viernes, 26 de abril de 2013

IV. “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley/ IV Huxley y Virginia Woolf - Los recién llegados: Sin novedad a la vista… de momento.


La obra en las que se pueden encontrar las citas es:
Aldous Huxley “Point Counter Point” (1928) Vintage Classics, Random House 2004 - En español: “Contrapunto”

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Los recién llegados a la buena sociedad provienen de esferas sociales más bajas. Se caracterizan por ser inteligentes y defender políticas tendentes a promover la igualdad en la sociedad.  Su relación con la alta sociedad es compleja y no exenta de paradojas. Si por un lado, admiran el “laissez faire, laissez passer” en el que se apoyan las decisiones de sus anfitriones, por el otro son conscientes de que este mismo lema es el que determina el comportamiento frívolo y superficial de una clase social adinerada que no manifiesta ningún interés por los problemas de las clases trabajadoras.
En estos recién llegados se mezclan los ideales políticos de igualdad y justicia con la envidia ante la belleza y el esplendor que envuelven a los componentes de la buena sociedad.

Ambos grupos, sin embargo, comparten características comunes. Las costumbres puritanas son rechazadas por unos y otros, aunque por motivos distintos. Lo que para unos constituye el último dique a la libertad individual, representa para los otros la encarnación de la dominación de los poderosos y la expresión de la doble moral.
En cualquier caso, lo cierto es que todos –de un modo u otro- aspiran con cada vez mayor intensidad a divertirse y a disfrutar del confort que los nuevos descubrimientos aportan a la vida diaria, lo cual – como indica Illidge- no es gratis.

De ahí que todos, con indiferencia del estamento al que pertenecen, estén de acuerdo en la importancia del dinero.
(“Point Counter Point” Pg.76) Illidge shrugged his shoulders. ‘ Parties, music, science   – alternative entertainments for the leisured. You pay your money and you take your choice. The essential is to have the money to pay’. He laughed disagreeably.

Si para Illidge lo esencial es tener dinero para pagar, Woolf llegará a afirmar que entre el derecho de voto y una renta de quinientas Libras, ella elegiría sin dudar las quinientas Libras (“Una habitación propia”). Así pues todos admiten que es el dinero el que ofrece la libertad para crear y para ser –lo cual no impide ser también el elemento que más fácilmente permite la corrupción y la decadencia porque como el propio Illidge reconoce, eso es algo inherente a su naturaleza.

(“Point Counter Point” Pg 69.) “Money breeds a kind of gangrened insensitiviness”

La importancia del peculio no pasa tampoco desapercibida a los ricos en los cuales la tacañería suele ser un rasgo frecuente. Cuando Mary se casa con el pobre Rampion y éste le dice que no quiere vivir del dinero de su mujer. Mary le consuela riendo. Su padre siente terror ante los matrimonios desiguales y no hay peligro de que vaya a costear a su hija una existencia precaria, que ella misma ha elegido.

 (“Point Counter Point” Pg.142) ‘Not that they’ll be very anxious to give me anything’ she added with a laugh’. She was right. Her father’s horror at the misalliance was as profound as she had expected.

Del mismo modo, unos y otros admiten que la “libertad e independencia individual” es un lujo del que sólo unos pocos pueden disfrutar. Es cierto que Rampion se dedicará a la pintura en vez de dedicarse a la enseñanza que les aseguraría a él y a su mujer un sueldo con el que poder mantenerse. Será  Mary la que le anime a hacer lo que realmente le gusta. Pero como señala Huxley en varias ocasiones, ella no sabe lo que es pasar necesidad económica.

(“Point counter Point” Pg.141)’But why should you be a pedagogue, when you can write and draw? You can live on your wits.’

‘But can I? At least pedagogy’safe.’

‘What do you want to be safe for?’ she asked, almost contemptuously.

Rampion laughed. “You wouldn’t ask if you’d had to live on a weekly wage, subject to a week’s notice. Nothing like money for promoting courage and self-confidence.”

Sin embargo, llegados aquí, los puntos en común de las clases sociales bien situadas con el comunista Illidge desaparecen por completo.  Las clases sociales privilegiadas se muestran incapaces de comprender que las necesidades materiales obligan a los individuos a aceptar trabajos y condiciones laborales que no siempre coinciden con sus aspiraciones y talentos, del mismo modo que se ven forzadas a amoldarse a las personas que les rodean. Esto es justamente a lo que se refiere Illidge cuando increpa a Walter su amor a la privacidad. Los ricos no necesitan relacionarse con los que viven a su lado porque disponen de la ayuda pagada que les brinda el personal de servicio. Sin embargo, llevarse bien con los vecinos es de capital importancia para los pobres, porque se ven forzados a prestarse ayuda mutua.

(“Point Counter Point” Pg.70) ‘But you rich’ the other went on ‘you have no real neighbours. You never perform a neighbourly action or expect your neighbours to do you a kindness in return. It’s unnecessary. You can pay people to look after you. (…) No, you’re generally not even aware of your neighbours. You live at a distance from them. Each of you is boxed up in his own secret house. (…) Privacy’s a great luxury. (…) In a poor street misfortune can’t be hidden. Life’s too public. People have their neighbourly feeling kept in constant training.’

A juicio de los integrantes de las clases altas esto no deja de ocultar un peligro: el de potenciar la tendencia a la masificación, así como la facilidad para dejarse influir. Ello impide el juicio crítico, que ha de ser siempre libre e independiente. Illidge, sin embargo, insiste en que la libertad cuesta dinero y que por tanto sólo el que dispone de él puede ser libre.

(“Point Counter Point” Pg.78) ‘Money to pay,’ he repeated. ‘That’s the essential.’

Por otra parte, la explicación económica del mundo que los individuos como Illidge ofrecen de todos y cada uno de sus aspectos, ya sea moral o artístico, acaba enervando a los componentes de las clases altas, para quienes los discursos de Illidge se asemejan a letanías religiosas, a las que resulta tedioso prestar atención.

(“Point Counter Point” Pg.70) ‘Illidge went on like a denouncing prophet.’

Huxley deja atisbar que tanta amargura refleja la envidia personal que Illidge siente más que un sincero deseo de justicia social. Por eso dice que lo que más le molesta a su personaje no son los vicios de los ricos sino sus virtudes, por considerarlas a todas ellas como el producto de la seguridad económica que su fortuna les proporciona. Illidge se queja de que los ricos ni siquiera han de temer los derroteros que tomen sus extravagancias porque su cuenta bancaria les salva de ir  al manicomio.

(“Point Counter Point” Pg.76) Illidge resented the virtues of the rich much more than their vices. Gluttony, sloth, sensuality and all the less comely products of leisure and an independent income could be forgiven, precisely because they were discreditable. But disinterestedness, spirituality, incorruptibility, refinement or feeling and exquisiteness of taste –these were commonly regarded as qualities to be admired; that was why he so specially disliked them. For these virtues, according to Illidge, was as fatally the product of wealth as were chronic guzzling and breakfast at eleven. (…) ‘Why can’t they be frank and say outright what they’re all the time implying –that the root of all their virtue is a five per cent gilt-edged security?’

(“Point Counter Point” Pg.77) ‘If the Old Man wasn’t the descendant of monastery-robbers’ he would say to the praisers or admirers, ‘he’d be in the workhouse or the loony asylum.’

A los ojos de los componentes de la alta sociedad, la actitud negativa de Illidge le impide disfrutar de los bellos momentos de la vida. Por otra parte, el rechazo que el comunista Illidge siente hacia los ricos no trunca su deseo de relacionarse con ellos. Con ello  Huxley pone de relieve las contradicciones entre sus aspiraciones, sus palabras, y sus actos. A Spandrell corresponde mostrar las inconsistencias de las palabras de Illidge cuando relata que mantiene a su madre, paga la educación de su hermano pequeño y dio a su hermana cincuenta libras como regalo de bodas. Su amiga Lucy no entiende qué hay de extraño en todo esto. La respuesta de Spandrell es que la lealtad hacia su familia revela una actitud absolutamente burguesa. Si Illidge fuera realmente inflexible con sus ideas no haría ninguna distinción entre su madre y el resto de las mujeres y en una sociedad organizada de acuerdo con sus teorías incluso tendría que practicarle la eutanasia a causa de su artritis.

(“Point Counter Point” Pg.202) I can give you examples of his practical inconsistencies. I discovered not long ago, quite accidentally, that Illidge has the most touching sense of family loyalty.

Si en Huxley, la figura nueva que se introduce en el mundo cerrado y adinerado de los nobles ingleses es el inteligente Illidge, en Virginia Woolf son, como ya hemos visto en el blog anterior, las feministas y cristianas radicales.

Curiosamente, lo que muestran las obras de estos autores es que dichos caracteres no consiguen conmocionar –ni tan siquiera inmutar- a los miembros de la buena sociedad. Es cierto que Huxley introduce a  Spadrell, un enfant terrible de la buena sociedad, amigo de Illidge, que termina asesinando al líder del partido de “Los ingleses Libres”, de signo totalitario. Con el matiz, no obstante, de que su acción no obedece a ninguna disciplina de partido y mucho menos a la influencia política de Illidge sino a su propio convencimiento individual. El acto de Spandrell nace de la rebeldía de un hombre que se niega a ser devorado por una sociedad uniforme.  Se trata de  reivindicar la responsabilidad individual como actitud absolutamente contraria a la de los partidos de masas, que pretenden que la muchedumbre exonere al individuo de su propia responsabilidad para de esta manera poder manipularlo con mayor facilidad.

Conclusión.

Ambos, Huxley y Woolf, tratan a los recién llegados a su elitista  y selecto grupo social de forma despectiva, confiriéndoles personalidades un tanto tenebrosas y oscuras, e incapaces de liberarse de la envidia que sienten hacia esa sociedad en la que reinan el individualismo y la despreocupación. Esto no significa, como hemos visto, que  pretendan ignorar la realidad de las injusticias sociales, ni que oculten la ociosidad de las clases más adineradas así como su absoluta insensibilidad para los temas que no sean exclusivamente los suyos propios, pero ni Huxley ni Woolf soportan la hipocresía de aquéllos que deseándose integrarse en las clases más altas e incluso asimilarse a ellas se creen moralmente mejores por el simple hecho de pertenecer a clases inferiores.

De la lectura de sus obras cabe deducir que los dos están convencidos, en primer lugar, que la moralidad no es inversamente proporcional al poder adquisitivo ni a la clase social a la que se pertenece. En segundo lugar, que la moralidad no es cosa de grupos ni de estamentos sino que su naturaleza es primeramente de carácter individual. En tercer lugar, que esconder bajo premisas morales el deseo natural de enriquecerse y vivir bien resulta demagógico.

La conclusión que se desprende de todo ello es que aunque tanto Virginia Woolf como Aldous Huxley critiquen a la clase social a la que pertenecen, ninguno de los dos reniega de ella. Es verdad que  Huxley, aún más que Woolf,  critica el cinismo de sus componentes y su indiferencia para los temas sociales, pero no hay duda de que ambos se sienten profundamente orgullosos del ambiente artístico, científico e intelectual que les rodea y no están seguros de que en las otras capas sociales pueda darse un ambiente más favorable. Y ello por dos motivos. Uno, porque los pertenecientes a los otros estamentos tienen que trabajar para vivir y carecen por tanto de la libertad necesaria para dedicarse a actividades que no generen ingresos, por mucho que éstas les interesen. En segundo lugar, su precariedad económica les ha llevado a desarrollar la interdependencia en vez de la autonomía individual. Pero sobre todo, tanto Huxley como Woolf rehúyen las mentes estrechas, capaces únicamente de observar la realidad desde la ventana de los prejuicios y cuya perspectiva pretenden imponer a los demás.

Hasta aquí, sin embargo, los paralelismos. Mientras Woolf se refugia en la Torre de Marfil del artista, Huxley se mantiene en la línea que separa su mundo del de los otros. El título original del libro “Point Counter Point” (“Punto contra punto”) muestra claramente la intención que subyace a su obra y que no es otra que la de enfrentar a su sociedad a la realidad compleja y cambiante de su tiempo. Los grandes problemas que ocuparán a Huxley a lo largo de su vida serán fundamentalmente los relacionados con la industrialización y el progreso.

La Torre de Marfil no siente todavía los envites de la Historia, ocupada como está en sí misma pero sus trompetas se escuchan acercarse imparablemente. Illidge es el primer portador del estandarte de los nuevos vientos. Detrás de él vienen muchos más.

(“Point Counter Point” Pg.77) ‘But being unpleasant to and about the rich, besides a pleasure, was also, in Illidge’s eyes, a sacred duty. He owed it to his class, to society at large, to the future, to the cause of justice.”

Y sin embargo, fiel a su vida, fiel a su grupo social, Huxley seguirá afirmando hasta el final – como ya antes había hecho Nietzsche -  que la Historia no la cambian los hombres sino el hombre. No la masa, sino el individuo.

Los otros blogs que tratan temas que aparecen en "Contrapunto" son:

V/ “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley. Huxley y Nietzsche. Ilustración: el duro equilibrio entre la razón y las emociones.
VI/ “Contrapunto” (1928) Aldous Huxley. Huxley y las fuerzas oscuras del romanticismo. La era de los nacionalismos y de la mística.


Hasta la semana que viene
Isabel Viñado Gascón.





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