jueves, 25 de abril de 2013

"Contrapunto” (1928) Aldous Huxley/ III Huxley y Virginia Woolf - Mujeres: la desaparición del conflicto entre deber, liberación y hedonismo.


Las ediciones que he utilizado han sido:

Aldous Huxley “Point Counter Point” (1928) Vintage Classics, Random House 2004 - En español: “Contrapunto”

Aldous Huxley “Brave New World” (1932) Vintage Classics, Random House 2004 – En español: “Un mundo feliz”

Virginia Woolf “Mrs Dalloway” (1925) S. Fischer Verlag 2006 – En español: “La señora Dalloway”

Virginia Woolf “Ein eigenes Zimmer” (1929)Fischer Taschenbuch Verlag 2007 – En español: „Una habitación propia“

Las mujeres de la alta sociedad: La mujer tradicional y el nacimiento de la nueva mujer.

Tradicionalmente, las mujeres de las clases privilegiadas han tomado parte activa en las conversaciones del salón. Ellas son las que organizan tales veladas y deciden la lista de invitados. 
Su principal misión consiste en conseguir que en las reuniones imperen la armonía y la belleza. Allí su papel ha de limitarse a hacer observaciones más o menos acertadas, a atender en público las necesidades masculinas y a compadecerse en secreto de sus debilidades, intentando que nadie, ni ellos mismos –sobre todo, ni ellos mismos- lo noten.

Tanto Huxley como Virginia Woolf  les confieren distintos campos de acción y de interés que a los varones. El hombre es el intelecto y la mujer la intuición. “But Elinor was more interested in love than in logic”, escribe Huxley en “Point Counter Point” la página 94. El hombre es el ying y la mujer, el yang. No es que uno sea superior al otro. En “Una habitación propia.” Virginia Woolf sostiene que cada persona portan en sí misma las dos naturalezas: la femenina y la masculina y en función de su sexo, activa una u otra.
Huxley, en cambio, considera que cada uno de los sexos posee características propias, distintas de las del otro, aunque con zonas comunes, que son las que les permiten relacionarse.  En “Contrapunto” aparece el siguiente pasaje:

(“Point Counter Point”Pg. 148) ‘Living comes to you too easily’, he tried to explain. ‘You live by instinct. You know what to do quite naturally, like an insect when it comes out of the pupa. It’s too simple, too simple.’ He shook his head. ‘You haven’t earned your knowledge; you’ve never realized the alternatives.’

‘In other words,’ said Mary, ‘I’m a fool.’

‘No, a woman.’

 
No obstante, los dos autores se sentirían muy indignados si alguien osara tacharlos de ‘machistas”. Ambos defienden la independencia y autonomía que han de conservar tanto los hombres como las mujeres en una relación. Tanto ellos (en el caso de Huxley) como ellas (en el de Woolf) han de disponer de su propio espacio. Esto es: de sus propias amistades y ocupaciones. Virginia Woolf lo considera imprescindible para poder respirar y desarrollar el espíritu. Esta es una de las razones por las que su personaje Mrs. Dallowey acepta casarse con Richard Dallowey en vez de con Peter Walsh.

 („Mrs. Dallowey“ S.11).  ‚Denn in der Ehe mußte es einen kleinen Freiraum, eine kleine Unabhängigkeit geben zwischen Leuten, die tagein, tagaus im selben Haus lebten; die Richard ihr gab, und sie ihm. (...) Aber mit Peter mußte alles geteilt werden; alles durchgesprochen werden.‘)

La necesidad de un espacio propio no significa, ni mucho menos, la falta de comunicación y respeto mutuo en el matrimonio. La pretensión de Woolf no es, en absoluto, que cada cual “haga su vida” ni que la naturaleza de su vivienda se ajuste más a la de un piso compartido que a la de un hogar. Se trata simplemente de disponer de un jardín privado al que poder retirarse de vez en cuando.

Huxley por su parte afirma que para que el espacio de autonomía de los hombres pueda ser considerado como tal, resulta imprescindible la ausencia de reproches y “escenas” de la esposa al marido. Además de organizar las reuniones de sociedad, la misión que aparece como natural a los ojos del autor inglés es la de ocuparse de sus maridos y aceptar sus debilidades sin intentar cambiarlos –al menos, no de un modo agresivo y siempre que no se percaten de ello. No es una cuestión de sumisión o no, sino de inteligencia práctica.

Huxley muestra esta idea a través de los personajes de Lady Edward y Rachel Quarles. Lady Edward se casa con Lord Edward, tan rico como infantil. La solución será convertir a John Bidlake en su amante. Se tratará de un amor que le permita descubrir su propia sensualidad sin perder la cabeza. Ello habría conllevado perder el dinero, la casa y el título, cosa que no está dispuesta a permitir que suceda.

 (“Point Counter Point”Pg.27) “If she had lost her head, she might have lost Tantamount House and the Tantamount millions and the Tantamount title as well. She had no intention of losing these things.”

Rachel Quarles, por su parte, contrae matrimonio con un hombre sin ningún sentido ni para la política ni para los negocios. A fin de evitar la ruina, Mrs.Quarles se pone al frente de tales asuntos. Lo hace, además, de forma sutil y delicada de modo que su marido no se considere un fracasado, sino más bien todo lo contrario.

Otra de las funciones importantes de la mujer, según Huxley, consiste en el cuidado y  educación de los hijos. Sin embargo, los niños no abundan en estas clases sociales. A los hombres son las tesis maltusianas las que les llevan a poner en práctica el control de la natalidad. A las mujeres las detiene el deseo de alcanzar su propio desarrollo cuya consecución se ve impedida por la dedicación que un hijo requiere desde el embarazo mismo. A los costes económicos se une la necesidad del esfuerzo personal que las madres han de consagrarles durante al menos los primeros cinco años de vida. Cuantos más hijos, más años que sacrificar en aras de las tareas maternales y menos posibilidades de dedicarse a la creatividad.

 
( „Ein Eigenes Zimmer“ S.25) Denn eine College-Stiftung würde die gänzliche Abschaffung der Familie erfordern. Ein Vermögen verdienen und dreizehn Kinder zur Welt bringen –kein Mensch könnte das durchstehen. Betrachten wir die Tatsachen, sagten wir. Als erstes sind da die neun Monate, bevor das Kind geboren wird. Dann wird das Kind geboren. Dann gehen drei oder vier Monate damit hin, das Kind zu stillen. Nachdem das Kind abgestillt worden ist, gehen bestimmt fünf Jahre damit hin, mit dem Kind zu spielen. (...) Manche Leute sagen auch, das Wesen des Menschen bilde sich im Alter von ein bis fünf Jahren heraus.

 
En cualquier caso, aquellos que al fin se dedican a tener descendencia siguen el imperativo de libertad que preside las ideas del momento. La educación de los niños se caracteriza por la flexibilidad en los horarios y en las actividades. Es cierto que tienen personas que se encargan de su formación pero en muchas ocasiones las ideas de la clase baja sometidas a esquemas fijos y simples tienen muy poco que ver con las inclinaciones artísticas de los hijos de la gran sociedad. Los empleados nunca entenderán, por ejemplo, la extravagancia de permitir que un niño dibuje como él quiera la pata de un caballo, en vez de esforzarse en seguir las proporciones correctas.

Sin embargo, y en consonancia con las anteriores reflexiones de Woolf, Huxley no niega que esta libertad en la que aparentemente son educados los pequeños, encubre la mayor parte de las veces una absoluta indiferencia hacia ellos. Padres y madres están más preocupados en “encontrarse a sí mismos” y en “sus” problemas existenciales, que en el desarrollo intelectual y anímico de los niños. Aunque el egoísmo de los padres es tan criticado como el de las madres, Huxley otorga una mayor responsabilidad a las madres. Son ellas las que modelan sus almas.

 
El autor inglés advierte de la necesidad de que las mujeres que se han convertido en madres olviden sus egoísmos y cumplan con sus deberes maternales a fin de que el crecimiento de las jóvenes almas se desarrolle en armonía y equilibrio. De otro modo, su conducta irresponsable puede provocar a sus hijos inseguridades y traumas de consecuencias tan imprevisibles como desastrosas. El pequeño Phil muere. Es la venganza de Huxley por la frialdad con la que Elinor trata a su único hijo. Así mismo, Spandrell sufrirá un trauma durante su adolescencia del que no se recuperará jamás, cuando su madre decida casarse con un militar con bigotes –por ser esta figura la usual en las revistas pornográficas que se leían en su internado. Huxley autor accede a que su madre ofrezca un par de justificaciones sin permitir, sin embargo, que éstas logren convencer al lector.

(“Point Counter Point”Pg.235) ‘But the responsibility of his upbringing weighed on her heavily. The future had always frightened her; she had always been afraid of taking decisions; she had no trust in her own powers. Besides, after her husband’s death, there wasn’t much money. (…) For nine months out of the twelve she was alone (…) It was shortly after poor old Fritz’s death that she first met Major Knoyle, as he then was.’

Ni el dinero, ni el sentimiento de soledad, resultan convincentes. Lo cierto es que conoció a su nuevo marido poco después de quedarse viuda. En su decisión solo entró en juego una carta: la del egoísmo. Y es este egoísmo, que no revela sino falta de amor, la que conduce a su hijo a la perdición. Ella se casa a pesar de sus ruegos para que no lo haga. A partir de entonces el joven Spandrell no creerá en nada ni en nadie.

(“Point Counter Point”Pg. 236) ‘You didn’t think much of my happiness in the past; he said (…) ‘When you married that man,’ he went on, ‘did you think of my happiness?’ (…) ‘You didn’t listen to me, and now you tell me you wanted to make me happy.’

La figura antagónica a la madre de Spandrell es el personaje positivo de Jane Paston. John  Bidlake se casa con ella porque está enfermo y busca alguien que lo cuide. Ella reúne las características que él considera apropiadas para tal finalidad: es guapa, seria y le gusta la casa (‘a stay-at-home’ ”Pointer Counter Point” Pg.240). Cuando John Bidlake se repone inesperadamente de su enfermedad vuelve a su antigua vida “de soltero”. Ella se queda sola con los dos niños y es la que se encarga de su educación y su cuidado.

En cuanto a la participación intelectual de las mujeres en la sociedad, la importancia que Huxley les confiere es a todas luces secundaria.

El autor inglés no experimenta el más mínimo rubor a la hora de ridiculizar los deseos de aspiración intelectual de las mujeres. Su personaje Molly es uno a los que más duramente trata. El autor no niega que sea inteligente pero señala que se debe sobre todo al trabajo duro y disciplinado Tras algunas dudas, puestas de relieve en las contradicciones a la hora de describirla, opta por transformarla en una parlanchina de conversaciones extensas pero limitadas, igual que su saber que, según ella misma reconoce, termina poniendo nervioso al resto de sus oyentes. Incluso a su marido; hasta el punto de que siempre amenaza con divorciarse de ella porque según él no la aburre bastante. No es lo bastante “sedativa”, le reprocha.

(“Point Counter Point.”.Pg.111) Like all conscientious professionals, she was not content to be merely talented. She was industrious; she worked hard to develop her native powers. (…) Like all professional talkers Molly was very economical with her wit and wisdom.

(“Point Counter Point” Pg.115) ‘That’s why Jean is always threatening to divorce me. He says I’m too stimulating. “Tu ne m’ennuies pas assez,” he says; and that what he needs is une femme sédative.’

Que además se dedique al arte de la conversación, por la conversación en sí misma sin ni siquiera aceptar acostarse con ninguno de sus oyentes, ni siquiera con el flemático Philip, que admira su forma de ser, es el rasgo final con el que el autor pretende dar a Molly “le coup de grâce.”

En la página 122, Rampion hace callar a su mujer. No puede soportar que Mary repita sus ideas. En boca de ella, afirma Rampion, suenan completamente distintas.

(“Point Counter Point” Pg. 122) ‘Oh, for God’s sake shut up!’ said Rampion

‘But isn’t that what you say?’

‘What I say is what I say. It becomes quite different when you say it.’

Mary reacciona echándose a reír. Lo único que le molesta es que su marido no se comporte de forma más amable con ella en público. Esto es: que no guarde las formas. Hay que recordar que la diferencia que los críticos señalan entre Huxley y Woolf, es la importancia que esta última concede a las formas. Precisamente por ser mujer –contestaría seguramente la autora inglesa y Huxley asentiría convencido de la certeza de esta frase.

She laughed. ‘Ah, well’, she said good-humouredly, ‘ratiocination was never my strongest point. But you might be a little more polite about it in public,”

 
Marjory, otro de los personajes, admite que su nivel cultural es bueno, que ha leído libros y que los recuerda, pero ella misma en su honestidad se pregunta si los ha entendido realmente. Lo cierto es que ha de admitir ante sí misma, que las observaciones que introduce en la conversación son en realidad pasajes importantes de libros, que tiene la costumbre de memorizar.

 (“Point Counter Point” Pg. 13) (…) she was really rather a bore with her heavy, insensitive earnestness. Really rather stupid in spite of her culture  – because of it perhaps. The culture was genuine all right; she had read the books, she remembered them. But did she understand them? Could she understand them? (…) Marjorie knew how to listen well and sympathetically. (…) For Marjorie had a retentive memory and had formed the habit of learning the great thoughts and the purple passages by heart.

Huxley acepta la dedicación de la mujer hacia los temas intelectuales siempre que ello suponga un remanso de paz y una fuente de tranquilidad para su alma, de naturaleza intuitiva y reconoce el valor del arte, de la literatura y de la meditación, como los instrumentos a través de las cuales las mujeres pueden encontrar el equilibrio y la serenidad necesaria para soportar a los extraños e incomprensibles varones.

(“Point Counter Point”Pg. 422) But Mrs. Bidlake had permitted her husband to fade out of their married life without a quarrel, with hardly a word. 423) She held her peace and herself retired for consolation into those regions of artistic and literary fancy, where she was native and felt most at home. A private income, supplemented by the irregular and fluctuating contributions which John Bidlake made whenever he remembered or felt he could afford to support a wife and family, allowed her to make a habit of this foreign travel of the imagination.(pg 322. “Mrs Bidlake had a special weakness for Buddhism.”)

Pero como ya apuntábamos anteriormente, el “asustadizo” Huxley, les retira su apoyo y alza rígidas barreras a tales pretensiones en cuanto sostienen que las expresiones artísticas e intelectuales de la mujer  igualan a las del hombre.

Sin embargo, aunque Huxley se opone a situarlas en un plano de igualdad con respecto a los hombres, no niega en absoluto su inteligencia. Al contrario. Está convencido de que la inteligencia femenina es mucho más sutil que la masculina. Es por eso, por lo que el pintor de éxito John Bidlake se enfada con Lady Edward –su antigua modelo y amante- cuando ésta en una de sus habituales cenas sienta en la mesa - llevada del afán de divertirse con la situación- a un artista francés junto a un crítico que el día de antes había publicado un artículo en el que decía que sus pinturas eran o bien producto de un imbécil o bien de un bromista.

(“Point Counter Point”Pg.49) ‘You might occasionally forget, if your memory were bad. But, I assure you, it needs a first-class memory to forget every time. A first-class memory and a first-class love of mischief.’

La propia Virginia Woolf en “Una habitación privada”, en vez de negar la extendida afirmación de que las mujeres han sobresalido menos en las cuestiones intelectuales que los hombres, se dedica a buscar una explicación a este hecho y la encuentra no en su falta de capacidad –como sostiene Huxley- sino en la falta de recursos económicos de los que tradicionalmente han adolecido.

En cualquier caso, hombres y mujeres de la alta sociedad, todos ellos comparten una misma morada: La torre de marfil.

Ni el personal de servicio ni las otras clases sociales juegan relevancia alguna. La insensibilidad hacia las vidas ajenas es considerada por ellos como el producto del respeto a la privacidad. La falta de interés por los problemas de los otros es reflejo según ellos, de una muestra de cortesía y prudencia. Illidge, el asistente comunista de Lord Edwards, les recriminará sin éxito su desinterés por las causas sociales.
Ello no es signo de una actitud inmoral. Al contrario: la autonomía individual ocupa en dichos grupos uno de los lugares más altos dentro de su jerarquía de valores. Como más adelante veremos,  Illidge intentará explicarles que dicha independencia sólo es posible si se tiene dinero para ejercerla. No es que no estén de acuerdo con él, pero desde luego se niegan a entonar “el mea culpa”. El dinero es tal vez el primer peldaño en la escalera que asciende hasta una personalidad admirable, pero el que al fin y al cabo sube la escalera es uno mismo, y la competencia entre pares no deja de ser un hecho tan real como lo es el que los peldaños de cualquier escalera conducen hacia arriba o hacia abajo.

En cualquier caso, la presencia de Illidge, convencido comunista, en un mundo, hermético hasta ese momento, implica, como veremos más adelante, que la consideración hacia las nuevas ideas ya no puede ser sobreseída por ninguno de sus miembros.

Lucy, el símbolo de la nueva mujer

Las transformaciones, sin embargo, no emergerán únicamente desde el exterior. También en el interior comienzan a aparecer nuevas corrientes nacidas de las nuevas formas de pensar de los jóvenes. Serán ellos en realidad quienes consigan hacer tambalear los cimientos de un mundo prácticamente inalterable durante décadas. El conflicto generacional origina una revolución de dimensiones mucho más significativas y profundas que cualquiera de las convulsiones socio- políticas. Los jóvenes ven a sus progenitores  como seres pertenecientes a otro mundo e incluso a otra galaxia. Esta ruptura, la pondrán de relieve otros muchos autores - por ejemplo Remarque en “Sin novedad en el frente” (1929). La novedad que introduce Huxley es que la fractura se presenta a través de una figura femenina: Lucy.

(“Point Counter Point” Pg.175) ‘You speak of the old as though they were Kaffirs or Eskimos.’

‘Well, isn’t that just about what they are? Hearts of gold, and all that. And wonderfully intelligent –in their way, and all things considered. But they don’t happen to belong to our civilization. They’re aliens.

Tal escisión no nace de una contraposición con las formas de vida de la generación anterior sino con el cambio de mentalidad de la mujer en lo que al sexo se refiere. Las nuevas mujeres toman conciencia de su feminidad y de su cuerpo. Nada más lejos de sus intenciones que aspirar a alcanzar los niveles intelectuales del hombre. La mujer cerebral – ya han señalado Collins, Huxley y Woolf- es aburrida y no puede servir como modelo a una generación a la que constantemente se le ofrecen nuevas formas de diversión y la posibilidad de nuevas experiencias y sensaciones. La liberalización sexual de la mujer, forma parte de los nuevos desafíos. Lord Edward, el padre de Lucy, mantiene una conversación en la biblioteca con su hija porque le han dicho que baila con chicos. Advertencia que a Lucy le resulta sumamente ingenua por parte de su progenitor. Será Lucy: la “party-girl”, la “it-girl”, la que provoque el derrumbamiento de la vieja – y tal vez trasnochada sociedad.

El personaje de Lucy presenta dos características extremas: Una es la liberalización sexual de la mujer; la otra, su sincero desinterés por los temas intelectuales tanto como por los conflictos sentimentales, incluidos los suyos propios, cuando éstos abocan en profundos cráteres. Justamente este segundo rasgo y no la despreocupación de Lucy por los temas intelectuales  es el que inquieta a Huxley. En 1932 publicará su novela “Un mundo feliz” donde tratará con más detenimiento esta nueva actitud cuando se interrogue por los conflictos emocionales que habían existido en el pasado.

(“Brave New World” Pg. 35)Their world didn’t allow them to take things easily, didn’t allow them to be sane, virtuous, happy (…) what with all the diseases and the endless isolating pain, what with the uncertainties and the poverty –they were forced to feel strongly. And feeling strongly (and strongly, what was more, in solitude, in hopelessly individual isolation, how could they be stable?’

Lo  que para ellas supone independencia sexual, para Huxley implica la conversión de la mujer en  carne a secas. Materia pura. 

En “Un Mundo Feliz”, una chica llamada Fanny considera inaudito que su amiga Lenina haya estado saliendo cuatro meses seguidos con el mismo hombre sin haber tenido relaciones con ningún otro. (“Brave New World.” Pg.34/35)  Pese a esta aparente despreocupación, Huxley sostiene que mientras que en las mujeres existe siempre un componente emocional que es inherente a su propia naturaleza, los hombres no pierden en tales pensamientos más de un minuto. La conversación entre Fanny y Lenina sobre los hombres con los que podrían mantener relaciones sexuales se extiende a lo largo de varias páginas. La de los hombres, en cambio, ocupa unas pocas líneas.

La conclusión de Huxley es que la tan cacareada libertad sexual, lejos de ofrecer una mayor autonomía a la mujer, la conduce a la degradación.

(“Brave New World” Pg. 39) ‘Talking about her as though she were a bit of meat. Bernard ground his teeth. ‘Have her here, have her there. Like mutton. Degrading her to so much mutton.’

Cabría preguntar por qué es la figura de Lucy la que se impone y no la de la mujer cerebral, justo en unos momentos en los que las mujeres estaban consiguiendo derechos reservados hasta entonces a los hombres –como el de asistir a la Universidad y el del sufragio universal. El escepticismo que las pretensiones intelectuales del “sexo débil” generan podría alegarse como un argumento convincente si se considera desde el punto de vista de los varones.

Lo que resulta más extraño, sin embargo, es que ello tampoco preocupe sobremanera a las mujeres de su tiempo. De sobras es conocida la antipatía que Virginia Woolf siente por el tipo de mujer cerebral. La autora justifica sus desavenencias con las feministas y con las intelectuales cristianas radicales como Miss Kilman (uno de los personajes de Mrs.Dalloway) alegando el mismo motivo que llevan a Huxley  a discrepar de su personaje Illidge: a su falta de humor y ligereza espiritual.

Woolf recrimina a ese tipo de mujer intelectual y severo, que el mundo en el que se mueven es estrecho y huele mal. Sus libros y su saber teórico no les proporcionan la paz espiritual que necesitan porque han abandonado su feminidad para introducirse en un mundo que no es el que corresponde a su sexo.

“Mrs. Dalloway“ (Pg.123) „Miss Kilman hatte nicht vor,, sich angenehm zu machen. Sie hatte immer ihren Lebensunterhalt verdient. Ihre Kenntnis der neueren Geschichte war im höchsten Grade gründlich.“

Por eso, según Woolf,  el saber no consigue hacerles feliz. Tienen envidia de la belleza y de la delicadeza de espíritu que poseen las otras mujeres. Elizabeth, la hija de Mrs. Dalloway, que en un principio se siente inclinada por la personalidad de la cristiana, tan diferente y distinta de aquellas otras mujeres con las que normalmente está acostumbrada a tratar, termina rechazando sus propuestas por considerarlas frías y carentes de feminidad. Lo que además no puede soportar Elizabeth es que su aparente superioridad moral frente a los otros, vaya siempre acompañado de interminables lamentos.

“Mrs. Dalloway“ (Pg.133) „Es war das ständige Reden von ihren eigenen Leiden, das Miss Kilman so schwierig machte.“

Lo curioso es que Virginia Woolf no es la única mujer en verlas así. A las protagonistas de Jane Austen (“Orgullo y Prejuicio”), la autora favorita de Woolf,  lo que les preocupa no es el desarrollo de sus dotes intelectuales sino el del sentido común, imprescindible a la hora de elegir marido. Las protagonistas de las hermanas Brönte (“Jane Eyre”, “Agnes Grey”) son mujeres  condenadas por su pobreza a concentrarse en los estudios. Sólo el amor les salva de terminar como grises y melancólicas institutrices. En “Cumbres Borrascosas” se muestra que el sentido común que ha de regir para elegir marido ha de incluir no sólo las razones prácticas sino también las emocionales. En otro caso, la tragedia resulta inevitable.

¿De dónde nace el desprecio por este tipo de mujer cerebral? Es cierto que históricamente, las mujeres intelectuales que se separaban del sistema eran quemadas por brujas y las que conseguían permanecer en él, solían refugiarse en la soledad de los conventos. Los hombres se mantienen fieles a sus prejuicios y llegado el caso no dudan en convertirlas en estériles, como Isaac B. Singer, o en parlanchinas, como Huxley. Parecería lógico, pues, que estas circunstancias hubieran de proporcionarles amparo en el resto de la sociedad femenina para convertirlas en el símbolo del nuevo tipo de mujer.  Resulta del todo incomprensible que Woolf las haga aparecer aburridas y se niegue a aceptar su presencia en los círculos selectos en los que ella misma se mueve.
 
En mi opinión el origen de esta oposición hay que buscarlo en la reacción de las élites al gran influjo que había ejercido en la sociedad aquella corriente religiosa basada en el calvinismo y nacida en Inglaterra en el siglo XVI: el puritanismo. Tres de los elementos esenciales que la caracterizan son: la absoluta devoción a La Biblia; la simplicidad tanto en las vestimentas como en los comportamientos y la importancia de la educación, que no va dirigida al saber sino a la lectura de la Biblia. La consecuencia de este rigorismo en las creencias y en las costumbres determinó la ausencia de la libertad de espíritu individual, que es en última instancia, la base en donde descansa cualquier posibilidad de conocimiento auténtico.Todo era pecado. Todo lo que poseía una base material era malo.

El deseo de la mujer de disfrutar de los placeres mundanos no era nuevo pero había chocado siempre con dos obstáculos que hasta el momento parecían insalvables y que encadenaban a la mujer al inmovilismo. Uno era la religión y otro el amor.

(“Mrs. Dalloway” pg.124) ‘Liebe und Religion! dachte Clarissa, als sie, mit einem Kribbeln über den ganzen Körper, in den Salon zurückging. Wie abscheulich, wie abscheulich sie sind!

Clarissa Dalloway y sus contemporáneos han combatido y vencido la ideología cristiano-puritana y el romanticismo decadente y lunático. Por eso la generación de Lucy no tiene ya necesidad de dirigir sus críticas a los hombres y mujeres de Iglesia como represores de la libertad, el desarrollo individual, de la fuerza creadora y del conocimiento auténtico. Los temas de la religión y del romanticismo les resultan tan distantes como indiferentes.

Más aún: La novedad que introducirán las jóvenes como Lucy será la inversión de estas críticas. No es el cristianismo puritano el que impide la libertad y por tanto el conocimiento, sino que es el conocimiento el que supone un obstáculo a la libertad. Al ansia absoluta de libertad de dichos jóvenes, se une el hedonismo que impera en la alta sociedad y que se extenderá más adelante al resto de las capas sociales gracias a los adelantos técnicos y a las reformas sociales.

La nueva mujer: Lucy, nace una vez que se ha despojado al cristianismo de su influencia y la mujer ha conseguido liberarse de un romanticismo obsoleto y ridículo, que la llevaba a buscar en las relaciones sentimentales amores eternos. Hija de un nuevo mundo que se opone a las ataduras de toda clase, se lanza a la vida sin otro deseo que el de satisfacer en cada momento sus expectativas sensuales.

Huxley, en cambio, está convencido de que el grado de diversión es inversamente proporcional a la cantidad de posibilidades de ocio y esparcimiento de que se disponen.

De ahí que el hedonismo no pueda ser la actitud que guíe los comportamientos de los individuos que componen una sociedad por dos razones. La primera es que imposibilita el desarrollo de las potencias del ser humano. Convertido en un ser superficial y débil, el individuo está condenado a ser dirigido por los avatares de un devenir vacío y sin sentido, en vez de ser él mismo quien tome las riendas de su existencia. La segunda es que una vida basada en el disfrute de los sentidos exige cada vez  nuevas y mayores emociones, que terminan desembocando de una u otra manera en aberraciones morales. A juicio de Huxley   a más diversidad y número de placeres mayor insatisfacción.  El deseo frenético por buscar nuevas emociones termina revelándose siempre como una búsqueda infructuosa. Las consecuencias son o el desencanto y la pasividad, o la caída en un pozo de excitaciones descontroladas.

La solución por tanto, sería reducir el número de diversiones, a fin de que éstas pudieran ser disfrutadas en profundidad y ofrecer un auténtico placer. Propuesta que Lucy se niega a admitir.

(“Point Counter Point” Pg. 62/63) ‘Children are brought up so stupidly nowadays. No wonder they’re cynical’ She preceded eloquently. Children were given too much, too early. They were satiated with amusements, inured to all the pleasures from the cradle. (…) She quoted Shakespeare.

‘Therefore are feasts so solemn and so rare,

Since seldom coming, in the long year set,

Like stones of worth they thinly placed are…”

‘They’re a row of pearls nowadays’

‘And false ones at that’, said Lucy.

Mrs Betterton was triumphant. ‘False ones –you see? But for us they were genuine, because they were rare. We didn’t “blunt the fine point of seldom pleasure” by daily wear. Nowadays young people are bored and world-weary before they come of age. A pleasure too often repeated produces numbness; it’s no more felt as a pleasure.’

‘And what’s your remedy?’ enquired John Bidlake.

 ‘The remedy’, she went on, ‘is fewer diversions.’

‘But I don’t want them fewer,’ objected John Bidlake

‘In than case’ said Lucy, ‘they must be stronger –progressively.’

‘Progressively’ Mrs. Betterton repeated. ‘But where would that sort of progress end?’

In bull fighting?’ suggested John Bidlake. ‘Or gladiatorial shows? Or public executions, perhaps? Or the amusements of the Marquis de Sade? Where’

Lucy shrugged her shoulders. ‘Who knows?’

 

A mi modo de ver, Lucy representa un tipo de mujer que se está instalando con cada vez más frecuencia en unas sociedades que, a semejanza de muchos pasajeros del Titanic, se esfuerzan en mantener el ritmo de la diversión mientras el barco se hunde inexorablemente. En mi blog sobre las “Cartas Persas” de Montesquieu, aparecido en Octubre del 2012, he comentado ampliamente este aspecto. También me he ocupado del problema de la mujer en los comentarios de “Una habitación propia”, de Virginia Woolf;   “Enemigos, una historia de amor”, de Isaac B.Singer, así como en mi exposición “Mujer y Maternidad”, todos ellos aparecidos en forma de blog en mayo del 2012.

No queda mucho más que añadir al respecto. La mujer actual es víctima y verdugo de la situación en que se encuentra.  Quiere ser madre sin dejar de ser mujer. Quiere ser tratada como mujer sin practicar las virtudes que le eran tradicionalmente propias. Quiere que se le siga abriendo la puerta a su paso – en forma de cuotas en la política y en las empresas-  sin que ello, al mismo tiempo, implique su calificación como “sexo débil”. El problema se agudiza sin que nadie parezca dispuesto a decir o a hacer algo al respecto. Ignoro si por indiferencia o por temor a que le pueden calificar de “moralista” y “trasnochado”. La edad de maquillaje comienza para muchas niñas a partir de los diez años, los diecisiete se viven a los trece. Las salidas nocturnas y las bebidas alcohólicas están a la orden del día y en muchas ocasiones son las chicas las que antes se atreven a saltar el límite de lo permitido. Estamos alcanzando un punto en el que una sociedad normal debería atreverse a decir “basta”. Lo cual me parece poco probable. Muchos padres no son conscientes del problema que supone una madurez en el desarrollo corporal mientras que el desarrollo intelectual sufre el fenómeno contrario: el del infantilismo. Los videos de You Tube muestran cientos de jovencitas con apariencia de dieciséis años que acaban, sin embargo, de cumplir los doce, mostrando orgullosísimas las últimas prendas de la temporada que acaban de adquirir en las tiendas de moda y a unos precios irresistibles. Tal entretenimiento podría calificarse como positivo en la medida en que favorece la comunicación oral libre. En efecto, las descripciones de las telas, los colores, las formas, merecerían un sobresaliente en expresión lingüística si no fuera porque sus fórmulas se repiten invariablemente en todos y cada uno de los videos en los que muestran sus atuendos y maquillajes.

No obstante, hay otro problema todavía mucho más grave que el de la falta de dominio del lenguaje: la ausencia de ideas. Peor aún: la voluntad de que las ideas no existan. Ninguno de estos videos sobre moda juvenil de You Tube significaría la pérdida de valores de las chicas más jóvenes si estuvieran acompañados de otros videos que se ocuparan de narrar viajes, mostrar experimentos científicos realizados en la cocina de mamá,  críticas de cine, comentarios literarios, exposiciones históricas, fabricación de deliciosos platos culinarios. Alguno habrá, no me cabe la menor duda. Pero si los hay –yo todavía no los he visto- no son los más conocidos.  Salvo en el campo de la música clásica, los buenos chicos y las buenas chicas obvian su aparición en la gran escena de Internet. El motivo no es que no se atrevan. El motivo es que no está bien visto. O como hoy en día se dice: No es “cool”

A veces recuerdo la frase bíblica en la que Dios afirma que la mujer destruirá al Diablo y me invade la sospecha de que para evitarlo el Diablo ha decidido destruir a la mujer. Tengo miedo a que mis palabras se malinterpreten y mis lectores me encuadren en círculos religiosos estrechos y obsoletos. Nada más lejos de mi pretensión. Si abogo una y otra vez por una rectificación en la conducta de la mujer es porque tengo la firme convicción de que la línea  actual o la va a llevar a la propia perdición o será la excusa que muchos utilizarán para encerrarla nuevamente en conventos y harenes.

Virginia Woolf y otras mujeres mostraron que una mujer con cerebro pero sin feminidad era aburrida e insoportable. Mi intención es la de señalar que una mujer con feminidad pero sin cerebro está condenada a ser devorada por los varones, que no han dejado nunca de ejercitar conjuntamente la práctica del hedonismo con la lucha por la vida. De hecho, muchas veces se han servido de la diversión para alcanzar sus objetivos. No es de extrañar por tanto, que Maupassant, por ejemplo, escribiera su “Bel Ami”.

Bel Ami era el personaje perfecto para señalar que detrás de su aparente pasión por las mujeres que asediaba, no había ni enamoramiento ni romanticismo pero sí un deseo cerebral y maquiavélico de lograr el poder social. Justamente porque era consciente de la importancia social de las mujeres se dedicaba a conquistarlas. Pero de ninguna manera puede afirmarse que la promiscuidad de Bel Ami lo hubiera convertido en “carne”.

Lo que convierte en “simple materia” a la imagen que las “it girls” representan y que son un modelo a seguir por una gran mayoría de las chicas jóvenes es que su promiscuidad no conlleva ningún objetivo más allá de la promiscuidad misma. Se creen devoradoras de hombres y se dejan impresionar e incluso desequilibrar por las listas que los chicos hacen de las más guapas de la clase y que incluyen, naturalmente, a las que más resueltas están a salir con ellos.

Vuelvo a repetir que no tengo nada que objetar contra los esmeros de una mujer por cuidar su belleza. La belleza por la belleza es uno de los ideales que más ha influido en el Arte. No obstante, hay que hacer una precisión. La belleza por la belleza exige mantener el objeto contemplado a distancia del sujeto que  lo contempla. La belleza sólo es belleza cuando se mantiene en estado puro. Esto es: no manchado por el roce de ningún elemento externo. Fue por eso por lo que Kierkegaard escribió en su “In vino Veritas” que la mujer nos impulsa a la consecución de los más grandes ideales, mientras que nuestra mujer nos mantiene sujetos a la existencia cotidiana.

Contra este ideal se han levantado a lo largo del tiempo muchas voces femeninas reivindicando, y con razón, su participación en el discurrir de la Historia. Una de ellas fue Woolf en ‘Una habitación propia”. En este ensayo, Woolf se lamentaba de que los hombres hubieran dedicado tantas obras y tantos poemas a la mujer sin permitirle, sin embargo, su independencia.

El descenso de las mujeres  del pedestal en el que las habían puesto los hombres – sostenía la autora inglesa- no había de significar una renuncia a su feminidad y yo me veo obligada a añadir: ni a su cerebro.

Virginia Woolf nunca hubiera sospechado que las mujeres iban a descuidar su sensibilidad artística, su fuerza creadora, en favor de una conducta que no tiene sentido, no ya porque sea o no sea moralmente reprobable sino porque no está sostenida por ningún objetivo. No digo ya espiritual, ¡ni tan siquiera material!
Los siguientes blogs referidos a "Contrapunto" son:

IV/ “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley. Huxley y Virginia Woolf. Los recién llegados. Sin novedad a la vista… De momento.
V/ “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley. Huxley y Nietzsche. Ilustración: el duro equilibrio entre la razón y las emociones.

VI/ “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley. Huxley y las fuerzas oscuras del romanticismo. La era de los nacionalismos y de la mística.
Hasta la semana que viene

Isabel Viñado Gascón.

 


 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

window.setTimeout(function() { document.body.className = document.body.className.replace('loading', ''); }, 10);