La genialidad de la pluma de Moliere reside en su
capacidad para tratar los temas más serios de la forma más divertida posible.
“El burgués
gentilhombre” se ocupa del tema de una nueva clase social: la burguesía, rica aunque inculta y sin maneras, que se dedica al
comercio y que sueña con pertenecer al grupo de
nobles.
Al mismo
tiempo muestra la situación de una nobleza que ha de hacer frente al progresivo
e inevitable empobrecimiento en el que su inactividad la sume. En efecto, los
nobles consideran que trabajar es indigno de su condición social pero como sus
ingresos no son muy numerosos y encima derrochan más de lo que ganan, no les
queda más remedio que endeudarse para mantener su status social. De este modo
los nobles aparecen descritos como seres ociosos y pretenciosos. Es cierto que
están versados en las buenas maneras y el saber estar pero no tienen un duro en
el bolsillo.
Los
desesperados esfuerzos del burgués Monsieur Jourdain por pertenecer a tal grupo
no se verán recompensados. La obra termina con dos matrimonios; el del conde
Dorante con la marquesa Dorimena y el del burgués Cleonte con la burguesa
Lucila, hija de Monsieur Jourdain. Podría decirse sin miedo que la obra
termina afirmando aquello de: “Cada
oveja con su pareja.” Y esto, ¡cosas de
la vida!, debido al destino. En la obra de Moliere, las clases
sociales permanecen separadas no porque se las separe sino porque los amantes
encuentran a los amados dentro de su propio grupo social. En definitiva: un final feliz y socialmente adecuado al tiempo en que la obra se escribe. Moliere quiere divertir, no provocar revueltas.
En
cualquier caso, pese a las divergencias que existen entre los dos estamentos
que aparecen en “El burgués gentilhombre”: el de la nobleza y el de la
burguesía, lo cierto es que ambos comparten una misma característica: la sensatez y el sentido común de
las mujeres que conforman ambos grupos sociales. Ellas son las que se
preocupan de que su respectivo patrimonio no sea dilapidado a consecuencia de las
pretensiones absurdas de los hombres.
Así, los sueños de grandeza del burgués son criticados por su esposa, la cual le aconseja no derrochar sus ingresos en la adquisición de conocimientos inútiles a su edad. En su opinión, su marido debería aceptar que es quién es y no esforzarse en ser otro. Madame Jourdain es también la persona que ayuda a su hija Lucila a casarse con el hombre que ella ama en vez del que su padre ha dispuesto para ella a fin de poder pertenecer a la clase social que él tanto admira. Resistir a los designios femeninos se torna imposible. Monsieur Jourdain debe capitular.
Así, los sueños de grandeza del burgués son criticados por su esposa, la cual le aconseja no derrochar sus ingresos en la adquisición de conocimientos inútiles a su edad. En su opinión, su marido debería aceptar que es quién es y no esforzarse en ser otro. Madame Jourdain es también la persona que ayuda a su hija Lucila a casarse con el hombre que ella ama en vez del que su padre ha dispuesto para ella a fin de poder pertenecer a la clase social que él tanto admira. Resistir a los designios femeninos se torna imposible. Monsieur Jourdain debe capitular.
La noble Dorimena por su parte, esposa rápidamente al noble Dorante para evitar que
éste derroche la poca fortuna que le queda.
A través de esta obra, Moliere muestra que no importa que el hombre sea
el que aporte los recursos económicos al matrimonio porque es la mujer la
encargada de administrarlos y la que, a fin de cuentas, construye un
patrimonio.
La
importancia de la mujer es una constante en la producción literaria del autor
francés. A su juicio, una mujer inteligente no hará nunca una mala elección porque la mayor parte de las acciones femeninas se deben a la
necesaria y estratégica puesta en escena que requiere la consecución de sus objetivos, más que a una explosión del sentimentalismo. La mujer
siempre sabe lo que quiere y utiliza todas sus argucias para conseguirlo.
Moliere está convencido de que las mujeres son más
racionales, sabias y ahorradoras que los hombres, cegados normalmente por caprichos
y sueños vanos; por eso reivindica la obligación de respetar a la mujer
y a su capacidad. Es cierto que las ideas de las féminas no son siempre adecuadas y a veces
resultan incluso falsas; pero en cualquier caso son dignas de ser escuchadas y
tenidas en cuenta al mismo nivel que las ideas de los hombres.
No me cabe la menor duda de que el autor francés supo comprender que si
los grandes hombres levantan imperios, las grandes mujeres construyen y sostienen a las
sociedades.
¡Hasta la
semana que viene!
Isabel
Viñado Gascón.
Creo que acertó en su análisis, es un gran libro el que escogió salu2 :)))
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