz. Pero ¿quién puede contestar a esto satisfactoriamente? El hombre no es ni ángel ni demonio, sino un ser débil que ha de utilizar de su inteligencia y de su tesón para enfrentarse a fuerzas mucho menos intensas que el Bien y el Mal. Al hombre, un simple vendaval le arrastra de su sitio.

Sin embargo, al hombre le gusta elucubrar y elucubra. Eso no es peligroso, de hecho puede ser incluso divertido, mientras sea consciente de que se trata de elucubraciones y no tenga intenciones de convertir dichas elucubraciones en teorías filosófico-científicas. El problema es que llega un momento en que el hombre, en su emoción intelectual, determina que las elucubraciones no sólo son teorías sino incluso teoremas matemáticos y ahí empiezan, sin lugar a dudas, los conflictos  que tantos dolores de cabeza causan en la sociedad en la que influyen.

Una de esas elucubraciones, que ni Huxley ni Przbyszewski ni el amigo de Russell, que se había enfrentado al propio Satán en su febril pesadilla, se habrían atrevido a considerar es la de Lucifer como “portador de luz”, Lucifer como el verdadero Prometeo que trae a los hombres lo que Dios pretende negarles. Para Huxley, Przbyszewski y el resto de los autores citados, el Mal y el Bien son dos aspectos perfectamente delíneados y separados. Cuando el protagonista de “Hijos de Satán” clama “destrucción”, no afirma ni por un sólo instante que ello vaya a generar otros efectos que el caos y la miseria. Cuando los Hijos de Satán adoran a Satán igual que lo adoran los ciudadanos de la sociedad postnuclear de Huxley, no creen ni por un instante que estén adorando a ningún príncipe de la luz sino al príncipe de la oscuridad y de las tinieblas. (“Ape and Essence” Pg. 79 “ To Belial in the lowest!”) Para todos ellos Satán es el Mal y es el Mal Absoluto.

Ni Huxley ni los otros hubieran podido imaginar, y de hecho ni siquiera en sus más angustiosos sueños lo hicieron, que la inversión de valores a las que el nihilismo se refería (y que vuelvo a repetir: hubieran podido muy bien ser interpretadas de otra manera) iba a conducir una inversión incluso en la consideración de los más altos principios hasta llegar a considerar, literalmente, a Dios el Tirano y a Lucifer, el instructor de hombres y que encima lo hubieran presentado como una teoría, casi un teorema, porque alguien descubre unas tablillas sumerias que hablan de Annunakis, serpientes y extraterrestres y qué se yo, y en las que se afirma que Lucifer es el portador de luz al hombre, el Prometeo que se enfrenta al Dios tirano para que el individuo pueda adquirir el conocimiento que necesita para desarrollarse. La inversión de valores llega hasta el Absoluto de los valores. El Bien es el Mal y el Mal es el Bien. Y lo dicen con una soltura, con una seguridad, que a mí, francamente, me da miedo. Miedo por la gran confianza y el poco criticismo con la que exponen su teoría: “si tienes dudas, consulta las tablillas sumerias y lo verás”, afirman.

Curiosamente, y a pesar de lo que pueda parecer en un primer momento, lo más seguro es que Huxley no pusiera demasiadas objeciones a esta teoría, según la cual Lucifer es el Prometeo del Hombre, en tanto que le da la llave del Progreso. Teniendo en cuenta las consideraciones del autor inglés acerca del Progreso, lo más seguro es que les diera incluso la razón y les dijera que en efecto, no otro, sino Lucifer, había sido el encargado de dar al hombre la llave del Progreso pegada a unas cuantas banderitas.

Lo que separa a Huxley de estas teorías, como se ve a lo largo de la obra “Mono y Esencia”, es que dicha acción lejos de constituir un beneficio para el ser humano, forma parte de las maquinaciones del Mal para destruirlo a él y al Planeta. El progreso para Huxley no es un beneficio, es el principio de la perdición.

En cualquier caso al escuchar semejantes teorías anunaki-luciferianas, no puedo dejar de preguntarme qué pasaría si alguno de los descendientes de los que así hablan encontraran dentro de miles de años un ejemplar de “Los viajes de Gulliver” o de “Alicia en el País de las Maravillas”, o la cinta de una película en la que los animales hablan. ¿Lo tomarían como una prueba irrefutable de que en tiempos remotos los animales hablaban y las gentes cambiaban de tamaño?

Hay otro asombro: el de que crean a pie juntillas en el contenido de las tablillas sumerias y no crean en la Biblia. Aunque seguramente si se decidieran a creer en la Biblia, creerían como creen en las tablillas: a pie juntillas, y esto, desde luego, supondría un nuevo problema.

Huxley no se equivocaba. El progreso está destruyendo las potencias creadoras del hombre, la facultad de soñar y de imaginar nuevos mundos y por eso ya no es capaz de creer que hubo otros hombres que sí imaginaron y sí soñaron. Realismo mágico, les llaman algunos. El nombre poco importa; lo importante es que la cultura de la anti-cultura, que es otra forma del principio de “inversión de valores” permite todo excepto considerar que los hombres no siempre escriben teoremas, ni siquiera cuando se dedican a contar su vida, ni siquiera cuando cuentan su historia.

Pero hay algo más terrible todavía en estas teorías: la muerte de Dios no da paso a la libertad del hombre. El “Si Dios no existe, todo está permitido” no significa que ese “todo” sea lo mejor del individuo. Lamentablemente la muerte de Dios conduce al caos y a la miseria moral, en un mundo en el que nadie se considera responsable de nada ni de nadie, ni de él mismo.

Reflexión social

¿Es cierto que el progreso y los nacionalismos conducen a la destrucción del mundo?

Sí.

A todos aquéllos que quieran informarse de esta cuestión con más precisión les remito al trabajo que publiqué en su día titulado “VI. “Contrapunto.” (1928) Aldous Huxley. Huxley y las fuerzas oscuras. Apareció en este mismo blog: “El libro de la semana” el día 3 de Octubre del 2013.
En cualquier caso, los recientes encuentros en París de los mayores mandatarios del Planeta para encontrar soluciones al calentamiento de la Tierra producido por la acción del hombre y cuyos efectos son cada vez más dramáticos, la contaminación que sufren los países en vía de desarrollo y las grandes ciudades, el terrible estado en el que se encuentra el Mar debido a los residuos plásticos, a la pesca sin medida, al vertido de petróleo y de otras sustancias tóxicas, la contaminación ambiental causada por el ruido y las luces, e incluso la contaminación espacial motivada por el número de satélites que rodean la Tierra, debería servir de ejemplo para considerar como ciertos los temores de Huxley.

Sería mejor acudir a la Biblia que ir a las tablillas sirias. La Biblia no es un libro ni para niños ni para necios. Las interpretaciones de sus historias son muy complejas y algunas se transmiten, igual que las interpretaciones de algunos libros, de manera automática y muy poco crítica. Una de ellas es la historia de Esaú, a la que ya dediqué uno de mis blogs. La historia de Marta y de María es otra. Su análisis se centra en la distinción entre vida activa y vida contemplativa y deja a la mujer limitada a elegir entre dedicarse a la casa o dedicarse al rezo, cuando lo cierto es que es en la actitud de María donde la mujer encuentra el permiso, por denominarlo de algún modo, para adentrarse en el conocimiento teórico. En efecto, quizás sea posible ser un buen hombre sin necesidad de estudios, quizás sea posible tener una visión divina siendo un pequeño e ignorante pastorcillo pero desde luego es imposible dedicarse a la contemplación de Dios sin dedicarse al estudio de sus Obras y esto, sencillamente, porque Dios es inefable y sólo a través de sus Obras podemos acercarnos a Él y adorarlo. Uno no puede amar a nadie en la ignorancia. Amar en la ignorancia es adoración pagana. Por eso es tan importante el estudio racional y crítico para aquéllos que aman a Dios y le dedican su vida. Desde este punto de vista María abre la puerta al desarrollo de las facultades intelectuales de la mujer.

Pero volviendo a la separación entre la acción y la contemplación: en el Nuevo Testamento Jesús asegura que María se ha llevado la mejor parte. Ése era el momento en el que al oírlo en la iglesia, mi abuela solía decirme en voz baja: “¡Y tanto que se ha llevado la mejor parte! No hace nada...” 
A decir verdad mi abuela jamás entendió las explicaciones que le ofrecieron los distintos sacerdotes que conoció a lo largo de su vida y que consistían más o menos en afirmar que no hay que afanarse demasiado por la vida material, que las obras son importantes pero la oración lo es más. Entonces, con aquélla socarronería que la caracterizaba exclamaba: “¡Bueno padre, pues ya nos dedicaremos todos a la oración y a ver quién le sirve a usted la comida y le da de comer y beber a los aniamles!” Y sólo de pensar cómo sería entonces el mundo le daba la risa.

No obstante el tiempo me ha obligado a aprender la verdad que encerraba esta interpretación eclesiástica que tanto molestaba a mi abuela, hasta el punto de no aceptarla. Es cierto y ella tenía razón: sin la actividad no es posible organizar una familia y mucho menos una familia dedicada a las actividades agrícolas, pero cuando todo se centra en lo material, lo material, como sostenía la interpretación de los teólogos, hunde. Mi abuela nunca fue capaz de entenderlo porque su actividad material no excluía lo espiritual, porque esa actividad material era producto del amor que sentía por mi abuelo, por su familia, por el mundo. Su actividad iba cargada de emociones y sueños. Por eso no lo entendió jamás.

Mi generación sí.

La actividad por la actividad misma, la actividad para potenciar la autoestima, la actividad para despertar la admiración y el respeto, la actividad sin sentido, sin causa, la actividad consistente en correr tras una zanahora cada vez más difusa, el diablo corriendo tras su cola... Sí. Aquéllo que mi abuela nunca pudo entender, lo descubrió mi generación. Y el final de esa actividad sin sentido, sin espíritu, es, no podía ser de otro modo, un burn out. El burn out que ninguno de nuestros abuelos padeció pese a que la cantidad de trabajo al que habían de hacer frente era mayor que el que nosotros hemos de sacar adelante y el número de diversiones escasas. El burn out que ninguno de los verdaderos grandes hombres sufre aunque diariamente deben solucionar cientos de obstáculos y contrariedades. El motivo es que la actividad de todos ellos está imbuída del espíritu, por el espíritu sincero y no por el espíritu social de las apariencias que tarde o temprano termina agotando y que tantos sinsabores y frustraciones conlleva, no por los obstáculos en sí sino por la ausencia de un verdadero espíritu en el que apoyar el cansancio.

Reflexión antropológica

 ¿Es cierto lo que afirma Foster Wallace, que el hombre individual no tiene más camino que la desesperación irresoluble, silenciosa y colectiva aunque incomunicable, o la muerte?

No.

Dios, el hombre y Satán. Un ménage à trois que como todo ménage à trois que se precie lleva aparejado el dolor, la rivalidad y los celos ; eso sin contar las funestas consecuencias que acarrea. En ese ménage à trois el que lleva la peor parte por tratarse de la parte más débil es, no cabe duda, el hombre. Su falta de fuerzas le impide cumplir los exigentes preceptos divinos y le precipita en un primer momento a la tentación. A la tentación le sigue la desesperación y a ésta el pesimismo. El derrotismo le inclina a aceptar cualquier doping que se le proponga, da igual quién se le proponga. Como todos sabemos quién es ese “quién” podemos deducir fácilmente que tales relaciones terminan por abocarle a la perdición de la que muy probablemente le salve “in extremis” el mismísimo Dios, siempre y cuando el hombre reconozca su error y le suplique la redención.

En cualquier caso debo reconocer que jamás me había planteado el asunto demasiado profundamente. Dios es el Bien. Satán es el Mal y la comunicación entre ellos es prácticamente imposible. Entre estos dos polos extremos está el hombre.

Pero hace un par de días escuché por casualidad la lectura de un pasaje de la Biblia que me estremeció. Un pasaje que yo misma había leído y oído cientos de veces y que ahora, de repente, golpeaba mi alma y mi mente. ¿Cuántas veces es necesario leer dos, tres líneas, para que éstas logren presentarse ante nuestros ojos con total nitidez? ¿Cuántas veces las pasamos por alto inconscientemente a fin de evitar el desasosiego que nos causaría su descubrimiento?

El pasaje que escuché es el de Job. Uno de los libros más bellos, más humanos, más cabales de toda la Biblia. Las líneas que tanto me turbaron se encuentran al principio.

“Un día, cuando los Hijos de Dios venían a presentarse ante Yahvéh, se presentó también entre ellos Satán. Y Yahvéh dijo a Satán: “¿De dónde vienes?”. Satán respondió a Yavéh: “De recorrer la tierra y pasearme por ella.” Y Yavéh dijo a Satán: “¿No te has fijado en mi siervo Job? ¡No hay nadie como él en la tierra; es un hombre cabal y recto, que teme a Dios y se aparta del mal!”
Respondió Satán a Yavéh: “¿Es que Job teme a Dios de balde? ¿No has levantado tú una valla en torno a él, a su casa y a todas sus posesiones? Has bendecido la obra de sus manos y sus rebaños hormiguean por el país. Pero extiende tu mano y toca todos sus bienes; ¡verás si no te maldice a la cara!” Dijo Yavéh a Satán: “Ahí tienes todos sus bienes en tus manos. Cuida sólo de no poner tu mano en él.” Y Satán salió de la presencia de Yavéh.”

Y bien, probablemente a ustedes el contenido no les importune. A mí me sumió en la confusión y en el caos, pero he de admitir que más que de una confusión y de un caos emocional, se trataba de una confusión y de un caos racional.

En primer lugar: Dios y Satán, los seres antagónicos por excelencia, se reúnen y dialogan.

En segundo lugar: Dios alardea de su siervo Job ante Satán como si Satán fuera su igual.

En tercer lugar: Satán, no podía ser de otro modo, duda de la lealtad de ese siervo y propone someterlo a prueba.

En cuarto lugar: Dios, el mismísimo Dios, se deja sugestionar, ¿o debería decir mejor “tentar”, por la duda que Satán ha expresado y decide poner a Job a prueba.

¿Pueden ustedes imaginar el terrible dolor de cabeza que he venido sufriendo desde entonces?

Que Dios y Satán dialoguen como si se encontraran todos los días ya es turbador: - “¡Hola!, ¿qué tal?, ¿de dónde vienes?” – “Pues nada, de dar una vueltecilla por el mundo...”

Que Dios, el mismísimo Dios, presuma de siervo ante alguien como Satán sume aún más en el sobresaltado asombro; pero que encima Dios, el mismísimo Dios, se avenga a aceptar la propuesta de Satán, que decida participar en lo que al día de hoy podría ser calificado por muchos como “apuesta”, termina de anodadar al más templado.

De repente no tuve más remedio que enfrentarme al dichoso problema del mal. Según lo leído ¿Es el problema del mal una apuesta entre Dios y Satán al estilo de la apuesta que hacen dos ancianos en una película de Hollywood titulada “Trading Places”? ¿Es el hombre un simple juguete? ¿un mero experimento? ¿Dios envía el mal a sugerencia de Satán, para demostrarle a Satán, que todavía hay un hombre honesto que se resistirá a caer en las redes del mal? ¿Significa que la monstruosidad de Satán consiste precisamente en su poder seductor del cual ni el mismísimo Dios parece poder librarse?

Y sin embargo en este pasaje de la Biblia aparentemente sin sentido, hay un mensaje oculto, un mensaje profundo, que explica el auténtico mensaje de este ménage à trois: Fuerte o débil, caído o levantado, es el hombre el que tiene la última palabra. Dios no le tiene atado. Satán tampoco. Lo que estas líneas del Libro de Job pone de manifiesto no es la debilidad de Dios ni la debilidad del hombre sino la debilidad del mal –que no cree en la libertad del hombre, que no cree que la libertad pueda llevar aparejada la virtud.

El diálogo que mantienen Dios y Satán en el libro de Job es el diálogo nihilista:  Si Dios no existe, todo está permitido.

Ese “todo está permitido” conducirá al hombre, dice Satán, a la perdición.

Sin embargo, Dios en su absoluta confianza en el hombre, ese hombre débil que Él ha creado, del que tan orgulloso se siente a pesar de saberle débil,  sabe (es Dios quien lo sabe) que ese “todo está permitido” es justamente el inicio de la libertad y de la libertad para el bien humano, auténticamente humano, para la virtud responsable y consecuente.

Es Dios quien se aleja esta vez del hombre y no al contrario, que es lo que normalmente sucede. 
Dios se aviene a alejarse, a morir, a dejar de estar al lado de su obra más querida. 
No.El nihilismo no nace con Nietzsche. Es en la Biblia donde ya se plantea este problema. Dios se aleja y con ello permite ese nihilista: “Si Dios no existe, todo está permitido”,  pero no porque se deje tentar por Satán como en un primer momento podría creerse, sino para mostrar al hombre la fuerza oculta y desconocida que éste posee en su interior sin que él mismo sea consciente de ella. Dios deja al hombre solo y le dice “Levántate y anda” porque Dios sabe que el hombre puede levantarse y puede andar sin necesidad de sujección.

Dios le ha dado la fe y le deja a solas con su libertad.

Satán cree que la fe del hombre depende del bienestar material y sin éste, el hombre abandonará la fe y por tanto, la libertad condenará al hombre.

Dios sabe que la libertad dignificará al hombre.

Dios se aleja y deja al hombre a solas con Satán para que el hombre comprenda que la libertad, lejos de debilitarle, le llena de energía.

Pensé en mi abuela y en lo satisfecha que se sentía de lo que hacía, del empeño que ponía en cada acción, del espíritu y la alegría que la animaba por cada resultado positivo que obtenía y lo crítica, al mismo tiempo que era consigo mismo, cuando las cosas no salían como ella consideraba que debían salir. "Sí", me dije. Es necesario que el hombre pueda estar orgulloso de lo que hace y de lo que es para que pueda enfrentarse a todos los males de este mundo y del siguiente. Es necesario también, que sea crítico consigo mismo y que disponga de una valoración por la cual regir sus aciertos y sus errores.

El problema de Marta, en la historia de Marta y María, no fue que Marta trabajara, el problema de Marta es que no queriendo ya trabajar no consentía, sin embargo, en sentarse. La falta de una motivación interna por la que trabajar unida a ese no consentir en sentarse porque había que atender a los otros para que alabaran su laboriosidad o simplemente para satisfacerlos, le impedía por un lado disfrutar del trabajo, enorgullecerse plenamente de ella misma, puesto que lo que estaba esperando era satisfacerse a partir de la admiración del exterior y como esa admiración del exterior no venía (Jesús y María estaban ocupados en otras cuestiones) no podía sentirse contenta consigo misma, y por otro, la frustración la apremiaba a ir contra su hermana que descansaba en paz y feliz consigo misma haciendo lo que quería realmente hacer sin importarle la opinión de los demás. Es también el fallo de ese lema que constantemente anima a "pensar en positivo", como si por el simple hecho de pensar en positivo pudiera obtenerse el triunfo social por arte de magia y sin esforzarse demasiado. Es el peligro que encierra la realidad virtual cuando deja de ser virtual y se descorre el velo dejando a la luz la vaciedad que ocultaba.

En cambio, cuando Dios se aleja de Job, la estrategia de Job consiste en “no moverse”, en no hacer nada, en seguir siendo como siempre ha sido, ni más ni menos.

En primer lugar porque lo que ha sido lo ha sido sinceramente y no podría haber sido de otro modo.

En segundo lugar porque se siente profundamente satisfecho de su forma de ser y de actuar. Job no está harto ni de ser como es ni de hacer lo que hace. Al contrario: Job es un hombre contento de ser lo que es y de hacer lo que hace y por tanto no ve el motivo para comportarse de forma distinta a como lo ha hecho hasta ese momento. Con o sin Dios, la fe de Job es inamovible y su conducta también. No ha pensado en positivo ni se ha encerrado en ninguna realidad virtual que se precie. Simplemente ha resuelto seguir una forma de vida y de ser, y se mantiene fiel y leal a sus resoluciones. Esto es: inamovible.

Job no se mueve porque está profunda e inamoviblemente convencido de lo que siente y de lo que hace y de esta sincera convicción provienen sus actos, sus palabras y sus ideas. Todo en Job es sincero. Con Dios o sin Dios la autenticidad, la sinceridad, la convicción de Job, prevalecen vivas. 
Job no pretendía satisfacer ni impresionar a nada ni a nadie. Las buenas obras de Job no son para la sociedad sino para su Dios,para su Dios, para el Dios que él, Job, ha aceptado como su Dios porque cree firmemente en ese Dios y no en otro, sin palabrería y sin vanagloria.

Las buenas obras de Job no nacen de un objetivo: el alcanzar el cielo o la admiración de los hombres, por ejemplo, sino de una decisión que nace de una convicción personal e individual y en tanto que personal e individual esa decisión y esa convicción son inamovibles.

Job es el hombre que se da importancia a sí mismo y, por tanto, concede importancia no sólo a todo lo que él, Job, determina sino también a las consecuencias que de esa resolución se derivan. Job se considera la columna que sostiene a su familia y la columna que se asienta en las generaciones pasadas. Es necesario pues, que se considere seriamente a sí mismo. Un hombre así no puede tomar a la ligera sus creencias. Job permanece leal a Dios porque permanece leal a sí mismo. Job no es un tornillo ni está dentro de ningún proceso del que no se puede salir. Dios se ha alejado de Job pero Job sigue fiel a sus creencias y a sí mismo y en tanto que fiel a sí mismo, a lo que es, a lo que hace, a lo que piensa, Job sigue siendo fiel a Dios porque Dios era una de las firmes creencias de Job.

Job se sabe libre y otorga a esa libertad un valor que Satán desconoce. Lejos de ser su perdición y la causa que lo precipitará en los abismos, como piensa Satán, la libertad constituye el anclaje de Job (y del hombre) porque esa libertad es la que permite el nacimiento de unas convicciones que son suyas y nada más que suyas y de unas resoluciones que sólo él mismo se ha dictado y que sólo él se ve obligado a cumplir. Este hombre, Job, el hombre que se toma en serio, es el hombre, también, que resiste al cinismo; el hombre que no es ni el primer ni el último hombre y que, justamente por ese motivo, sabe lo importante que sus convicciones y sus resoluciones son y de ahí: un hombre, una palabra, un hecho.

Malos tiempos para detenerse en la actividad y en la contemplación, susurran algunos.

Malos tiempos para las convicciones, suspiran. Malos tiempos para la inmovilidad, concluyen.

¿Malos tiempos?, pregunta Benedicto XVI con socarronería; mira de soslayo a Lutero, el otro inconmovible, que está a sus espaldas, y regresa a su estudio.

El hombre en una sociedad industrial se encuentra inmerso en un proceso en el cual la supervivencia solitaria resulta difícil. Un individuo solo no solamente tiene que hacer frente al peligro que casualmente encuentra en su camino, es que se convierte –además- en un objetivo fácil para los depredadores de la jungla. Aparentemente pues, resulta conveniente agruparse, buscar aliados, pero no como en el caso de Huxley porque los lazos que unen son los del amor, ni siquiera los de la amistad. No. Uno busca aliados por el puro y simple interés de procurar la protección frente a los depredadores. Es entonces cuando la personalidad del individuo se debilita. Uno tiene que acomodarse al grupo, a lo que dictamine la voz más fuerte. El uno desaparece para dar lugar al grupo. El uno se diluye. Sí, - es cierto -, puede mantenerse a costa de imponerse sobre el grupo pero incluso esta imposición es limitada porque si atraviesa determinadas barreras corre el peligro de quedar abandonado a su suerte. Así pues, incluso el que rige tiene que estar constantemente sopesando no lo que desea sino lo que desea la mayoría del grupo, atender no a sus verdaderas y sinceras consideraciones sino a las deliberaciones del resto de los componentes. El hombre deja de estar amenazado para transformarse en un individuo débil que para no permanecer solo no puede tomar ninguna de sus convicciones en serio, ninguna de sus creencias. Esta debilidad individual es la que da origen a la sociedad débil. El individuo débil deviene un individuo cínico. La sociedad débil llega a ser una sociedad cínica.

Tanto el individuo débil-cínico como la sociedad débil-cínica están poseídos por el miedo. Su hedonismo histérico, su nerviosismo agresivo, su violencia verbal, la desconexión entre sus palabras y sus actos, nacen justamente de ese miedo a la autenticidad, a la realidad, a la sinceridad.
El hombre sólo puede ser hombre siendo individuo y sólo puede ser individuo si cree firmamente en sus creencias y en sus ideas.

Lo radical se impone como algo imprescindible. Lo radical, que no el radicalismo.

Los momentos difíciles, sean del tipo que sean, exigen el ser radical. Ser radical es lo que la mística en la religiòn: una actitud individual, intransferible, sincera y racionalmente sentida – en otro caso un místico no sería un místico sino un loco.

Sin embargo, en los momentos difíciles la mayoría prefiere abocar en el radicalismo, que es justamente el lado comunitario, masificado, jerárquicamente establecido, la organización colectiva y reglada de lo comunitario que necesita de un lider al que seguir. Como dice unos de los personajes en “Hijos de Satán”: te sigo porque crees en algo y yo no.  Esa falta de creencia personal, esa falta de una convicción personal radical es la que provoca la radicalización de las masas, los populismos, el sinsentido, la locura, el cinismo. Aunque pueda parecer contradictorio, los hombres se radicalizan en el radicalismo porque no son radicales. Como observaba Montesquieu en sus “Cartas Persas”, los hombres eligen príncipes a los que obedecer cuando les resulta demasiado duro obedecer a sus propias reglas. La soledad es dura; poseer un par de convicciones radicales e individuales que guíen y den sentido a esa vida individual aunque se opongan a los dictámenes sociales, mucho más. No es fácil mantener la convicción. El propio Isaac B. Singer reconoce que la mística se transforma en religión en cuanto deja de ser solitaria, individual y se ordena a base de reglas. El radicalismo es siempre social y jerarquizado pero justamente por este motivo más cómodo de cumplir y de amoldarse a él. Es por eso por lo que lo individualmente radical termina muchas veces generando en el radicalismo colectivo. Esos hombres radicales, esos individuos que creen en lo que dicen y hacen “contagian” a los hombres de personalidades débiles: a esos que no creen en nada, a esos que no confian en sus propias creencias, a esos hombres flexibles del hoy digo una cosa y mañana otra porque ni lo que dicen hoy ni lo que dicen mañana reviste una gran importancia para ellos. No pueden ser individualmente radicales porque no se toman en serio ni a ellos ni a lo que piensan y no se toman en serio porque viven sumidos en la superficialidad del momento y justamente por este motivo no dudan en abrazar los enunciados del individuo radical y convertirlos en premisas colectivas y radicalistas.

Lo radical nunca es dogmático porque es individual,  sino -utilizando las palabras de Kant - categórico, y es siempre constructivo porque el individuo radical se toma en serio a él y a su existencia. Incluso cuando aparentemente parece que está destruyendo no está haciendo en realidad que lo que hace el ama de casa cuando se dedica a hacer limpieza general: sacar todo de los cajones para decidir lo que sirve de lo que no y tirar lo que ya no se necesita. En un mundo dedicado sólo y exclusivamente a las relaciones sociales no queda tiempo ni para la personalidad radical ni para las limpiezas generales de los cajones. Y así hasta las personalidades que un día fueron radicales terminan siendo personalidades apolilladas y rancias y creen que apuntándose al radicalismo   volverán a recuperar aquélla primera individualidad radical perdida. Se equivocan, claro. El radicalismo, que es lo que lamentablemente está expandiéndose en nuestros días,es siempre dogmática porque siempre busca seguidores: o conmigo o contra mí, y siempre es destructiva. Y lo es porque la masa, como muy bien afirma Philippe Claudel en su “Informe Brodeck” es, incluso cuando ríe, incluso cuando aparenta diversión y alegría, una bestia sedienta de sangre.

Por eso el radicalismo aunque tome la apariencia de Utopía o de Reforma del Orden es, a juicio de Huxley y de Przbyszewski inefectivo. Las Utopías en el caso de Huxley y los reformadores del Orden en el caso de Przbyszewski en lo único que piensan es en conseguir su objetivo y para ello no dudan en utilizar cualquier medio que sirva a este propósito por inhumano que sea.

El individuo tiene miedo a ser radical porque no se toma en serio a sí mismo y no se atreve a tomarse en serio. Por eso se sumerge en lo social: va a la búsqueda de un refugio. La soledad le convierte en una presa fácil para los depredadores; más aún: la soledad atrae a los depredadores.

Se lleva el radicalismo y no lo radical porque el radicalismo no exige la sinceridad absoluta. En cambio la sinceridad constituye en la individualidad radical un requisito sine qua non.

El radicalsmo no exige el compromiso individual, la entrega completa en cuerpo y alma a ese fin.
Lo radical exige ese compromiso individual absoluto.

El radicalsmo exige la obediencia absoluta a las normas, a las reglas elaboradas por la jerarquía. Lo radical no exige la obediencia.

Lo radical exige la creencia individual sentida y razonada y a partir de ahí surge el seguir los criterios individuales de uno que no pueden ser hoy unos y mañana otros porque en esos criterios va el alma entera y el alma no cambia fácilmente de lugar.

El radicalismo exige la obediencia.

Lo radical exige el compromiso.

El radicalismo origina y mantiene grupos sociales porque está basada en el temor. ¿Qué es el miedo? La definición de Huxley es magistral. En su opinión (“Mono y Esencia”) si el amor acaba con el miedo, el miedo acaba con el amor. Pero el miedo no destruye sólo el amor; también la inteligencia, la belleza y la verdad. Lo que queda es un silencio producido por la desesperación del que intuye la obscena Presencia en la esquina de la habitación y sabe que la puerta está cerrada y que no hay ventantas por las que poder escapar. Y ahora esa cosa se dirige a  él  - siente una mano sobre su hombro, huele un apestoso aliento- y se inclina hacia él casi amorosamente como hace el asistente del verdugo. Ha dejado de existir un hombre entre sus prójimos, ya no existe un ser racional hablando articuladamente a otros seres racionales. Lo único que encontramos es un animal herido, gritando y luchando en la trampa. Porque el miedo termina expulsando del hombre incluso su humanidad. Y el miedo, mis buenos amigos, es aquéllo en lo que se basa y funda la vida moderna.  El miedo es la consecuencia de la tan pregonada tecnología que, mientras por un lado incrementa los niveles de vida, aumenta, por otro, la probabilidad de una muerte violenta. Miedo de la ciencia que coge con una mano mucho más de lo que tan abundantemente da con la otra. Miedo de las instituciones demonstrablemente funestas por las cuales, en nuestra lealtad suicida, estamos preparados para matar y morir. Miedo de los Grandes Hombres que hemos erigido por aclamación popular al Poder que ellos inevitablemente utilizan para asesinarnos y esclavizarnos. Miedo de la Guerra que no queremos aunque hacemos todo lo necesario para causarla.

“Ape and Essence” (Pg.36, 37)
“Love casts our fear; but conversely fear casts our love. And not only love. Fear also casts out intelligence, casts out all thought of beauty and truth. What remains is the dumb or studiedly jocular desperation of one who is aware of the obscene Presence in the corner of the room and knows that the door is locked, that there aren´t any windows. And now the thing bears down on him. He feels a hand on his sleeve, smells a stinking breath, as the executioner´s assistant leans almost amorously towards him. (…) There is no longer a man among his fellow-men, no longer a rational being speaking articulately to other rational beings; there is only a lacerated animal, screaming and struggling in the trap. For in the end fear casts out even a man´s humanity. And fear, my good friends, fear is the very basis and foundation of modern life. Fear of the much touted technology which, while it raises our standard of living, increases the probability of our violently dying. Fear of the science which takes away with one hand even more than what it so profusely gives with the other. Fear of the demonstrably fatal institutions for which, in our suicidal loyalty, we are ready to kill and die. Fear of the Great Men whom we have raised, by popular acclaim, to a power which they use, inevitably, to murder and enslave us. Fear of the War we don´t want and yet do everything we can to bring about”

Lo radical parte del convencimiento individual y mantiene al individuo como individuo, por eso además de la sinceridad exige la virtud de la valentía.


Conclusión

Hoy como ayer Lutero, Kant, Nietzsche y Huxley tienen razón y la tienen porque exigen hombres sinceros radicalmente sinceros consigo mismos. Es necesario que en una sociedad exista un pequeño número de hombres (a Dios le bastaba con uno: Job) que se tomen en serio a sí mismos y se atrevan a creer, a padecer e incluso a morir por sus creencias. Stephan Zweig siempre consideró a Servet un necio por haber ido a discutir ideas que no podían ser probadas a la cueva del lobo Calvino. Brecht pensaba lo mismo de Giordano Bruno, aunque muriera por una verdad demostrable. Lo más importante es mantener la vida porque sólo manteniendo la vida puede destruirse al tirano, esperando a que éste, ahogado en su propio poder, muera antes. Lutero se enfrentó a la poderosa Iglesia Católica con la famosa frase “Heme aquí. No me es dable hacerlo de otro modo”
Zweig se suicidó. Brecht terminó sus días tristemente por más que le amparara el éxito social. La fuerza de Lutero llega hasta nuestros días.

Ludwig Büchner autor de la obra “Darwinismo y Socialismo o La lucha por el ser y la sociedad moderna”, afirmaba en su obra que en una sociedad industrial como la nuestra, el hombre individual y solitario estaba condenado a morir y que se hacía, por tanto, necesario agruparse para sobrevivir. Desde mi punto de vista el problema de esta agrupación es que al tratarse de una agrupación cuya única finalidad es la supervivencia y no el desarrollo auténtico de la individualidad, cada uno de ellos ha de ceder una parte de ellos, incluso la jerarquía ha de hacerlo para permanecer en el poder. Al final estas agrupaciones terminan siendo reuniones de individuos débiles y cínicos y por eso cada vez es mayor el número de individuos que dichas reuniones precisan para mantener su fuerza. En cambio, el hombre solo y radical mantiene su fuerza interior intacta y vencerle resulta cada vez más complicado.

 Lutero, Kant, Nietzsche y Huxley tienen razón. Es preciso ser sincero con uno mismo; radicalmente sincero; es fundamental tomarse a sí mismo en serio: su vida, su existencia y su muerte para poder ser radicalmente valiente y defender su individual bastión, cueste lo que cueste. Hoy, como ayer, la individualidad absolutamente sincera, absolutamente consecuente y por tanto, absolutamente radical y arrojada, es lo único que puede ayudar a vencer al Mal.

Dudo mucho que yo misma pueda considerarme una personalidad radical. La sociedad de hoy es compleja y los diferentes medios de comunicación así como el fenómeno de la globalización la hacen parecer aún más compleja de lo que es. El hombre se siente más pequeño de lo que es y más indefenso de lo que está y busca protección. En esa falta de confianza de la individualidad en sí misma es donde una y otra vez se han apoyado los populismos a lo largo de la historia. Y como decía Battiato en una de sus canciones: qué difícil es permanecer quieto y callado cuando todo afuera hace ruido...

Es difícil, sí.  Y lo último que yo quisiera es considerarme a la altura de las personalidades realmente fuertes, radicales e independientes del mundo.

Mi objetivo es, ése sí, explicar que son esas personalidades -independientes y radicales- las que mueven y sostienen el mundo, las que consiguen que un individuo pueda llamarse a sí mismo individuo.

No. Tal vez nosotros no lo seamos.

Fuerza es saber, sin embargo, que es importante atreverse a intentar serlo.

Por lo menos, intentarlo.

Isabel Viñado Gascón

Nota final.
Escribir un blog sobre un libro es una tarea sumamente complicada, entre otras cosas porque el autor ignora cuáles son los motivos que han llevado a esos lectores a introducirse en internet y teclear el nombre del título o del escritor. ¿Se trata de una simple curiosidad? ¿Es el simple deseo de conocer el argumento lo más rápido y brevemente posible a fin de decidir en cuestión de segundos si la obra merece o no la pena, o la búsqueda del contenido y el análisis que en unas pocas horas, tal vez minutos, va a ser exigido en algún exámen? ¿Encierra, tal vez, el interés de un consumado lector por conocer diferentes opiniones acerca del libro que acaba de leer y con el que tanto ha disfrutado o simplemente recordar el contenido de una olvidada lectura? ¿Pretende iniciar un diálogo, imposible en su entorno, acerca de esas páginas que tanto acaban de impresionarle? ¿Debe el autor de un blog citar o no? ¿Debe realizar un análisis exhaustivo que incluya las consideraciones acerca de la forma, el estilo y los giros lingüísticos? ¿Ha de proporcionar los datos acerca de la vida del escritor y de la situacion socio-política en la que ese libro fue concebido? ¿Cuánto espacio ha de quedar resguardado para su propia opinión?
Contestar a todas estas preguntas es tarea sumamente difícil. Agradar a cada uno de los lectores, prácticamente imposible. La mayoría no dispone de mucho tiempo para leer y busca más una guía que un exhaustivo análisis. Sin embargo, para el escritor de blogs, el blog es una parte de sí mismo. No sólo ha leído un libro, no sólo ha dedicado un par de minutos a pensar sobre él. La lectura ha resultado tan intensa, tan profunda, que las palabras han dejado de ser meros vocablos para convertirse en Ideas vivas y vigorosas que ofrecen a la vida solitaria que transcurre en alta mar nuevos horizones a los que dirigir la vista y el alma. Horizontes que le han transportado casi sin pretenderlo  a nuevos lugares de pensamiento, a nuevas reflexiones, a nuevos puertos en los que marineros y piratas de todo el mundo beben, comen y cantan juntos antes de echarse nuevamente a la mar. No resulta fácil ni para los marineros ni para los piratas integrarse en una sociedad de hombres cuando uno ha luchado contra serpientes marinas, pulpos gigantes y tormentas apocalípticas. Por eso prefieren reunirse en las tabernas de las costas. Eso, supongo, le pasa al bloggero que decide escribir sobre las maravillosas aventuras  a las que el libro que acaba de leer le ha conducido. No todas las obras lo consiguen, del mismo modo que no todas las travesías son dignas de mención. De alguna manera un blog es lo mismo que un diario de a bordo y cuando se han vivido emociones profundas o se cuenta en cuatro palabras, como lo hizo Oscar Wilde: “Confieso que he vivido” o uno se sienta acompañado de una taza de café, echa una mirada al árbol que se alza delante de su ventana, sonríe a su maceta y sin más dilación se adentra en la difícil tarea de contar en los largos días nublados del invierno lo que ha visto y lo que ha sentido.

Hagan lo que hagan y decidan lo que decidan:


Disfruten de unas felices fiestas de Navidad.

Isabel
window.setTimeout(function() { document.body.className = document.body.className.replace('loading', ''); }, 10);