Nota
preliminar
El argumento es sumamente
simple. Sin embargo esta novela, al igual que la mayoría de las que Huxley
escribió, pertenece al género de la “novela de ideas” o lo que es lo mismo: la
trama únicamente constituye un pretexto para que el autor pueda introducir sus consideraciones
personales acerca de uno o varios temas. Ello obedece a dos razones: En primer
lugar, la propia estructura de la novela permite una mayor agilidad y desorden
en los planteamientos, a diferencia del rigor metodológico que requiere el
ensayo. La segunda razón nace de los objetivos del propio Huxley que, en general,
prefirió expresar sus ideas, en vez de dedicarse a la divulgación de teorías
científicas desarrolladas a través de serias investigaciones.
En definitiva, Huxley, no
pretende en absoluto abandonar los elegantes y amenos salones a los que por su
clase social está habituado para ir a encerrarse en la fría estancia de un
estudio, pero tampoco soporta concentrar su conversación en el análisis del
tiempo climatológico y de las enfermedades, ya sean éstas físicas o
emocionales, que la elegantes damas padecen. El salón de Huxley se asemeja más
que a un salón social mundano, a uno de esos clubs de caballeros intelectuales
ingleses que tras exponer sus consideraciones acerca del mundo y del más allá,
sorben en una taza de fina porcelana el humeante té que les aguarda mientras a
sus espaldas la destrucción y el caos arrambla con todo lo que encuentra a su
paso.
Es por este motivo por lo que a la hora de explicar el argumento
propiamente dicho, he introducido alguna de las reflexiones de Huxley e incluso
alguna que otra nota personal mía que creo haber dejado suficientemente
separada. Las traducciones que aparecen en el texto son mías.
El ejemplar que he manejado es “Ape and Essence” Vintage Books, London,
2005. ISBN:9780099477785.
Otros libros que he tomado como referencia y apoyo:
- - ”Satan´s Kinder” (“Los hijos de Satán”)
(1897), de Przbyszewski.
- - “Darwinismus und Sozialismus oder Der Kampf um das
Dasein und die moderne Gesellschaft“ (“Darwinismo y Socialismo o La lucha por
el ser y la sociedad moderna”) (1894) Ludwig Büchner.
- - Prólogo del Libro de Job.
Argumento
El libro está dividido en dos partes.
La primera parte sirve de introducción a la historia y se llama Tallis.
En la segunda parte se desarrolla la historia central y está narrada en
forma de guión cinematográfico.
Tallis
Gandi acaba de ser
asesinado pero las preocupaciones de Bob Briggs, un guionista de cine, se refieren únicamente a sí mismo. Bob es
desgraciado en su matrimonio con Miriam. El amor de su vida es Elaine. Sin embargo su esposa no sólo se niega a
concederle el divorcio sino que además ha utilizado la ausencia de Bob para, en
uso de sus poderes notariales, arrebatarle la propiedad del rancho, los dos
coches, los cuatro apartamentos y transferir los ahorros de la cuenta de él a
los de ella.
La cuestión fundamental que atormenta a Bob el día del asesinato de Gandi no
es, pues, el asesinato de Gandi sino determinar si, pese a todo, se va o no con
Elaine. En vista de sus problemas económicos, Bob ha pedido un aumento de
sueldo pero su jefe, Lou Lublin, se lo ha denegado con la explicación de que en
ese estudio ni siquiera Jesucristo podría conseguir un aumento.
Esta respuesta lleva a Huxley a imaginar cómo representarían esa escena los
diferentes pintores: Rembrandt, Breughel, Piero. Las reflexiones acerca de
Piero le conducen a pensar en Platón y en su República como forma ideal de
gobierno. Lamentablemente, se dice Huxley, en el campo de la política el
equivalente de un teorema es un ejército perfectamente disciplinado. Huxley
denuncia que el marxista se llame a sí mismo científico y se pegue
codo a codo con el fascista.
“Mono y Esencia” Pg.5) In the field of politics the equivalent of a theorem is a perfectly
disciplined army (…) The Marxist calls himself scientific, and to this claim
the Fascist adds another: he is the poet –the scientific poet- of a new
mythology. Both are justified in their pretensions; for each applies to human
situations the procedures which have proved effective in the laboratory and the
ivory tower. They simplify, they abstract, they eliminate all that, for their
purposes, is irrelevant and ignore whatever they choose to regard as
inessential; they impose a style, they consign to the waste-paper basket all
that, to their mind, falls short of perfection. And because they thus act like
good artists, sound thinkers and tried experimenters, the prisons are full,
political heretics are worked to death as slaves, the rights and preferences of
mere individuals are ignored, the Gandhis are murdered, and from morning till
night a million school teachers and broadcasters proclaim the infallibility of
the bosses who happen at the moment to be in power.
Bob ignora las consideraciones políticas de Huxley. En su opinión no hay,
en principio, ninguna razón que impida que una película pudiera ser una obra de
arte. El culpable de todo es el mercantilismo, asegura. Huxley le pregunta si
cree que Gandi estaba interesado en arte. Bob le responde que no. Huxley se
muestra conforme con la respuesta. Ni en arte ni en ciencia, añade, y eso
justamente es por lo que nosotros le matamos. “¿Nosotros?”, le pregunta Bob
confundido. “Sí. Nosotros.”, repite Huxley. “Los inteligentes, los activos, los
que siempre miran hacia delante, los creyentes en el Orden y la Perfección. Gandi,
por el contrario, era simplemente un reaccionario que creía sólo en la gente,
en escuálidos individuos gobernándose a sí mismos pueblo por pueblo.”
No obstante Huxley reprocha a Gandi su ingenuidad al aceptar formar parte
de la irracional masa del nacionalismo, de las instituciones diabólicas del Estado-Nación.
Gandi, dice Huxley, se involucró en estos asuntos pensando que podría mitigar
la locura y convertir lo que era satánico en algo parecido a la humanidad. Pero
el nacionalismo y los políticos del poder eran demasiados. No es desde dentro,
opina Huxley, no es desde el centro, desde donde el santo puede curar nuestra
organizada esquizofrenia; es sólo desde afuera, desde la periferia. Si uno se
queda dentro de la maquinaria puede pasar una de estas dos cosas: o él
permanece fiel a sí mismo, en cuyo caso la máquina lo utilizará tanto cómo
pueda y cuando llegue a ser inútil lo rechazará o lo destrozará; o él será
transformado en una figura del mecanismo y en
ese caso veremos las Santas Inquisiciones y las alianzas con cualquier tirano
preparado para garantizar los privilegios eclesiásticos.
A juicio de Huxley el sueño
del Orden procrea tiranos; el sueño de la belleza, monstruos y violencia.
Atenea, la diosa de las artes es también la diosa de la guerra científica, el
jefe celestial de cada Estado Mayor. Según Huxley matamos a Gandi porque se
había negado a seguir jugando al juego político. Gandi había rechazado seguir
soñando en el sueño del Orden nacional y de la Belleza socio-económica, porque
él intentaba devolvernos a los hechos concretos y cósmicos de la gente real y
de la luz interna. Bob sonríe y dice que él le pediría a Dios no desear tan
fervientemente. Huxley asiente y añade que cuando uno finalmente consigue lo
que quería nunca es lo que pensaba que iba a ser. (En este punto Huxley se
acerca bastante a lo que Oscar Wilde
dijo una vez: “No le pidas deseos a Dios. Podría concedértelos.”)
Bob mueve la cabeza disgustado cuando Huxley establece una comparación
entre Gandi y Catalina de Siena. Una película sobre Catalina de Siena, dice
Bob, sería sumamente deprimente. En primer lugar, el público desea que sus
estrellas alcancen el éxito y en segundo lugar, hablar de la política eclesial
significaría ciertamente ser anti-católico y ello podría aparejar fácilmente
el calificativo de anti-americano.
Mientras conversan, Bob y
Huxley ven pasar toneladas de guiones cinematográficos destinados a ser
incinerados, como prisioneros de la Inquisición. Encuentran un guión que se
titula “Mono y Esencia”, escrito por un tal William Tallis, Cottonwood Ranch,
Murcia, California.
El fin de semana siguiente
se dirigen a visitar el rancho. Allí encuentran a una mujer que les explica que
ella y su marido habían alquilado la casa hacía un año. En ese tiempo Mr.
Tallis ha muerto, al parecer se ha suicidado, y
ellos se han quedado a vivir allí. Huxley y Bob se enteran de que
Mr.Tallis se había casado en su juventud con una alemana. Tras su divoricio, ella
permaneció en el país germano con el bebé que habían tenido en común. De esa relación
a Mr. Tallis sólo le había quedado una nieta que las autoridades de los Estados
Unidos no permitieron entrar en el país, así que lo único que podía hacer era
enviarle mucho dinero para permitirle comer y terminar su educación. Huxley
recuerda algo del guión de Tallis. Algo referente a los niños de la posguerra
de Europa prostituyéndose por barras de chocolate.
“¿Qué sucedió con la
esposa?”, pregunta Huxley. La asesinaron, contesta el marido. Creo que era
judía o algo así.
“Mono y Esencia” (Pg.20)“Mind you,” said the leprechaun suddenly, “I
don´t have anything against Jews. But all the same…” He
pause. “Maybe Hitler wasn´t so dumb after all.” (Traducción: “No tengo nada en contra de los
judíos pero... Quizás Hitler no fuera tan tonto, después de todo”)
La denuncia que hace Huxley
a través de esta simple frase no deja lugar a dudas: la Guerra había terminado,
Hitler había sido vencido. No así el nazismo ni el antisemitismo, que seguían
vivos incluso en los Estados Unidos. Huxley no será el único escritor que lo
constate. Unos años atrás en 1945,
ya lo había hecho Arthur Miller en su novela: “Focus. Punto de mira”)
Huxley avisa a Bob de que
tienen que marcharse antes de que la nieta aspirante a actriz consiga en un
descuido que Bob le prometa convertirla en estrella de cine.
Es entonces cuando comienza la parte más importante de la novela.
Guión cinematográfico.
El Narrador dice:
“De
alguna manera tú debes ser llevado al recuerdo
Ser
inducido a recordar
Ser
implorado a estar dispuesto para
Comprender qué es Qué.”
A partir de aquí, la historia se desarrolla como
si de un guión cinematográfico se tratara. El argumento es sencillo; la
interpretación, en cambio, compleja . Ha pasado más de un siglo desde que el
mundo fuera devastado por una guerra atómica mundial. En Febrero del 2018 una
Expedición de Redescubrimiento de Nueva Zelanda, el único sitio que ha
permanecido inmune a tal catástrofe, llega a las costas de California para
observar y analizar los estragos que las radiaciones han causado y causan en la
población. Lo que les sobrecoge, sin embargo, no es esto, que ya esperaban,
sino la organización socio-política que
allí encuentran. En ella, el Dios adorado es Belial (Satán), las mujeres son
consideradas como simples recipientes, el acto sexual, al igual que la
eutanasia, se practica brutal y ritualmente. La única palabra que aprenden a
leer es NO. El sistema político se denomina a sí mismo “democracia” pero en
realidad es una especie de Teocracia del proletariado, por decirlo de algún
modo. O sea, una tiranía del proletariado unido al poder eclesiástico que adora
a Belial y que tiene un Gran Inquisidor.
El Dr. Pool, uno de los integrantes de dicha
expedición, consigue introducirse en esa sociedad. Allí conoce a una mujer
llamada Loola. Se enamoran. El Dr. Poole le propone huir. Loola tiene miedo
pero el Dr. Poole la tranquiliza: hay algo más fuerte que Belial. Belial es
fuerte sólo porque la gente le ayuda pero Belial no puede resistir la tentación
de llevar el mal al límite y cuando esto sucede, se destruye a sí mismo. Es
entonces cuando el Orden de las cosas regresa a la superficie. “Pero eso está
en un futuro muy lejano”, le replica Loola. Tal vez para el resto del mundo, le
asegura el Dr. Poole tranquilizándola, pero no para ellos. El hombre individual,
concluye, siempre puede trabajar por el Orden de las Cosas y no contra él.
Ambos consiguen huir.
Comentario
Como puede observarse, las ideas que aparecen aquí
se asemejan a las que Huxley ya ha expuesto en ocasiones anteriores: el
progreso desmedido, - bien sea impulsado por las ciencias, por el
marxismo o por el fascismo- , junto con el nacionalismo son los dos factores
principales que amenazan la seguridad del mundo. Ambos terminan convirtiendo al
hombre en parte de una maquinaria y el sujeto puede ser fácilmente reemplazado sin que el
funcionamiento de la maquinaria se vea alterado. Así pues, ni el progreso ni el
nacionalismo requieren de individuos que piensen, simplemente precisan hombres
que actúen eficazmente y cumplan estrictamente las órdenes que se les han dado.
El aura de conocimiento que envuelve el progreso es sólo aparente.
“Ape and Essence” (Pg.26) “Most ignorant of what he is most
assur´d...” And I need hardly add what we call knowledge is merely another form
of Ignorance – highly organized, of course, and eminently scientific, but for
that very reason all the more complete, all the more productive of angry apes.
When Ignorance was merely ignorance, we were the equivalents of lemurs,
marmosets and howler monkeys. Today, thanks to that Higher Ignorance which is
our knowledge, man´s stature has increased to such an extent that the least
among us is now a baboon, the greatest an orang-utan or even, if he takes rank
as a Saviour of Society, a true Gorilla.
En lo que al nacionalismo se refiere, las banderas que los representan son simples
signos arbitrarios, sin sentido ni significado intrínseco. Sin embargo las
banderas inician luchas y muertes incluso entre aquéllos que quieren vivir en
paz y que no tienen ningún enemigo personal.
Dos factores así, revestidos de tales
características, únicamente pueden constituir una sociedad comunista o
fascista; esto es: una sociedad en la que la libertad individual ha sido
sacrificada, con ayuda de las autoridades religiosas, para erigir en su lugar una
igualdad colectiva indiferente e indolente, una masa informe cuya actividad va
encaminada estrictamente a la consecución de beneficio económico y a la
eficiencia y cuyo resultado último es la destrucción del planeta, de los
recursos naturales, la caída en el hambre y en la miseria moral, y el intento de
resolver los problemas a través del conflicto y de la guerra.
En Mono y Esencia, Huxley afirma que tanto el
progreso como el nacionalismo son instrumentos de los que se sirve Satán para
destruir al hombre. Me
ha parecido interesante transcribir el pasaje:
“Ape and Essence”.(Pg. 92, 93, 94) “Everywhere erosion, everywhere the leaching
out of minerals. And the deserts spreading, the forest dwindling. Even in
America, even in that New World which was once the hope of the Old. Up goes the
spiral of industry, down goes the spiral of soil fertility. Bigger and better,
richer and more powerful –and then, almost suddenly, hungrier and hungrier.
Yes, Belial foresaw it all –the passage from hunger to imported food, from
imported food to booming population and from booming population back to hunger
again. The New Hunger, the Higher Hunger, the hunger of enormous industrialized
proletariats, the hunger of city dwellers with money, with all the modern
conveniences, with cars and radios and every imaginable gadget, the hunger that
is the cause of total wars and the total wars that are the cause of yet more
hunger. (…) And remember this, he adds: “even without synthetic glanders, even
without the atomic bomb, Belial could have achieved all His purposes. A little
more slowly, perhaps, but just as surely, men would have destroyed themselves
by destroying the world they lived in. They couldn´t escape. He had them
skewered on both His horns. If they managed to wriggle off the horn of total
war, they would find themselves impaled on starvation. And if they were
starving, they would be tempted to resort to war. And just in case they should
try to find a peaceful and rational way out of their dilemma, He had another
subtler horn of self-destruction all ready for them. From the very beginning of
the industrial revolution He foresaw that men would be made so overwhelmingly
bumptious by the miracles of their own technology that they would soon lose all
sense of reality. And that´s precisely what happened. These wretched slaves of
wheels and ledgers began to congratulate themselves on being the Conquerors of
Nature. Conquerors of Nature, indeed! (…)Fouling the rivers, killing off the
wild animals, destroying the forests, washing the topsoil into the sea, burning
up an ocean of petroleum, squandering the minerals it had taken the whole of
geological time to deposit. An orgy of criminal imbecility. And they called it
Progress. “Progress” he repeats, “Progress! (...) Progress and Nationalism
–those were the two great ideas he put into their heads. Progress –the theory
that you can get something for nothing; the theory that you can gain in one
field without paying for your gain in another; the theory that you alone
understand the meaning of history; the theory that you know what´s going to
happen fifty years from now; the theory that, in the teeth of all experience,
you can foresee all the consequences of your present actions; the theory that
Utopia lies just ahead and that, since ideal ends justify the most abominable
means, it is your privilege and duty to rob, swindle, torture, enslave and
murder all those who, in your opinion (which is, by definition, infallible),
obstruct the onward march to the earthly paradise. Remember that phrase of Karl
Marx´s: “Force is the midwife of Progress”? (…) And then there was Nationalism
–the theory that the state you happen to be subject to is the only true god,
and that all other states are false gods; that all these gods, true as well as
false, have the mentality of juvenile delinquents; and that every conflict over
prestige, power of money is a crusade for the Good, the True and the Beautiful.
Pg.97 (…) The world situation went steadily from bad to worse, and, as it
worsened, men and women became progressively more docile to the leadings of the
Unholy Spirit.
Huxley está convencido de que en una sociedad
basada en el progreso industrial y en el nacionalismo, la democracia, y sobre todo la llamada
“democracia del proletariado”, constituye la gran trampa del Mal al Hombre. Huxley
consideró dicha democracia como un gran peligro porque permitía la entrada de la
mediocridad y del fanatismo popular en la esfera política. Huxley se negaba a admitir que la
democracia del proletariado pudiera ser considerada como la expresión de la voluntad del proletariado, En
1948 igual que en 1928, Huxley está absolutamente convencido de que tal
democracia es simplemente el disfraz para que los representantes de dicho
proletariados puedan, una vez llegados al poder, investirse con la autoridad de
los tiranos, de modo que todo aquél que se oponga a sus decretos, a sus
decisiones, a sus ideas, todo aquél que tenga una opinión propia y distinta es
considerado un enemigo de la democracia, un enemigo del pueblo y puede ser
castigado sin miramientos. Desde este punto de vista, la democracia del proletariado es un sistema político en el que la democracia es simplemente un nombre sin contenido. Dicha democracia sostiene en realidad una dictadura difícil de
combatir porque muchos siguen creyendo en su ingenuidad que tales tiranos son
sus verdaderos representantes y los garantes de su individual libertad. Para
demostrarlo Huxley se remite a las funestas consecuencias que para la paz y
para las libertades individuales han traído el fascismo en Europa Occidental y
el Comunismo en Rusia. Pero no terminan ahí los problemas: Las dos partes en el
que el mundo se divide: El Oriente y el Occidente, se van a ver impedidas de relacionarse y comprenderse entre sí. En vez de coger cada una de estas partes
lo mejor de la otra, cada una de ellas va a impregnarse de lo peor de su opuesta. Según Huxley
el Oriente tomará el nacionalismo del Occidente, las armas del Occidente, las películas del
Occidente y el Marxismo del Occidente. El Oeste a su vez adoptará las supersticiones
del Oriente y la indiferencia a la vida individual del Oriente. (“Ape and Essence”.
Pg. 138)
A la vista de los hechos actuales, podemos afirmar
que la situación a finales del 2015 no difiere demasiado del contenido de las
afirmaciones de Huxley.
Tanto el progreso como el nacionalismo potencian la
igualdad, la trivialidad y la insignificancia del papel del individuo en el
desarrollo de la sociedad, que queda limitado a su eficacia en el proceso
industrial, en decrimento de la
personalidad creadora, libre e independiente. En el sistema industrial,
asegurará Huxley en 1958, en su
ensayo “Nueva visita a Mundo feliz”,
sólo los psicópatas dispondrán de los mecanismos necesarios para subsistir.
Pero en “Mono y Esencia” (1948),
Huxley todavía vislumbra alguna salida, alguna posibilidad de escape. En su opinión,
en esta esquizofrenia organizada, el único individuo que puede salvarse de la
locura es aquél que a) se mantiene apartado de la socied porque como la
historia de Gandi muestra, el que se introduce en sus estructuras, termina o
siendo aniquilado o formando parte de ella y b) tiene un ideal superior, el
amor, por ejemplo. En cualquiera de los dos casos, la individualidad auténtica
e independiente sigue siendo considerada por Huxley el único garante de la
libertad político-social y del sentido común. Sólo en un mundo libre, y libre
para él significa no perteneciente a la masa, al colectivo, se trate del colectivo
de que se trate, puede el individuo crear y mantener una cultura que pueda
considerarse verdaderamente cultura y verdaderamente humana.
Varios
aspectos, sin embargo, han cambiado con respecto a una obra anterior suya: “Contrapunto” (1928). En primer lugar, si en “Contrapunto” se quejaba de la
inutilidad de los libros que según él servían simplemente para matar el tiempo, aquí
Huxley ha comprendido, finalmente, que son los libros los verdaderamente
revolucionarios en una sociedad que está abocada al peligro de la colectividad
y de la indiferenciación. Huxley contrapone entre libros, que construyen y
mantienen a una cultura, y comics, símbolo de lo que él anteriormente
consideraba “lecturas para matar el tiempo.” Huxley, igual que muchos otros
intelectuales de su época, tiene que admitir, muy a su pesar, que el mundo de
los intelectuales está desdibujándose para dejar paso a un mundo en el que la
única cultura existente es la comercial. En segundo lugar, en “Contrapunto” la
figura femenina “Lucy” era la anti-mujer que no cree en el amor y sólo busca
divertirse. En “Mono y Esencia” aparece otro tipo de “anti-mujer”: Miriam, la
esposa de Bob. Miriam es una “Lucy” adulta, casada, sin ningún deseo de hacer
feliz a su marido, ni siquiera con la pretensión de comprenderle, pero
dispuesta a dejarle sin un penique en caso de divorcio. No será el único en
denunciar las duras condiciones a las que debe someterse un marido en caso de
divorcio, algunos como Bellow
incluso escribirán una novela (“Herzog”, 1964) dedicada exclusivamente a este
tema.
Pero Huxley, además, introduce una figura que no
aparecía en Contrapunto: la de Belial o Satán. Es preciso, pues, dedicar unas
líneas al respecto.
A mediados del siglo XIX una frase y su
consecuencia conmovieron al mundo intelectual.
La frase era “Dios ha muerto”.
La consecuencia: “Si Dios ha muerto, todo está
permitido”, donde ese
“todo” estaba en absoluta contraposición con los altos ideales, las nobles
empresas y en general, con todo lo que hasta entonces había sido considerado
como “bueno” por la sociedad. Ello obedecía al principio de “inversión de los
valores” que aparecía en las obras de Nietzsche.
Aunque las teorías del autor alemán hubieran podido ser fácilmente interpretadas como un deseo de superar la hipocresía que en ese momento corroía la escena social, como un regreso al contenido de los valores realmente morales que habían quedado arrinconados en aras de la simple apariencia dedicada a revestir unos conceptos huecos y vacíos, en vez de considerarlos, en fin, como una llamada a la autenticidad y a la sinceridad, lo cierto es que la mayoría de los intelectuales prefirió entender el principio de la “inversión de valores” en su sentido más negativo. Si Dios no existía, todo estaba permitido. Dios había muerto, por tanto, la puerta a ese temible “todo” había quedado abierta sin remedio. Esta interpretación no sólo obedeció a una moda artística ni a una pose intelectual. Hasta cierto punto se correspondía con el deseo de encontrar una explicación, una aclaración e incluso una solución a las convulsiones político-sociales que en ese momento sacudían Europa y que superaban al hombre-individuo. Una época había terminado y otra, más cruel e inhumana se estaba abriendo paso con la ayuda, según Huxley y otros muchos autores, del deseo de progreso, del intento de hacer realidad Utopías, al precio que fuera, y de los nacionalismos.
Aunque las teorías del autor alemán hubieran podido ser fácilmente interpretadas como un deseo de superar la hipocresía que en ese momento corroía la escena social, como un regreso al contenido de los valores realmente morales que habían quedado arrinconados en aras de la simple apariencia dedicada a revestir unos conceptos huecos y vacíos, en vez de considerarlos, en fin, como una llamada a la autenticidad y a la sinceridad, lo cierto es que la mayoría de los intelectuales prefirió entender el principio de la “inversión de valores” en su sentido más negativo. Si Dios no existía, todo estaba permitido. Dios había muerto, por tanto, la puerta a ese temible “todo” había quedado abierta sin remedio. Esta interpretación no sólo obedeció a una moda artística ni a una pose intelectual. Hasta cierto punto se correspondía con el deseo de encontrar una explicación, una aclaración e incluso una solución a las convulsiones político-sociales que en ese momento sacudían Europa y que superaban al hombre-individuo. Una época había terminado y otra, más cruel e inhumana se estaba abriendo paso con la ayuda, según Huxley y otros muchos autores, del deseo de progreso, del intento de hacer realidad Utopías, al precio que fuera, y de los nacionalismos.
Huxley había ya había expresado sus temores en
“Contrapunto”. En “Mono y Esencia” los conduce hasta sus últimas consecuencias:
El progreso y el nacionalismo han originado una guerra atómica mundial a la que
sólo unos pocos habitantes han conseguido sobrevivir sin, no obstante, librarse
durante generaciones de sus efectos secundarios.
¿Era esa violencia mera consecuencia del
movimiento sísmico que los nuevos tiempos generaban o iba a convertirse en una
situación de hecho perenne? ¿Era el Mal un fenómeno pasajero o el verdadero
Poder que regía y regiría a la Humanidad? ¿Había alguna forma de deshacerse de
él?
Esta era
la gran pregunta y las respuestas a la misma no dejaban lugar a grandes
esperanzas.
En las
obras que lo tratan, el Mal era presentado como el auténtico Poder, como lo
único que sobrevivía cuando ya no quedaba nada. En todas ellas se consideraba que el Mal se expandía y asentaba en tres
momentos: Primero, el Mal como destrucción, ira, negatividad; Segundo, el Mal
como rebelión y revolución; Tercero, el Mal como Orden científico-filosófico-religioso.
¿Eran estos tres momentos estados momentáneos y
transitorios al final de los cuales el Mal terminaría autodestruyéndose como
afirmaba Huxley o se convertiría en el motor del mundo y persistiría hasta que
la destrucción fuera total?
Huxley no
será el único autor que dedicará su pluma a pensar en el tema del Mal y en su
mayor representante: Satán. El polaco Przbyszewski,
por ejemplo, también aborda en profundidad esta cuestión en su obra “Los hijos de Satán” (Satan´s Kinder)
(1897).
Conforme
se sucedían los acontecimientos, mayor era la pesadumbre y el pesimismo que
invade a la sociedad en general y a los autores en particular y esto no
solamente en las clases de los trabajadores: también en las clases burguesas. -
Así, por ejemplo, en 1927 François
Mauriac en el capítulo IV de su obra Thérèse
Desqueyroux deja afirmar a su protagonista que la felicidad no existe, que
sólo existe el aburrimiento, la ausencia de todo deber superior y de toda tarea
noble.-
La ruptura
social es un hecho. La ruptura moral asiste a su propia destrucción. No es que
la jerarquía de valores existente hasta ese instante haya desaparecido por
vacía, carcomida y anquilosada para en su lugar dejar una pluralidad de valores
que permite a cada uno elegir según sus criterios; ni siquiera es que unos valores
hayan sido sustituidos por otros; es que
–sencillamente- los valores morales han desaparecido y en su lugar ha aparecido
el caos, la destrucción y la nada, atributos todos ellos de Satán: el Mal por
excelencia, que en todos estos autores aparece considerado como anterior a Dios
mismo y por tanto permanece aunque Dios ya no esté.
La figura
de Satán como símbolo de la negación, del No, del pesismismo nihilista, influyó
en los pensadores de la época, a pesar de ser un aspecto muy poco (y muy mal)
conocido por el público. Hasta el irreverente Bertrand Russell explica en sus memorias que un compañero suyo, de
centroeuropa, decidió no volver a utilizar la palabra “no” a partir de un
encuentro que tuvo con el mísmisimo Satán en una de las pesadillas febriles que
sufrió estando enfermo.
Huxley
recoge esta idea de identificación entre Satán (Mal) y negatividad (NO) en “Mono y Esencia”
En cualquier caso, unos y otros llegan a la misma
conclusión aunque desde diferentes posiciones y diferentes premisas: el mal no
produce nunca otros frutos que la destrucción. Sin embargo, Huxley y
Przbyszewski se muestran en desacuerdo en el tratamiento que ambos hacen del
problema de Satán al menos en dos puntos.
-
En lo que respecta a la adoración.
En Przbyszewski adorar a Satán significa
alimentar y ejercer la destrucción. En “Mono y Esencia” se adora a Satán
justamente para procurar su amistad y evitar la destrucción.
“Ape and Essence” (Pg.68) “Question: What is
the chief end of Man? Answer: The chief end of Man is to propitiate Belial,
deprecate His enmity and avoid destruction for as long as possible.” (Tr. “Pregunta: cuál es el Fin principal
del Hombre? El Fin principal del Hombre es agradar a Belial, deplorar su
enemistad y evitar la destrucción tanto tiempo como sea posible.”)
-
En lo que a las consecuencias finales se
refiere.
Huxley se muestra optimista. El autor inglés está convencido de que esa inclinación inherente del Mal hacia la destrucción terminará por conducirle tarde o temprano a su propia autodestrucción. La
autodestrucción del mal por el mismo mal, determinará según Huxley, el establecimiento
del auténtico y armonioso Orden de las cosas.
Pg. 148) Because He (Belial) can
never resist the temptation of carrying evil to the limit. And whenever evil is
carried to the limit, it always destroys itself. After which the Order of
Things comes to the surface again.
Por el
contrario, el autor polaco Przbyszewski
ha perdido toda esperanza. En su opinión a la destrucción del mal le sigue el
establecimiento de un Orden científico-filosófico dictatorial: una especie de
Neo-Inquisición de la que resulta imposible liberarse porque es la que domina
total y absolutamente las estructuras de la sociedad. Huxley en su obra “Mono y
Esencia” también considera la posibilidad de dicho Orden Neo-inquisidor, pero a
sus ojos cualquier dictadura, cualquier masificación, forma parte del mal y por tanto la existencia
de tal organización política significa que el mal persiste y aún no ha sido
vencido. Huxley cree firmemente en la fuerza individual del hombre para
encontrar o construir una salida y conseguir escapar de semejante situación.
No sólo
Przbyszewski se mostraría escéptico ante el optimismo que irradia el inglés; incluso
ensayistas como el profesor Dr. Ludwig
Büchner autor de la obra “Darwinismo y Socialismo o La lucha por el ser y la
sociedad moderna” (1894) le dirían a Huxley que es imposible que el hombre-individuo pueda sobrevivir en soledad e independencia en un mundo organizado como el nuestro.
Nuestro mundo es una jungla en la que el hombre-individuo no tiene cabida y por eso
destruir las estructuras existentes para levantar otras en su lugar resulta, de
facto, irrealizable. Lo único que se puede hacer es intentar reformarlas.
Tampoco la
huida individual es verosímil añadirá Przbyszewski.
El individuo está atrapado en sus miedos, en sus odios y en sus miserias. La
única salida que le queda es la muerte o la bebida. Salvo en sus primeros
escritos, Brecht aborrecerá que el
individuo recurra a la bebida para liberarse de las ataduras que le oprimen. Su
teatro didáctico muestra una y otra vez que únicamente estando sobrio puede el
individuo dirigir su comportamiento y sus actos, unirse con otros semejantes
que se encuentran en la misma situación que él y juntos superar la situación de
necesidad en la que se encuentran.(Esto es lo que Brecht denomina solidaridad.
Como vemos no guarda ninguna similitud con el significado que ha adquirido en
nuestros días por el cual “solidaridad” ha llegado a ser sinónimo de “caridad”
y “beneficencia”, que Brecht no soportaba por considerar que tales
comportamientos debilitan más que ayudan a los seres sobre los que dicha
caridad se ejerce.) Brecht advierte que refugiarse en la bebida conlleva
automáticamente dar la victoria al enemigo. Hasta cierto punto puede afirmarse que la bebida es, en Brecht, lo que
las diversiones de masa eran en Huxley: factores de enajenación del individuo,
impedimentos para desarrollar sus cualidades individuales, un obstáculo querido
y pretendido por los grupos opresores para evitar que el individuo potencie sus
potencias artísticas, intelectuales y vitales, para mantenerlo sujeto a sus
caprichos. Tanto la bebida en Brecht como las diversiones de masa en Huxley
son opiaceos, adormideras, introducidas en la sociedad para mermar el juicio
crítico y el conocimiento del individuo y lograr que la opresión se mantenga y
prolongue cómodamente, sin una gran oposición a la que hacer frente. A causa de
la bebida y de las diversiones de masa, el individuo permanece aislado e
incomunicado. No se trata de una individualidad plena sino de una
individualidad débil incapaz, debido justamente a este motivo, de unirse a los otros individuos, igualmente
debilitados.
Hanna Arendt
compartirá de algún modo dicha idea al afirmar que el problema del mal no
deriva tanto del mal metafísico como de la incapacidad del pequeño hombre para
pensar. Con ello la profesora alemana se une a la afirmación de Huxley que es el individuo, esa pequeña gota en el
océano, el que puede propiciar la hecatombe o detenerla.
En cualquier caso ninguno de ellos oculta su decepción con respecto a la
sociedad en la que viven. La pregunta por el mal ocupó a grandes pensadores de la época en un tiempo
tan terrible como aquél, en el que las convulsiones militares y sociales
diezmaron a la población europea al tiempo que el progreso ofrecía mayores
posibilidades de confort y de muerte. La posibilidad de que exista un acto
terrorista que propague una epidemia de alcance mundial aparece en “Hijos de
Satán”.
(„Aber
bist du nicht auf die Idee verfallen, Reinkulturen von Cholera- oder
Typhusbazillen zu züchten? Heh? (...) In einer Woche ist die Epidemie über die
ganze Provinz verbreitet“).
Huxley no cree que esto sea siquiera necesario: a
su juicio basta con que el pánico se contagie para que la población sea
rápidamente sometida, sin necesidad de haber siquiera disparado ni una sola
bala.
“Ape and Essence” (Pg.36) “All you need do is just to threaten your
neighbour with any of the weapons of mass destruction. Their own panic will do
the rest. Remember what the psychological treatment did to New York, for
example. The short-wave broadcasts from overseas, the headlines in the evening
papers. And immediately there were eight millions of people trampling one
another to death on the bridges and in the tunnels. And the survivors scattered
through the country-side, like locusts, like a horde of plague-infected rats.”
Desde la
perspectiva de Huxley, la adoración a Satán está organizada desde un punto de
vista religioso y encuentra su origen en la terrible hecatombe sufrida por la
Humanidad que les ha llevado a perder la fe en la esperanza, en el amor y en
ellos mismos. En cambio, para el autor polaco, Hijos de Satán son todos
aquéllos hombres que están poseídos por la desesperación, el miedo, el deseo de
venganza, el odio, la indiferencia hacia el dolor ajeno y sobre todo por el deseo
de destrucción. En Huxley, Satán aparece
como una consecuencia. En la obra de Przbyszewski, en cambio, Satán está en el
origen mismo. A los hijos de Satán de Przbyszewski no les importa que los
reformadores lleguen después. A ellos únicamente les preocupa la destrucción
por la destrucción misma.
En “Hijos de Satán” de Przbyszewski, la
destrucción es el Dogma a seguir, da igual para qué y por qué. La destrucción
es el principio y el fin de sí mismo. Destrucción para un mundo corroído por la
estulticia y la mentira. Muchos son los hijos de Satán que colaboran en tal
destrucción aunque ni siquiera se conozcan entre sí y muchos los que les siguen
porque se sienten atraídos por sus creencias aunque ellos mismos no creen en
nada. Cuando uno no cree en nada, admira al que cree en algo aunque ese algo
sea la destrucción por la destrucción misma.
Para
conseguir sus propósitos "los hijos de Satán" se valen de los revolucionarios aunque ellos mismos no
lo son. La revolución les resulta indiferente. La colectividad, la masa, la
unión conjunta de los hombres únicamente sirve a sus objetivos, igual que el
odio, el deseo de venganza y todos los sentimientos negativos. El amor no
existe salvo como medio para seguir destruyendo porque en cualquier relación
amorosa que se precie, uno siempre ama más que el otro y eso termina generando
insatisfacción y tristeza, sentimientos ambos que colaboran a la destrucción de
mismo modo que la desconfianza y cualquier sentimiento negativo. Los
sentimientos positivos se malinterpretan, se transforman y se deforman. Al
final quedan los fuertes, los destructores, los sin-sentimientos La destrucción
es, además, originada por la creencia en la destrucción. Una creencia que está
basada en una creencia fanática, que no es discutida, y que es llevada a la práctica sin que la
razón tenga que preocuparse de nada. Sus propias actuaciones carecen de
importancia para ellos y les resultan indiferentes. Es una razón acrítica y sin
juicio. Dicha obediencia descansa en la ciega obediencia a la creencia misma.
Esta
creencia en Satán tiene en dos aspectos en
Przbyszewski.
-Por un lado el metafísico. Dios, según
el nihilismo, ha muerto. La vida , escribe Przbyszewski en “Hijos de Satán”,
tal vez no necesite a Dios pero sí necesita a Satán, que habla a través de los
hechos y que es anterior a Dios.
-Por otro lado y aunque al principio lo
niegue, el aspecto social. Y ello en un doble sentido.
a)La crencia en Satán significa primeramente el establecimiento en la
sociedad de la contraposición a la creencia en Dios del pequeño burgués y del
rico judío. (El antisemitismo en 1897 está presente y bien presente). Se trata
por tanto de una rebelión de las clases bajas contra las clases medias que
tienen miedo de los ladrones y de los delincuentes y de destruir su religión
para en su lugar colocar la religión de Satán.
b)Sin embargo Satán no sólo simboliza la rebelión de las clases trabajadoras
contra el orden establecido por la clase social dominante y contra su Dios. Es
que además, potenciando la miseria social los destructores pueden potenciar la creencia
en Satán. Los destructores tratan pues de impulsar el paro y de provocar la
pobreza social para fomentar la creencia en Satán y expandir la ira y la
destrucción. (“Das Volk verfällt
immer dem Satan, wenn es keine Arbeit hat...“) En este sentido, el pueblo es considerado como un
estúpido al que se le puede dirigir y manipular como se desee (“...das ganze
Volk ist nur ein stupider Okonek, man kann es lenken und biegen, wie man will”.)
convirtiendo a la masa en una Bestia loca y desbocada.
En una
atmósfera así, los compasivos, los amables, los débiles, mueren sin remedio.
En cuanto a los reformadores a los que Przbyszewski se refiere son similares a
los que Huxley describe en el sistema teocrático que aparece en su novela “Mono y Esencia”. Aquí Huxley viene a
afirmar lo mismo y recoge, para expresarlo, una cita de Pascal: “Hacemos un
ídolo de la verdad, pero la verdad sin caridad no es Dios sino su imagen e
ídolo para la cual nosotros no necesitamos ni amor ni misas.”
“Ape
and Essence” (Pg.38) First Einstein:
“We, who lived only for Truth”
Narrator:
And that precisely is why you are
dying in the murderous service of baboons. Pascal explained it all more than
three hundred years ago. “We make an idol of truth; for truth without charity
is not God, but his image and idol, which we must neither love nor worship.”
You lived for the worship of an idol. But, in the last analysis, the name of
every idol is Moloch. So here you are, my friends, here you are.
La intelectualidad europea en su totalidad, ya sea
polaca, ya sea inglesa, se hace eco de la denuncia del racionalismo
cientificista carente de individualidad, de alma, de sentido o como se le
quiera llamar, que impregna la sociedad, encaminado al beneficio económico, al
progreso industrial sin medida, al nacionalismo colectivo y al egoismo
individual, cuyo único resultado no puede ser otro que la guerra, la
aniquilación y en última instancia la autodestrucción del hombre.
No
obstante el autor polaco establece un análisis más intensivo de la psicología
de estos reformadores del Orden. Los reformadores de Przbyszewski son hombres
que quieren ordenarlo todo científica y sistemáticamente: hombres sin ningún
resquicio para la sensibilidad, hombres sin alma. Hombres que en nombre de su
razón y de su Justicia, perpetran muertes y delitos sin pausa e infectan el
mundo con su veneno.
En Hijos
de Satán los hombres con sentimientos negativos, los fuertes, luchan contra los
hombres con sentimientos positivos, debilitados y condenados sin remedio debido
a la bondad de su carácter. La salvación es imposible. La única salida es la
muerte.
Huxley
analiza la situación desde un punto de vista intelectual-elitista. Los altos sacerdotes y
los científicos son los protagonistas de su obra. La salida es difícil pero
posible: es el individuo el que lo consigue. Huxley admitirá, y esto en su
concepción del mundo y de la vida constituye una auténtica revolución, que quizás el individuo solo tal vez no pueda
conseguirlo. Se hace necesario de un verdadero amigo y esta amistad verdadera,
esta confianza ilimitada, únicamente puede lograrlo el amor. El amor vence el
egoismo, rompe las puertas de la cárcel en la que había quedado recluido el
individuo, dota de nuevas energías al debilitado espíritu del hombre, le señala
nuevas metas por las que luchar. En definitiva, en la obra de Huxley, no la
colectividad, no la masa, sino el amor, es el valor, la luz, la fuerza, que
rompe los muros de la oscuridad e introduce nuevamente la luz.
Ape and Essence (Pg.148) “(...) the
Order of Things comes to the surface again.
But that´s far away in the future.
For the whole world, yes. But not
for single individuals, not for you or me, for example. Whatever Belial may
have done with the rest of the world, you and I can always work with the Order
of Things, not against it.”
Este final
es de alguna manera el reconocimiento de Huxley al hecho de que el hombre
individual ya no puede solo e individualmente enfrentarse al mundo. Necesita,
al menos, de un compañero con el que recorrer el camino y enfrentarse a las
dificultades. Esta solución fue, también la que siguió y amplió Bradbury en
“Crónicas Marcianas” (1950) y en “Farenheit 451” (1953) confiriendo a la familia , en la
primera de las obras, y a los pequeños grupos, en el segundo, la libertad y la
salvación del ser humano como tal. La pareja, la familia, el pequeño grupo,
como los refugios en los que el individuo puede hacer uso y desarrollo de su
potencia creadora, de su individualidad artística y conservar la cultura, la
verdadera cultura que a partir de allí nace. Porque si bien es cierto que el
hombre es lo que come, no lo es menos el hecho de que no sólo de pan come el
hombre.
Años,
décadas más tarde, alguien, David Foster Wallace, se encargará de demostrar a
ambos el sinsentido de estas esperanzas. Ni siquiera Belial resulta necesario
para destruir al hombre. El hombre, el solito se autodestruye sin más ayuda que
la suya propia: drogas, alcohol, éxito, fracaso, poco importa.El individuo, se
mire como se mire, ha muerto y tome el camino que tome, terminará tropezando
inevitablemente con una pared sin puerta y lo más probable es que antes de
darse cuenta la pared sin puerta lo haya rodeado total y absolutamente. Cuanto
más inteligente, cuanto más sensible sea el individuo, más terrible será su
sufrimiento.
¿Es esta la terrible realidad que nos aguarda?
Contestar a esta pregunta nos sume en una triple reflexión. Por un lado
metafísica: ¿Es cierto que el dominio
del Mundo pertenece a Belial? Por otro social: ¿Es cierto que el progreso y los
nacionalismos conducen a la destrucción del mundo? Finalmente la reflexión ha
de dirigirse a la cuestión antropológica ¿Es cierto lo que afirma Foster Wallace,
que el hombre individual no tiene más camino que la muerte?
Reflexión Metafísica.
¿Pertenece el dominio del Mundo a Belial?
Hasta cierto punto sí y hasta cierto punto no.
Negar
tajantemente el Mal y su influencia en la sociedad resulta tan necio como negar
tajantemente el Bien y sus efectos. Definir el Mal es complicado. Para algunos
la Totalidad es una moneda de dos lados, uno de los cuales es el Mal y el otro
el Bien; para otros, el Mal es la ausencia de Bien; hay quienes piensan que el
Mal es el alejamiento del Bien y a mayor separación mayor es el Mal. En mi
opinión el Mal es la sombra del Bien, como la oscuridad es la sombra de la luz.
Pero ¿quién puede contestar a esto satisfactoriamente? El hombre no es ni ángel
ni demonio, sino un ser débil que ha de utilizar de su inteligencia y de su
tesón para enfrentarse a fuerzas mucho menos intensas que el Bien y el Mal. Al
hombre, un simple vendaval le arrastra de su sitio.
Sin
embargo, al hombre le gusta elucubrar y elucubra. Eso no es peligroso, de hecho
puede ser incluso divertido, mientras sea consciente de que se trata de
elucubraciones y no tenga intenciones de convertir dichas elucubraciones en
teorías filosófico-científicas. El problema es que llega un momento en que el
hombre, en su emoción intelectual, determina que las elucubraciones no sólo son
teorías sino incluso teoremas matemáticos y ahí empiezan, sin lugar a dudas,
los conflictos que tantos dolores de
cabeza causan en la sociedad en la que influyen.
Una de
esas elucubraciones, que ni Huxley ni Przbyszewski ni el amigo de Russell, que
se había enfrentado al propio Satán en su febril pesadilla, se habrían atrevido
a considerar es la de Lucifer como “portador de luz”, Lucifer como el verdadero
Prometeo que trae a los hombres lo que Dios pretende negarles. Para Huxley,
Przbyszewski y el resto de los autores citados, el Mal y el Bien son dos
aspectos perfectamente delíneados y separados. Cuando el protagonista de “Hijos
de Satán” clama “destrucción”, no afirma ni por un sólo instante que ello vaya
a generar otros efectos que el caos y la miseria. Cuando los Hijos de Satán adoran a Satán igual que
lo adoran los ciudadanos de la sociedad postnuclear de Huxley, no creen ni por
un instante que estén adorando a ningún príncipe de la luz sino al príncipe de
la oscuridad y de las tinieblas. (“Ape and Essence” Pg. 79 “ To Belial in the
lowest!”) Para todos ellos Satán es el Mal y es el Mal Absoluto.
Ni Huxley ni los otros hubieran podido imaginar, y
de hecho ni siquiera en sus más angustiosos sueños lo hicieron, que la
inversión de valores a las que el nihilismo se refería (y que vuelvo a repetir:
hubieran podido muy bien ser interpretadas de otra manera) iba a conducir una
inversión incluso en la consideración de los más altos principios hasta llegar
a considerar, literalmente, a Dios el Tirano y a Lucifer, el instructor de
hombres y que encima lo hubieran presentado como una teoría, casi un teorema,
porque alguien descubre unas tablillas sumerias que hablan de Annunakis, serpientes y extraterrestres y qué se
yo, y en las que se afirma que Lucifer es el portador de luz al hombre, el
Prometeo que se enfrenta al Dios tirano para que el individuo pueda adquirir el
conocimiento que necesita para desarrollarse. La inversión de valores llega hasta el Absoluto de los valores. El
Bien es el Mal y el Mal es el Bien. Y lo dicen con una soltura, con una
seguridad, que a mí, francamente, me da miedo. Miedo por la gran confianza y el
poco criticismo con la que exponen su teoría: “si tienes dudas, consulta las
tablillas sumerias y lo verás”, afirman.
Curiosamente, y a pesar de lo que pueda parecer en
un primer momento, lo más seguro es que Huxley no pusiera demasiadas objeciones
a esta teoría, según la cual Lucifer es el Prometeo del Hombre, en tanto que le
da la llave del Progreso. Teniendo en cuenta las consideraciones del autor inglés acerca del
Progreso, lo más seguro es que les diera incluso la razón y les dijera que en
efecto, no otro, sino Lucifer, había sido el encargado de dar al hombre la
llave del Progreso pegada a unas cuantas banderitas.
Lo que separa a Huxley de estas teorías, como se ve a lo largo de la obra “Mono y
Esencia”, es que dicha acción lejos de constituir un beneficio para el ser
humano, forma parte de las maquinaciones del Mal para destruirlo a él y al
Planeta. El progreso para Huxley no es un beneficio, es el principio de la
perdición.
En
cualquier caso al escuchar semejantes teorías anunaki-luciferianas, no puedo
dejar de preguntarme qué pasaría si alguno de los descendientes de los que así
hablan encontraran dentro de miles de años un ejemplar de “Los viajes de
Gulliver” o de “Alicia en el País de las Maravillas”, o la cinta de una
película en la que los animales hablan. ¿Lo tomarían como una prueba irrefutable
de que en tiempos remotos los animales hablaban y las gentes cambiaban de
tamaño?
Hay otro
asombro: el de que crean a pie juntillas en el contenido de las tablillas
sumerias y no crean en la Biblia. Aunque seguramente si se decidieran a creer
en la Biblia, creerían como creen en las tablillas: a pie juntillas, y esto,
desde luego, supondría un nuevo problema.
Huxley no
se equivocaba. El progreso está destruyendo las potencias creadoras del hombre,
la facultad de soñar y de imaginar nuevos mundos y por eso ya no es capaz de
creer que hubo otros hombres que sí imaginaron y sí soñaron. Realismo mágico,
les llaman algunos. El nombre poco importa; lo importante es que la cultura de
la anti-cultura, que es otra forma del principio de “inversión de valores” permite
todo excepto considerar que los hombres no siempre escriben teoremas, ni
siquiera cuando se dedican a contar su vida, ni siquiera cuando cuentan su
historia.
Pero hay
algo más terrible todavía en estas teorías: la muerte de Dios no da paso a la
libertad del hombre. El “Si Dios no existe, todo está permitido” no significa
que ese “todo” sea lo mejor del individuo. Lamentablemente la muerte de Dios
conduce al caos y a la miseria moral, en un mundo en el que nadie se considera
responsable de nada ni de nadie, ni de él mismo.
Reflexión social
¿Es cierto que el progreso y los nacionalismos
conducen a la destrucción del mundo?
Sí.
A todos
aquéllos que quieran informarse de esta cuestión con más precisión les remito
al trabajo que publiqué en su día titulado “VI.
“Contrapunto.” (1928) Aldous Huxley. Huxley y las fuerzas oscuras. Apareció en
este mismo blog: “El libro de la semana” el día 3 de Octubre del 2013.
En
cualquier caso, los recientes encuentros en París de los mayores mandatarios
del Planeta para encontrar soluciones al calentamiento de la Tierra producido
por la acción del hombre y cuyos efectos son cada vez más dramáticos, la
contaminación que sufren los países en vía de desarrollo y las grandes
ciudades, el terrible estado en el que se encuentra el Mar debido a los
residuos plásticos, a la pesca sin medida, al vertido de petróleo y de otras
sustancias tóxicas, la contaminación ambiental causada por el ruido y las
luces, e incluso la contaminación espacial motivada por el número de satélites
que rodean la Tierra, debería servir de ejemplo para considerar como ciertos
los temores de Huxley.
Sería
mejor acudir a la Biblia que ir a las tablillas sirias. La Biblia no es un
libro ni para niños ni para necios. Las interpretaciones de sus historias son
muy complejas y algunas se transmiten, igual que las interpretaciones de
algunos libros, de manera automática y muy poco crítica. Una de ellas es la
historia de Esaú, a la que ya dediqué uno de mis blogs. La historia de Marta y
de María es otra. Su análisis se centra en la distinción entre vida activa y
vida contemplativa y deja a la mujer limitada a elegir entre dedicarse a la
casa o dedicarse al rezo, cuando lo cierto es que es en la actitud de María
donde la mujer encuentra el permiso, por denominarlo de algún modo, para
adentrarse en el conocimiento teórico. En efecto, quizás sea posible ser un
buen hombre sin necesidad de estudios, quizás sea posible tener una visión
divina siendo un pequeño e ignorante pastorcillo pero desde luego es imposible
dedicarse a la contemplación de Dios sin dedicarse al estudio de sus Obras y
esto, sencillamente, porque Dios es inefable y sólo a través de sus Obras
podemos acercarnos a Él y adorarlo. Uno no puede amar a nadie en la ignorancia.
Amar en la ignorancia es adoración pagana. Por eso es tan importante el estudio
racional y crítico para aquéllos que aman a Dios y le dedican su vida. Desde este punto de vista María abre la puerta al desarrollo de las facultades intelectuales de la mujer.
Pero
volviendo a la separación entre la acción y la contemplación: en el Nuevo
Testamento Jesús asegura que María se ha llevado la mejor parte. Ése era el
momento en el que al oírlo en la iglesia, mi abuela solía decirme en voz baja:
“¡Y tanto que se ha llevado la mejor parte! No hace nada...”
A decir verdad mi abuela jamás entendió las explicaciones que le ofrecieron los distintos sacerdotes que conoció a lo largo de su vida y que consistían más o menos en afirmar que no hay que afanarse demasiado por la vida material, que las obras son importantes pero la oración lo es más. Entonces, con aquélla socarronería que la caracterizaba exclamaba: “¡Bueno padre, pues ya nos dedicaremos todos a la oración y a ver quién le sirve a usted la comida y le da de comer y beber a los aniamles!” Y sólo de pensar cómo sería entonces el mundo le daba la risa.
A decir verdad mi abuela jamás entendió las explicaciones que le ofrecieron los distintos sacerdotes que conoció a lo largo de su vida y que consistían más o menos en afirmar que no hay que afanarse demasiado por la vida material, que las obras son importantes pero la oración lo es más. Entonces, con aquélla socarronería que la caracterizaba exclamaba: “¡Bueno padre, pues ya nos dedicaremos todos a la oración y a ver quién le sirve a usted la comida y le da de comer y beber a los aniamles!” Y sólo de pensar cómo sería entonces el mundo le daba la risa.
No
obstante el tiempo me ha obligado a aprender la verdad que encerraba esta
interpretación eclesiástica que tanto molestaba a mi abuela, hasta el punto de
no aceptarla. Es cierto y ella tenía razón: sin la actividad no es posible
organizar una familia y mucho menos una familia dedicada a las actividades
agrícolas, pero cuando todo se centra en lo material, lo material, como
sostenía la interpretación de los teólogos, hunde. Mi abuela nunca fue capaz de
entenderlo porque su actividad material no excluía lo espiritual, porque esa
actividad material era producto del amor que sentía por mi abuelo, por su
familia, por el mundo. Su actividad iba cargada de emociones y sueños. Por eso
no lo entendió jamás.
Mi generación sí.
La
actividad por la actividad misma, la actividad para potenciar la autoestima, la
actividad para despertar la admiración y el respeto, la actividad sin sentido,
sin causa, la actividad consistente en correr tras una zanahora cada vez más
difusa, el diablo corriendo tras su cola... Sí. Aquéllo que mi abuela nunca
pudo entender, lo descubrió mi generación. Y el final de esa actividad sin sentido, sin
espíritu, es, no podía ser de otro modo, un burn out. El burn out que ninguno
de nuestros abuelos padeció pese a que la cantidad de trabajo al que habían de
hacer frente era mayor que el que nosotros hemos de sacar adelante y el número de diversiones escasas. El burn out que ninguno de los verdaderos grandes hombres sufre
aunque diariamente deben solucionar cientos de obstáculos y contrariedades. El
motivo es que la actividad de todos ellos está imbuída del espíritu, por el espíritu sincero
y no por el espíritu social de las apariencias que tarde o temprano termina
agotando y que tantos sinsabores y frustraciones conlleva, no por los
obstáculos en sí sino por la ausencia de un verdadero espíritu en el que apoyar
el cansancio.
Reflexión antropológica
¿Es cierto
lo que afirma Foster Wallace, que el hombre individual no tiene más camino que la desesperación irresoluble, silenciosa y colectiva aunque incomunicable, o la muerte?
No.
Dios, el
hombre y Satán. Un ménage à trois que como todo ménage à trois que se precie
lleva aparejado el dolor, la rivalidad y los celos ; eso sin contar las
funestas consecuencias que acarrea. En ese ménage à trois el que lleva la peor
parte por tratarse de la parte más débil es, no cabe duda, el hombre. Su falta
de fuerzas le impide cumplir los exigentes preceptos divinos y le precipita en
un primer momento a la tentación. A la tentación le sigue la desesperación y a
ésta el pesimismo. El derrotismo le inclina a aceptar cualquier doping que se
le proponga, da igual quién se le
proponga. Como todos sabemos quién es ese “quién”
podemos deducir fácilmente que tales relaciones terminan por abocarle a la
perdición de la que muy probablemente le salve “in extremis” el mismísimo Dios,
siempre y cuando el hombre reconozca su error y le suplique la redención.
En
cualquier caso debo reconocer que jamás me había planteado el asunto demasiado
profundamente. Dios es el Bien. Satán es el Mal y la comunicación entre ellos
es prácticamente imposible. Entre estos dos polos extremos está el hombre.
Pero hace
un par de días escuché por casualidad la lectura de un pasaje de la Biblia que
me estremeció. Un pasaje que yo misma había leído y oído cientos de veces y que
ahora, de repente, golpeaba mi alma y mi mente. ¿Cuántas veces es necesario leer
dos, tres líneas, para que éstas logren presentarse ante nuestros ojos con
total nitidez? ¿Cuántas veces las pasamos por alto inconscientemente a fin de evitar el desasosiego que nos causaría su descubrimiento?
El pasaje
que escuché es el de Job. Uno de los
libros más bellos, más humanos, más cabales de toda la Biblia. Las líneas que
tanto me turbaron se encuentran al principio.
“Un día, cuando los Hijos de Dios venían a
presentarse ante Yahvéh, se presentó también entre ellos Satán. Y Yahvéh dijo a
Satán: “¿De dónde vienes?”. Satán respondió a Yavéh: “De recorrer la tierra y
pasearme por ella.” Y Yavéh dijo a Satán: “¿No te has fijado en mi siervo Job?
¡No hay nadie como él en la tierra; es un hombre cabal y recto, que teme a Dios
y se aparta del mal!”
Respondió Satán a Yavéh: “¿Es que Job teme a Dios
de balde? ¿No has levantado tú una valla en torno a él, a su casa y a todas sus
posesiones? Has bendecido la obra de sus manos y sus rebaños hormiguean por el
país. Pero extiende tu mano y toca todos sus bienes; ¡verás si no te maldice a
la cara!” Dijo Yavéh a Satán: “Ahí tienes todos sus bienes en tus manos. Cuida
sólo de no poner tu mano en él.” Y Satán salió de la presencia de Yavéh.”
Y bien,
probablemente a ustedes el contenido no les importune. A mí me sumió en la
confusión y en el caos, pero he de admitir que más que de una confusión y de un
caos emocional, se trataba de una confusión y de un caos racional.
En primer
lugar: Dios y Satán, los seres antagónicos por excelencia, se reúnen y dialogan.
En segundo
lugar: Dios alardea de su siervo Job
ante Satán como si Satán fuera su igual.
En tercer
lugar: Satán, no podía ser de otro
modo, duda de la lealtad de ese
siervo y propone someterlo a prueba.
En cuarto
lugar: Dios, el mismísimo Dios, se
deja sugestionar, ¿o debería decir mejor “tentar”, por la duda que Satán ha
expresado y decide poner a Job a prueba.
¿Pueden
ustedes imaginar el terrible dolor de cabeza que he venido sufriendo desde
entonces?
Que Dios y
Satán dialoguen como si se encontraran todos los días ya es turbador: -
“¡Hola!, ¿qué tal?, ¿de dónde vienes?” – “Pues nada, de dar una vueltecilla por
el mundo...”
Que Dios,
el mismísimo Dios, presuma de siervo ante alguien como Satán sume aún más en el
sobresaltado asombro; pero que encima Dios, el mismísimo Dios, se avenga a
aceptar la propuesta de Satán, que decida participar en lo que al día de hoy
podría ser calificado por muchos como “apuesta”, termina de anodadar al más
templado.
De repente
no tuve más remedio que enfrentarme al dichoso problema del mal. Según lo leído
¿Es el problema del mal una apuesta entre Dios y Satán al estilo de la apuesta
que hacen dos ancianos en una película de Hollywood titulada “Trading Places”?
¿Es el hombre un simple juguete? ¿un mero experimento? ¿Dios envía el mal a sugerencia de Satán, para demostrarle a Satán, que todavía
hay un hombre honesto que se resistirá a caer en las redes del mal? ¿Significa
que la monstruosidad de Satán consiste precisamente en su poder seductor del
cual ni el mismísimo Dios parece poder librarse?
Y sin
embargo en este pasaje de la Biblia aparentemente sin sentido, hay un mensaje
oculto, un mensaje profundo, que explica el auténtico mensaje de este ménage à
trois: Fuerte o débil, caído o levantado, es el hombre el que tiene la última
palabra. Dios no le tiene atado. Satán tampoco. Lo que estas líneas del Libro
de Job pone de manifiesto no es la debilidad de Dios ni la debilidad del hombre
sino la debilidad del mal –que no cree en la libertad del hombre, que no cree
que la libertad pueda llevar aparejada la virtud.
El diálogo que mantienen Dios y Satán en el libro
de Job es el diálogo nihilista: Si Dios
no existe, todo está permitido.
Ese “todo
está permitido” conducirá al hombre, dice Satán, a la perdición.
Sin
embargo, Dios en su absoluta confianza en el hombre, ese hombre débil que Él ha
creado, del que tan orgulloso se siente a pesar de saberle débil, sabe (es Dios quien lo sabe) que ese “todo
está permitido” es justamente el inicio de la libertad y de la libertad para el
bien humano, auténticamente humano, para la virtud responsable y consecuente.
Es Dios
quien se aleja esta vez del hombre y no al contrario, que es lo que normalmente
sucede.
Dios se aviene a alejarse, a morir, a dejar de estar al lado de su obra más querida.
No.El nihilismo no nace con Nietzsche. Es en la Biblia donde ya se plantea este problema. Dios se aleja y con ello permite ese nihilista: “Si Dios no existe, todo está permitido”, pero no porque se deje tentar por Satán como en un primer momento podría creerse, sino para mostrar al hombre la fuerza oculta y desconocida que éste posee en su interior sin que él mismo sea consciente de ella. Dios deja al hombre solo y le dice “Levántate y anda” porque Dios sabe que el hombre puede levantarse y puede andar sin necesidad de sujección.
Dios se aviene a alejarse, a morir, a dejar de estar al lado de su obra más querida.
No.El nihilismo no nace con Nietzsche. Es en la Biblia donde ya se plantea este problema. Dios se aleja y con ello permite ese nihilista: “Si Dios no existe, todo está permitido”, pero no porque se deje tentar por Satán como en un primer momento podría creerse, sino para mostrar al hombre la fuerza oculta y desconocida que éste posee en su interior sin que él mismo sea consciente de ella. Dios deja al hombre solo y le dice “Levántate y anda” porque Dios sabe que el hombre puede levantarse y puede andar sin necesidad de sujección.
Dios le ha dado la fe y le deja a solas con su libertad.
Satán cree
que la fe del hombre depende del bienestar material y sin éste, el hombre abandonará la fe y por tanto, la libertad condenará al hombre.
Dios sabe
que la libertad dignificará al hombre.
Dios se
aleja y deja al hombre a solas con Satán para que el hombre comprenda que la
libertad, lejos de debilitarle, le llena de energía.
Pensé en
mi abuela y en lo satisfecha que se sentía de lo que hacía, del empeño que
ponía en cada acción, del espíritu y la alegría que la animaba por cada
resultado positivo que obtenía y lo crítica, al mismo tiempo que era consigo
mismo, cuando las cosas no salían como
ella consideraba que debían
salir. "Sí", me dije. Es necesario que el hombre pueda estar orgulloso de lo que
hace y de lo que es para que pueda enfrentarse a todos los males de este mundo
y del siguiente. Es necesario también, que sea crítico consigo mismo y que
disponga de una valoración por la cual regir sus aciertos y sus errores.
El
problema de Marta, en la historia de Marta
y María, no fue que Marta trabajara, el problema de Marta es que no
queriendo ya trabajar no consentía, sin embargo, en sentarse. La falta de una
motivación interna por la que trabajar unida a ese no consentir en sentarse porque había que atender a los otros para
que alabaran su laboriosidad o simplemente para satisfacerlos, le impedía por
un lado disfrutar del trabajo, enorgullecerse plenamente de ella misma, puesto
que lo que estaba esperando era satisfacerse a partir de la admiración del
exterior y como esa admiración del exterior no venía (Jesús y María estaban
ocupados en otras cuestiones) no podía sentirse contenta consigo misma, y por
otro, la frustración la apremiaba a ir contra su hermana que descansaba en paz
y feliz consigo misma haciendo lo que quería realmente hacer sin importarle la
opinión de los demás. Es también el fallo de ese lema que constantemente anima a "pensar en positivo", como si por el simple hecho de pensar en positivo pudiera obtenerse el triunfo social por arte de magia y sin esforzarse demasiado. Es el peligro que encierra la realidad virtual cuando deja de ser virtual y se descorre el velo dejando a la luz la vaciedad que ocultaba.
En cambio, cuando Dios se aleja de Job, la
estrategia de Job consiste en “no moverse”, en no hacer nada, en seguir siendo
como siempre ha sido, ni más ni menos.
En primer
lugar porque lo que ha sido lo ha sido sinceramente y no podría haber sido de
otro modo.
En segundo
lugar porque se siente profundamente satisfecho de su forma de ser y de actuar.
Job no está harto ni de ser como es ni de hacer lo que hace. Al contrario: Job
es un hombre contento de ser lo que es y de hacer lo que hace y por tanto no ve
el motivo para comportarse de forma distinta a como lo ha hecho hasta ese
momento. Con o sin Dios, la fe de Job es inamovible y su conducta también. No ha pensado en positivo ni se ha encerrado en ninguna realidad virtual que se precie. Simplemente ha resuelto seguir una forma de vida y de ser, y se mantiene fiel y leal a sus resoluciones. Esto es: inamovible.
Job no se
mueve porque está profunda e inamoviblemente convencido de lo que siente y de
lo que hace y de esta sincera convicción provienen sus actos, sus palabras y
sus ideas. Todo en Job es sincero. Con Dios o sin Dios la autenticidad, la sinceridad,
la convicción de Job, prevalecen vivas.
Job no
pretendía satisfacer ni impresionar a nada ni a nadie. Las buenas obras de Job
no son para la sociedad sino para su
Dios,para su Dios, para el Dios que él,
Job, ha aceptado como su Dios porque
cree firmemente en ese Dios y no en otro, sin palabrería y sin vanagloria.
Las buenas
obras de Job no nacen de un objetivo: el alcanzar el cielo o la admiración de
los hombres, por ejemplo, sino de una decisión que nace de una convicción
personal e individual y en tanto que personal e individual esa decisión y esa
convicción son inamovibles.
Job es el
hombre que se da importancia a sí mismo y, por tanto, concede importancia no
sólo a todo lo que él, Job, determina sino también a las consecuencias que de
esa resolución se derivan. Job se considera la columna que sostiene a su
familia y la columna que se asienta en las generaciones pasadas. Es necesario
pues, que se considere seriamente a sí mismo. Un hombre así no puede tomar a la
ligera sus creencias. Job permanece leal a Dios porque permanece leal a sí
mismo. Job no es un tornillo ni está dentro de ningún proceso del que no se
puede salir. Dios se ha alejado de Job pero Job sigue fiel a sus creencias y a
sí mismo y en tanto que fiel a sí mismo, a lo que es, a lo que hace, a lo que
piensa, Job sigue siendo fiel a Dios porque Dios era una de las firmes
creencias de Job.
Job se
sabe libre y otorga a esa libertad un valor que Satán desconoce. Lejos de ser
su perdición y la causa que lo precipitará en los abismos, como piensa Satán,
la libertad constituye el anclaje de Job (y del hombre) porque esa libertad es
la que permite el nacimiento de unas convicciones que son suyas y nada más que
suyas y de unas resoluciones que sólo él mismo se ha dictado y que sólo él se ve
obligado a cumplir. Este hombre, Job, el hombre que se toma en serio, es el
hombre, también, que resiste al cinismo; el hombre que no es ni el primer ni el
último hombre y que, justamente por ese motivo, sabe lo importante que sus
convicciones y sus resoluciones son y de ahí: un hombre, una palabra, un hecho.
Malos
tiempos para detenerse en la actividad y en la contemplación, susurran algunos.
Malos
tiempos para las convicciones, suspiran. Malos tiempos para la inmovilidad,
concluyen.
¿Malos
tiempos?, pregunta Benedicto XVI con socarronería; mira de soslayo a Lutero, el
otro inconmovible, que está a sus espaldas, y regresa a su estudio.
El hombre
en una sociedad industrial se encuentra inmerso en un proceso en el cual la
supervivencia solitaria resulta difícil. Un individuo solo no solamente tiene
que hacer frente al peligro que casualmente encuentra en su camino, es que se
convierte –además- en un objetivo fácil para los depredadores de la jungla.
Aparentemente pues, resulta conveniente agruparse, buscar aliados, pero no como
en el caso de Huxley porque los lazos que unen son los del amor, ni siquiera
los de la amistad. No. Uno busca aliados por el puro y simple interés de
procurar la protección frente a los depredadores. Es entonces cuando la
personalidad del individuo se debilita. Uno tiene que acomodarse al grupo, a lo
que dictamine la voz más fuerte. El uno desaparece para dar lugar al grupo. El
uno se diluye. Sí, - es cierto -, puede mantenerse a costa de imponerse sobre
el grupo pero incluso esta imposición es limitada porque si atraviesa
determinadas barreras corre el peligro de quedar abandonado a su suerte. Así
pues, incluso el que rige tiene que estar constantemente sopesando no lo que
desea sino lo que desea la mayoría del grupo, atender no a sus verdaderas y
sinceras consideraciones sino a las deliberaciones del resto de los
componentes. El hombre deja de estar amenazado para transformarse en un
individuo débil que para no permanecer solo no puede tomar ninguna de sus
convicciones en serio, ninguna de sus creencias. Esta debilidad individual es
la que da origen a la sociedad débil. El individuo débil deviene un individuo
cínico. La sociedad débil llega a ser una sociedad cínica.
Tanto el
individuo débil-cínico como la sociedad débil-cínica están poseídos por el
miedo. Su hedonismo histérico, su nerviosismo agresivo, su violencia verbal, la
desconexión entre sus palabras y sus actos, nacen justamente de ese miedo a la
autenticidad, a la realidad, a la sinceridad.
El hombre sólo puede ser hombre siendo individuo y
sólo puede ser individuo si cree firmamente en sus creencias y en sus ideas.
Lo radical se impone como algo
imprescindible. Lo radical, que no el radicalismo.
Los
momentos difíciles, sean del tipo que sean, exigen el ser radical. Ser radical
es lo que la mística en la religiòn: una actitud individual, intransferible,
sincera y racionalmente sentida – en otro caso un místico no sería un místico
sino un loco.
Sin
embargo, en los momentos difíciles la mayoría prefiere abocar en el radicalismo, que es justamente el lado comunitario, masificado,
jerárquicamente establecido, la organización colectiva y reglada de lo
comunitario que necesita de un lider al que seguir. Como dice unos de los
personajes en “Hijos de Satán”: te sigo porque crees en algo y yo no. Esa falta de creencia personal, esa falta de
una convicción personal radical es la que provoca la radicalización de las
masas, los populismos, el sinsentido, la locura, el cinismo. Aunque pueda
parecer contradictorio, los hombres se radicalizan en el radicalismo porque no son radicales.
Como observaba Montesquieu en sus “Cartas Persas”, los hombres eligen
príncipes a los que obedecer cuando les resulta demasiado duro obedecer a sus
propias reglas. La soledad es dura; poseer un par de convicciones radicales e
individuales que guíen y den sentido a esa vida individual aunque se opongan a
los dictámenes sociales, mucho más. No es fácil mantener la convicción. El
propio Isaac B. Singer reconoce que
la mística se transforma en religión en cuanto deja de ser solitaria, individual
y se ordena a base de reglas. El radicalismo es siempre social y jerarquizado pero justamente por este motivo más cómodo de cumplir y de amoldarse a él. Es
por eso por lo que lo individualmente radical termina muchas veces generando
en el radicalismo colectivo. Esos hombres radicales, esos individuos que creen en lo que
dicen y hacen “contagian” a los hombres de personalidades débiles: a esos que
no creen en nada, a esos que no confian en sus propias creencias, a esos
hombres flexibles del hoy digo una cosa y mañana otra porque ni lo que dicen
hoy ni lo que dicen mañana reviste una gran importancia para ellos. No pueden
ser individualmente radicales porque no se toman en serio ni a ellos ni a lo que piensan y no
se toman en serio porque viven sumidos en la superficialidad del momento y justamente por este motivo no dudan en abrazar los enunciados del individuo radical y convertirlos en premisas colectivas y radicalistas.
Lo radical
nunca es dogmático porque es individual, sino -utilizando las palabras de Kant - categórico, y es siempre constructivo porque el
individuo radical se toma en serio a él y a su existencia. Incluso cuando
aparentemente parece que está destruyendo no está haciendo en realidad que lo
que hace el ama de casa cuando se dedica a hacer limpieza general: sacar todo
de los cajones para decidir lo que sirve de lo que no y tirar lo que ya no se
necesita. En un mundo dedicado sólo y exclusivamente a las relaciones sociales
no queda tiempo ni para la personalidad radical ni para las limpiezas generales
de los cajones. Y así hasta las personalidades que un día fueron radicales
terminan siendo personalidades apolilladas y rancias y creen que apuntándose al radicalismo volverán a recuperar aquélla primera individualidad radical
perdida. Se equivocan, claro. El radicalismo, que es lo que lamentablemente está expandiéndose en nuestros días,es
siempre dogmática porque siempre busca seguidores: o conmigo o contra mí, y
siempre es destructiva. Y lo es porque la masa, como muy bien afirma Philippe Claudel en su “Informe Brodeck” es, incluso cuando ríe,
incluso cuando aparenta diversión y alegría, una bestia sedienta de sangre.
Por eso el radicalismo aunque tome la apariencia de Utopía o de Reforma del Orden es, a
juicio de Huxley y de Przbyszewski inefectivo. Las Utopías en el caso de
Huxley y los reformadores del Orden en el caso de Przbyszewski en lo único que
piensan es en conseguir su objetivo y para ello no dudan en utilizar cualquier
medio que sirva a este propósito por inhumano que sea.
El
individuo tiene miedo a ser radical porque no se toma en serio a sí mismo y no
se atreve a tomarse en serio. Por eso se sumerge en lo social: va a la búsqueda
de un refugio. La soledad le convierte en una presa fácil para los depredadores; más
aún: la soledad atrae a los depredadores.
Se lleva el radicalismo y no lo radical porque el radicalismo no exige la
sinceridad absoluta. En cambio la sinceridad constituye en la individualidad
radical un requisito sine qua non.
El radicalsmo no exige el compromiso individual, la entrega completa en cuerpo
y alma a ese fin.
Lo radical
exige ese compromiso individual absoluto.
El radicalsmo exige la obediencia absoluta a las normas, a las reglas
elaboradas por la jerarquía. Lo radical no exige la obediencia.
Lo radical
exige la creencia individual sentida y razonada y a partir de ahí surge el
seguir los criterios individuales de uno que no pueden ser hoy unos y mañana
otros porque en esos criterios va el alma entera y el alma no cambia fácilmente
de lugar.
El radicalismo exige la obediencia.
Lo radical
exige el compromiso.
El radicalismo origina y mantiene grupos sociales porque está basada en el
temor. ¿Qué es el miedo? La definición de Huxley es magistral. En su opinión (“Mono
y Esencia”) si el amor acaba con el miedo, el miedo acaba con el amor. Pero el
miedo no destruye sólo el amor; también la inteligencia, la belleza y la
verdad. Lo que queda es un silencio producido por la desesperación del que
intuye la obscena Presencia en la esquina de la habitación y sabe que la puerta
está cerrada y que no hay ventantas por las que poder escapar. Y ahora esa cosa
se dirige a él - siente una mano sobre su hombro, huele un
apestoso aliento- y se inclina hacia él casi amorosamente como hace el asistente
del verdugo. Ha dejado de existir un hombre entre sus prójimos, ya no existe un
ser racional hablando articuladamente a otros seres racionales. Lo único que
encontramos es un animal herido, gritando y luchando en la trampa. Porque el
miedo termina expulsando del hombre incluso su humanidad. Y el miedo, mis
buenos amigos, es aquéllo en lo que se basa y funda la vida moderna. El miedo es la consecuencia de la tan pregonada tecnología que, mientras por un lado incrementa los niveles de vida, aumenta, por otro, la
probabilidad de una muerte violenta. Miedo de la ciencia que coge con una mano
mucho más de lo que tan abundantemente da con la otra. Miedo de las
instituciones demonstrablemente funestas por las cuales, en nuestra lealtad
suicida, estamos preparados para matar y morir. Miedo de los Grandes Hombres
que hemos erigido por aclamación popular al Poder que ellos inevitablemente
utilizan para asesinarnos y esclavizarnos. Miedo de la Guerra que no queremos
aunque hacemos todo lo necesario para causarla.
“Ape and Essence” (Pg.36, 37)
“Love casts our fear; but conversely fear casts our love. And not only love. Fear also casts out
intelligence, casts out all thought of beauty and truth. What remains is the
dumb or studiedly jocular desperation of one who is aware of the obscene
Presence in the corner of the room and knows that the door is locked, that
there aren´t any windows. And now the thing bears down on him. He feels a hand
on his sleeve, smells a stinking breath, as the executioner´s assistant leans
almost amorously towards him. (…) There is no longer a man among his
fellow-men, no longer a rational being speaking articulately to other rational
beings; there is only a lacerated animal, screaming and struggling in the trap.
For in the end fear casts out even a man´s humanity. And fear, my good friends,
fear is the very basis and foundation of modern life. Fear of the much touted
technology which, while it raises our standard of living, increases the
probability of our violently dying. Fear of the science which takes away with
one hand even more than what it so profusely gives with the other. Fear of the
demonstrably fatal institutions for which, in our suicidal loyalty, we are
ready to kill and die. Fear of the Great Men whom we have raised, by popular
acclaim, to a power which they use, inevitably, to murder and enslave us. Fear
of the War we don´t want and yet do everything we can to bring about”
Lo radical
parte del convencimiento individual y mantiene al individuo como individuo, por
eso además de la sinceridad exige la virtud de la valentía.
Conclusión
Hoy como
ayer Lutero, Kant, Nietzsche y Huxley tienen razón y la tienen porque exigen
hombres sinceros radicalmente sinceros consigo mismos. Es necesario que en una
sociedad exista un pequeño número de hombres (a Dios le bastaba con uno: Job)
que se tomen en serio a sí mismos y se atrevan a creer, a padecer e incluso a
morir por sus creencias. Stephan
Zweig siempre consideró a Servet un necio por haber ido a discutir ideas que no
podían ser probadas a la cueva del lobo Calvino. Brecht pensaba lo mismo de
Giordano Bruno, aunque muriera por una verdad demostrable. Lo más importante es
mantener la vida porque sólo manteniendo la vida puede destruirse al tirano,
esperando a que éste, ahogado en su propio poder, muera antes. Lutero se
enfrentó a la poderosa Iglesia Católica con la famosa frase “Heme aquí. No me
es dable hacerlo de otro modo”
Zweig se
suicidó. Brecht terminó sus días tristemente por más que le amparara el éxito
social. La fuerza de Lutero llega hasta nuestros días.
Ludwig
Büchner autor de la obra “Darwinismo y Socialismo o La lucha por el ser y la
sociedad moderna”, afirmaba en su obra que en una sociedad industrial como la
nuestra, el hombre individual y solitario estaba condenado a morir y que se
hacía, por tanto, necesario agruparse para sobrevivir. Desde mi punto de vista
el problema de esta agrupación es que al tratarse de una agrupación cuya única
finalidad es la supervivencia y no el desarrollo auténtico de la
individualidad, cada uno de ellos ha de ceder una parte de ellos, incluso la
jerarquía ha de hacerlo para permanecer en el poder. Al final estas
agrupaciones terminan siendo reuniones de individuos débiles y cínicos y por
eso cada vez es mayor el número de individuos que dichas reuniones precisan
para mantener su fuerza. En cambio, el hombre solo y radical mantiene su fuerza
interior intacta y vencerle resulta cada vez más complicado.
Lutero, Kant, Nietzsche y Huxley tienen razón.
Es preciso ser sincero con uno mismo; radicalmente sincero; es fundamental
tomarse a sí mismo en serio: su vida, su existencia y su muerte para poder ser radicalmente valiente y defender su individual bastión, cueste lo que cueste. Hoy, como
ayer, la individualidad absolutamente sincera, absolutamente consecuente y por
tanto, absolutamente radical y arrojada, es lo único que puede ayudar a vencer al Mal.
Dudo mucho
que yo misma pueda considerarme una personalidad radical. La sociedad de hoy es
compleja y los diferentes medios de comunicación así como el fenómeno de la
globalización la hacen parecer aún más compleja de lo que es. El hombre se
siente más pequeño de lo que es y más indefenso de lo que está y busca protección. En esa falta de confianza
de la individualidad en sí misma es donde una y otra vez se han apoyado los
populismos a lo largo de la historia. Y como decía Battiato en una de sus canciones:
qué difícil es permanecer quieto y callado cuando todo afuera hace ruido...
Es
difícil, sí. Y lo último que yo quisiera
es considerarme a la altura de las personalidades realmente fuertes, radicales
e independientes del mundo.
Mi
objetivo es, ése sí, explicar que son esas personalidades -independientes y
radicales- las que mueven y sostienen el mundo, las que consiguen que un
individuo pueda llamarse a sí mismo individuo.
No. Tal vez nosotros no lo seamos.
No. Tal vez nosotros no lo seamos.
Fuerza es
saber, sin embargo, que es importante atreverse a intentar serlo.
Por lo
menos, intentarlo.
Isabel
Viñado Gascón
Nota final.
Escribir un blog sobre un libro es una tarea sumamente complicada, entre
otras cosas porque el autor ignora cuáles son los motivos que han llevado a
esos lectores a introducirse en internet y teclear el nombre del título o del
escritor. ¿Se trata de una simple curiosidad? ¿Es el simple deseo de conocer el
argumento lo más rápido y brevemente posible a fin de decidir en cuestión de
segundos si la obra merece o no la pena, o la búsqueda del contenido y el
análisis que en unas pocas horas, tal vez minutos, va a ser exigido en algún
exámen? ¿Encierra, tal vez, el interés de un consumado lector por conocer
diferentes opiniones acerca del libro que acaba de leer y con el que tanto ha
disfrutado o simplemente recordar el contenido de una olvidada lectura?
¿Pretende iniciar un diálogo, imposible en su entorno, acerca de esas páginas
que tanto acaban de impresionarle? ¿Debe el autor de un blog citar o no? ¿Debe
realizar un análisis exhaustivo que incluya las consideraciones acerca de la
forma, el estilo y los giros lingüísticos? ¿Ha de proporcionar los datos acerca
de la vida del escritor y de la situacion socio-política en la que ese libro
fue concebido? ¿Cuánto espacio ha de quedar resguardado para su propia opinión?
Contestar a todas estas preguntas es tarea sumamente difícil. Agradar a cada uno
de los lectores, prácticamente imposible. La mayoría no dispone de mucho tiempo
para leer y busca más una guía que un exhaustivo análisis. Sin embargo, para el
escritor de blogs, el blog es una parte de sí mismo. No sólo ha leído un libro,
no sólo ha dedicado un par de minutos a pensar sobre él. La lectura ha
resultado tan intensa, tan profunda, que las palabras han dejado de ser meros
vocablos para convertirse en Ideas vivas y vigorosas que ofrecen a la vida
solitaria que transcurre en alta mar nuevos horizones a los que dirigir la
vista y el alma. Horizontes que le han transportado casi sin pretenderlo a nuevos lugares de pensamiento, a nuevas
reflexiones, a nuevos puertos en los que marineros y piratas de todo el mundo
beben, comen y cantan juntos antes de echarse nuevamente a la mar. No resulta
fácil ni para los marineros ni para los piratas integrarse en una sociedad de
hombres cuando uno ha luchado contra serpientes marinas, pulpos gigantes y
tormentas apocalípticas. Por eso prefieren reunirse en las tabernas de las
costas. Eso, supongo, le pasa al bloggero que decide escribir sobre las
maravillosas aventuras a las que el
libro que acaba de leer le ha conducido. No todas las obras lo consiguen, del
mismo modo que no todas las travesías son dignas de mención. De alguna manera
un blog es lo mismo que un diario de a bordo y cuando se han vivido emociones
profundas o se cuenta en cuatro palabras, como lo hizo Oscar Wilde: “Confieso
que he vivido” o uno se sienta acompañado de una taza de café, echa una mirada
al árbol que se alza delante de su ventana, sonríe a su maceta y sin más
dilación se adentra en la difícil tarea de contar en los largos días nublados
del invierno lo que ha visto y lo que ha sentido.
Hagan lo que hagan y decidan lo que decidan:
Disfruten de unas felices fiestas de Navidad.
Isabel