La obra en las que se pueden encontrar las citas es:
Aldous Huxley “Point Counter Point” (1928)
Vintage Classics, Random House 2004 - En español: “Contrapunto”
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Los recién llegados a la buena sociedad provienen de
esferas sociales más bajas. Se caracterizan por ser inteligentes y defender
políticas tendentes a promover la igualdad en la sociedad. Su relación con la alta sociedad es compleja y
no exenta de paradojas. Si por un lado, admiran el “laissez faire, laissez
passer” en el que se apoyan las decisiones de sus anfitriones, por el otro son
conscientes de que este mismo lema es el que determina el comportamiento frívolo
y superficial de una clase social adinerada que no manifiesta ningún interés
por los problemas de las clases trabajadoras.
En estos recién llegados se mezclan los ideales
políticos de igualdad y justicia con la envidia ante la belleza y el esplendor
que envuelven a los componentes de la buena sociedad.
Ambos grupos, sin embargo,
comparten características comunes. Las costumbres
puritanas son rechazadas por unos y otros, aunque por motivos distintos. Lo
que para unos constituye el último dique a la libertad individual, representa
para los otros la encarnación de la dominación de los poderosos y la expresión
de la doble moral.
En cualquier caso, lo cierto es que todos –de un
modo u otro- aspiran con cada vez mayor intensidad a divertirse y a disfrutar
del confort que los nuevos descubrimientos aportan a la vida diaria, lo cual –
como indica Illidge- no es gratis.
De ahí que todos,
con indiferencia del estamento al que pertenecen, estén de acuerdo en la importancia del dinero.
(“Point Counter Point” Pg.76)
Illidge shrugged his shoulders. ‘ Parties, music, science – alternative entertainments for the
leisured. You pay your money and you take your choice. The essential is to have
the money to pay’. He laughed disagreeably.
Si para Illidge lo esencial es tener dinero para
pagar, Woolf llegará a afirmar que entre el derecho de voto y una renta de
quinientas Libras, ella elegiría sin dudar las quinientas Libras (“Una
habitación propia”). Así pues todos admiten que es el dinero el que ofrece la
libertad para crear y para ser –lo cual no impide ser también el elemento que
más fácilmente permite la corrupción y la decadencia porque como el propio Illidge
reconoce, eso es algo inherente a su naturaleza.
(“Point Counter Point” Pg
69.) “Money breeds a kind of gangrened insensitiviness”
La importancia del peculio no pasa tampoco
desapercibida a los ricos en los cuales la tacañería suele ser un rasgo
frecuente. Cuando Mary se casa con el pobre Rampion y éste le dice que no
quiere vivir del dinero de su mujer. Mary le consuela riendo. Su padre siente
terror ante los matrimonios desiguales y no hay peligro de que vaya a costear a
su hija una existencia precaria, que ella misma ha elegido.
(“Point Counter Point” Pg.142) ‘Not that they’ll be
very anxious to give me anything’ she added with a laugh’. She was right. Her
father’s horror at the misalliance was as profound as she had expected.
Del mismo modo, unos y
otros admiten que la “libertad e independencia individual” es un lujo del que
sólo unos pocos pueden disfrutar. Es cierto que Rampion se dedicará a la pintura en vez de dedicarse a
la enseñanza que les aseguraría a él y a su mujer un sueldo con el que poder
mantenerse. Será Mary la que le anime a hacer lo que realmente le gusta. Pero
como señala Huxley en varias ocasiones, ella no sabe lo que es pasar necesidad
económica.
(“Point counter Point” Pg.141)’But why should you be a
pedagogue, when you can write and draw? You can live on your wits.’
‘But can I? At least pedagogy’safe.’
‘What do you want to be safe for?’ she asked, almost
contemptuously.
Rampion laughed. “You wouldn’t ask if you’d had to
live on a weekly wage, subject to a week’s notice. Nothing
like money for promoting courage and self-confidence.”
Sin embargo, llegados
aquí, los puntos en común de las clases sociales bien situadas con el comunista
Illidge desaparecen por completo. Las
clases sociales privilegiadas se muestran incapaces de comprender que las
necesidades materiales obligan a los individuos a aceptar trabajos y
condiciones laborales que no siempre coinciden con sus aspiraciones y talentos,
del mismo modo que se ven forzadas a amoldarse a las personas que les rodean.
Esto es justamente a lo que se refiere Illidge cuando increpa a Walter su amor
a la privacidad. Los ricos no necesitan relacionarse con los que viven a su
lado porque disponen de la ayuda pagada que les brinda el personal de servicio.
Sin embargo, llevarse bien con los vecinos es de capital importancia para los
pobres, porque se ven forzados a prestarse ayuda mutua.
(“Point Counter Point” Pg.70)
‘But you rich’ the other went on ‘you have no real neighbours. You never
perform a neighbourly action or expect your neighbours to do you a kindness in
return. It’s unnecessary. You can pay people to look after you. (…) No, you’re
generally not even aware of your neighbours. You live at a distance from them.
Each of you is boxed up in his own secret house. (…) Privacy’s a great luxury.
(…) In a poor street misfortune can’t be hidden. Life’s too public. People have
their neighbourly feeling kept in constant training.’
A juicio de los integrantes de las clases altas esto
no deja de ocultar un peligro: el de potenciar la tendencia a la masificación,
así como la facilidad para dejarse influir. Ello impide el juicio crítico, que
ha de ser siempre libre e independiente. Illidge, sin embargo, insiste en que
la libertad cuesta dinero y que por tanto sólo el que dispone de él puede ser
libre.
(“Point Counter Point” Pg.78) ‘Money to pay,’ he repeated. ‘That’s the essential.’
Por otra parte, la
explicación económica del mundo que los individuos como Illidge ofrecen de
todos y cada uno de sus aspectos, ya sea moral o artístico, acaba enervando a
los componentes de las clases altas, para quienes los discursos de Illidge se
asemejan a letanías religiosas, a las que resulta tedioso prestar atención.
(“Point Counter Point” Pg.70) ‘Illidge went on like a denouncing prophet.’
Huxley deja atisbar que tanta
amargura refleja la envidia personal que Illidge siente más que un sincero deseo de justicia
social. Por eso dice que
lo que más le molesta a su personaje no son
los vicios de los ricos sino sus virtudes, por considerarlas a todas ellas como el producto de
la seguridad económica que su fortuna les proporciona. Illidge se queja de que los ricos ni siquiera han de temer
los derroteros que tomen sus extravagancias porque su cuenta bancaria les salva
de ir al manicomio.
(“Point Counter Point” Pg.76)
Illidge resented the virtues of the rich much more than their vices. Gluttony,
sloth, sensuality and all the less comely products of leisure and an
independent income could be forgiven, precisely because they were discreditable.
But disinterestedness, spirituality, incorruptibility, refinement or feeling
and exquisiteness of taste –these were commonly regarded as qualities to be
admired; that was why he so specially disliked them. For these virtues,
according to Illidge, was as fatally the product of wealth as were chronic
guzzling and breakfast at eleven. (…) ‘Why can’t they be frank and say outright
what they’re all the time implying –that the root of all their virtue is a five
per cent gilt-edged security?’
(“Point Counter Point” Pg.77)
‘If the Old Man wasn’t the descendant of monastery-robbers’ he would say to the
praisers or admirers, ‘he’d be in the workhouse or the loony asylum.’
A los ojos de los componentes de la alta sociedad, la actitud negativa de Illidge le impide disfrutar de los bellos momentos de la vida. Por otra parte, el rechazo que el comunista Illidge siente hacia los ricos no trunca su deseo de relacionarse con ellos. Con
ello Huxley pone de relieve las
contradicciones entre sus aspiraciones, sus palabras, y sus actos. A Spandrell corresponde mostrar las
inconsistencias de las palabras de Illidge cuando relata que mantiene a su
madre, paga la educación de su hermano pequeño y dio a su hermana cincuenta
libras como regalo de bodas. Su amiga Lucy no entiende qué hay de extraño en
todo esto. La respuesta de Spandrell es que la lealtad hacia su familia revela una actitud
absolutamente burguesa. Si Illidge fuera realmente inflexible con sus ideas no
haría ninguna distinción entre su madre y el resto de las mujeres y en una
sociedad organizada de acuerdo con sus teorías incluso tendría que practicarle
la eutanasia a causa de su artritis.
(“Point Counter Point” Pg.202)
I can give you examples of his practical inconsistencies. I discovered not long
ago, quite accidentally, that Illidge has the most touching sense of family
loyalty.
Si en Huxley, la figura
nueva que se introduce en el mundo cerrado y adinerado de los nobles ingleses
es el inteligente Illidge, en Virginia Woolf son, como ya hemos visto en el
blog anterior, las feministas y cristianas radicales.
Curiosamente, lo que muestran las obras de estos
autores es que dichos caracteres no consiguen conmocionar –ni tan siquiera
inmutar- a los miembros de la buena sociedad. Es cierto que Huxley introduce
a Spadrell, un enfant terrible de la
buena sociedad, amigo de Illidge, que termina asesinando al líder del partido
de “Los ingleses Libres”, de signo totalitario. Con el matiz, no obstante, de
que su acción no obedece a ninguna disciplina de partido y mucho menos a la
influencia política de Illidge sino a su propio convencimiento individual. El acto de Spandrell nace de la rebeldía de un hombre que se niega a ser devorado por una sociedad uniforme. Se trata de reivindicar la responsabilidad
individual como actitud absolutamente contraria a la de los partidos de masas,
que pretenden que la muchedumbre exonere al individuo de su propia
responsabilidad para de esta manera poder manipularlo con mayor facilidad.
Conclusión.
Ambos, Huxley y Woolf,
tratan a los recién llegados a su elitista
y selecto grupo social de forma despectiva, confiriéndoles personalidades
un tanto tenebrosas y oscuras, e incapaces de liberarse de la envidia que
sienten hacia esa sociedad en la que reinan el individualismo y la
despreocupación. Esto no significa, como hemos visto, que pretendan ignorar la realidad de las
injusticias sociales, ni que oculten la ociosidad de las clases más adineradas
así como su absoluta insensibilidad para los temas que no sean exclusivamente
los suyos propios, pero ni Huxley ni Woolf soportan la hipocresía de aquéllos
que deseándose integrarse en las clases más altas e incluso asimilarse a ellas
se creen moralmente mejores por el simple hecho de pertenecer a clases
inferiores.
De la lectura de sus obras
cabe deducir que los dos están convencidos, en primer lugar, que la moralidad
no es inversamente proporcional al poder adquisitivo ni a la clase social a la
que se pertenece. En segundo lugar, que la moralidad no es cosa de grupos ni de
estamentos sino que su naturaleza es primeramente de carácter individual. En
tercer lugar, que esconder bajo premisas morales el deseo natural de
enriquecerse y vivir bien resulta demagógico.
La conclusión que se desprende de todo ello es que aunque tanto Virginia Woolf como Aldous Huxley critiquen a la clase social a la que pertenecen, ninguno de los dos reniega de ella. Es verdad que Huxley, aún más que Woolf, critica el cinismo de sus
componentes y su indiferencia para los temas sociales, pero no hay duda de que
ambos se sienten profundamente orgullosos del ambiente artístico, científico e
intelectual que les rodea y no están seguros de que en las otras capas sociales
pueda darse un ambiente más favorable. Y ello por dos motivos. Uno, porque los pertenecientes a los otros estamentos
tienen que trabajar para vivir y carecen por tanto de la libertad necesaria
para dedicarse a actividades que no generen ingresos, por mucho que éstas les
interesen. En segundo lugar, su precariedad económica les ha llevado a
desarrollar la interdependencia en vez de la autonomía individual. Pero sobre
todo, tanto Huxley como Woolf rehúyen las mentes estrechas, capaces únicamente
de observar la realidad desde la ventana de los prejuicios y cuya perspectiva
pretenden imponer a los demás.
Hasta aquí, sin embargo, los paralelismos. Mientras
Woolf se refugia en la Torre de Marfil del artista, Huxley se mantiene en la
línea que separa su mundo del de los otros. El título original del libro “Point Counter Point” (“Punto contra
punto”) muestra claramente la intención que subyace a su obra y que no es otra
que la de enfrentar a su sociedad a la realidad compleja y cambiante de su
tiempo. Los grandes problemas que ocuparán a Huxley a lo largo de su vida serán
fundamentalmente los relacionados con la industrialización y el progreso.
La Torre de Marfil no siente todavía los envites de
la Historia, ocupada como está en sí misma pero sus trompetas se escuchan
acercarse imparablemente. Illidge es el primer portador del estandarte de los
nuevos vientos. Detrás de
él vienen muchos más.
(“Point Counter Point” Pg.77)
‘But being unpleasant to and about the rich, besides a pleasure, was also, in
Illidge’s eyes, a sacred duty. He owed it to his class, to society at large, to
the future, to the cause of justice.”
Y sin embargo, fiel
a su vida, fiel a su grupo social, Huxley seguirá afirmando hasta el final –
como ya antes había hecho Nietzsche - que
la Historia no la cambian los hombres sino el hombre. No la masa, sino el
individuo.
Los otros blogs que tratan temas que aparecen en "Contrapunto" son:
V/ “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley. Huxley y Nietzsche. Ilustración: el duro equilibrio entre la razón y las emociones.
V/ “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley. Huxley y Nietzsche. Ilustración: el duro equilibrio entre la razón y las emociones.
VI/ “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley.
Huxley y las fuerzas oscuras del romanticismo. La era de los nacionalismos y de
la mística.
Isabel Viñado Gascón.
Hasta la semana que viene
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