1.
La familia Incadenza. Constituída por cinco
miembros.
El padre, James, óptico y director de películas y el creador de la academia
de tenis en la que toda su familia, de una u otra manera, participa. Fiel a su
mujer. James es alcohólico pero consigue dejarlo. Se suicida metiendo la cabeza
en el microondas. Hay diversas teorías al respecto. Una es que lo ha hecho por
el vacío anímico que le ha provocado la desintoxicación de alcoholismo. Casi al
final de la novela, Wallace afirmará que James se suicidó porque había
alcanzado todo lo que quería en su vida y su vida había dejado de tener sentido.
El éxito, señala, no aumenta automáticamente la propia autoestima.
La madre, Avril, es una mujer inteligente, culta y extremadamente autocontrolada. Trabaja en la
administración de la Academia de Tenis. Su padre fue alcohólico. Era incapaz de
mostrar sus sentimientos salvo cuando estaba borracho. Según David Foster
Wallace las personas que no muestran sus sentimientos tienden a tomar drogas y
alcohol porque interiormente están vacíos. Avril padece claustrofobia y en su
despacho no hay ninguna puerta. Tiene un hermano adoptivo: Charles Tavis, con
el que mantiene relaciones sexuales. John Wayne, un chico de la edad de sus
hijos. es también su amante;
Orin es el hermano mayor. Juega al
tenis pero cuando llega a la Universidad lo abandona por el fútbol. Según David
Foster Wallace es, como la mayoría de
los hijos de drogadictos y alcohólicos, híper-sexual. Dejó la droga cuando
conoció el sexo. Sin embargo es incapaz de enamorarse realmente. De lo único
que disfruta es del momento de las caricias y de la ternura. Es novio de Joelle.
Joelle era virgen antes de conocer a Orin. Es una belleza cocainómana cuyo
rostro quedará destruido por el ácido que su madre arroja contra su padre y que
éste logra esquivar. Este acto le sirve a David Foster Wallace para presentar
una paradoja. Anteriormente ha dicho que los monstruos modernos son los
mentirosos, los que falsifican el lenguaje. Con el accidente que sufre Joelle
mostrará que la verdad también puede generar grandes sufrimientos. La madre
quería atacar al padre con ácido porque éste ha confesado estar
desesperadamente enamorado de su hija desde su adolescencia y que por eso la
sigue tratando como una niña pequeña. Joelle tenía un programa de radio y ha
trabajado con el padre de Orín en la realización de las películas antes de
ingresar en el centro de desintoxicación Ennet;
Mario nació antes de tiempo. Es
deforme. Padece enanismo y di-autonomía, una enfermedad neurológica que
determina poca recepción del sentimiento de dolor. Esto puede resultar
peligroso. Sufrió una quemadura en la cadera que sólo fue descubierta a tiempo
porque Mrs. Clarke pensaba que se le estaban quemando sus berenjenas. Ayudante
de su padre a la hora de filmar las películas. Hace una representación en la
que el personaje principal es un presidente ficticio de los Estados Unidos
llamado Johny Gentle. Gentle es presentado como un ser neurótico, estilo del
tardío Howard Hughes, uno de esos que tienen miedo de la contaminación: “O
llevo una máscara o consigo que los demás la lleven”. Fundador del partido
“partido de USA limpia”, con miembros de
ultraderecha, con armas automáticas y miembros de izquierda que luchan por
salvar las ballenas. Ese Gentle ha dicho que una de las primeras renovaciones
de América tiene que ver con la renovación estética. Nación de una nueva era en
la que la NATO ha dejado de cumplir el papel de policía mundial, busca gente a
la que hacer culpable de las desdichas internas. En cualquier caso, Mario es el
único psíquicamente sensato y equilibrado de toda la familia, y yo me atrevería
a decir que de toda la novela.
Hal, el protagonista. Es el hermano más joven. Juega
al tenis, como su hermano mayor. Superdotado. No habla mucho. Su padre hace grandes esfuerzos para
conseguir que diga algo. A Hal esto le divierte porque a su modo de ver, él es
el que habla mucho y su padre es el que no le oye. Hal descubre el cadáver de
su padre. Lo que le traumatiza sin embargo es que a consecuencia de esto le envien a un
psicólogo del que no sabe si conseguirá librarse. Fuma hachís y bebe. Según David Foster Wallace,
“las drogas de tiempo libre” forman parte de la tradición de las escuelas
americanas por muchas razones: pubertad, miedo, la presión de hacerse adulto.
Los tipos de drogas que se toman son, entre otras, benzodiacepina,
tranquilizantes, hongos alucinógenos, cerveza y hachís. Según explica David
Foster Wallace, el consumo de droga y
alcohol conlleva la expulsión de la academia de tenis pero la administración
está demasiado ocupada para vigilar el consumo. Los mentores y entrenadores,
que están más cerca de los muchachos y podrían controlarlos mejor, están
demasiado ocupados con sus propias frustraciones para dedicar atención a lo que
esos aprendices de tenis hacen. Por tanto, Hal no tiene miedo de ser descubierto.
Al principio los controles de orina se pasan fácilmente gracias a los trucos
que sus amigos han desarrollado. Sin embargo, llega un momento en que la
presión es cada vez mayor. Intenta desintoxicarse él solo pero
no le queda más remedio que acudir a la casa de Alcohólicos Anónimos,
que está al lado de la Academia de Tenis y que también se ocupa de los
drogodependientes.
2.
La academia de tenis. Además de estar los cinco
miembros de la familia también trabaja el hermano adoptivo de Avril, Charles
Tavis.
El sentido del
entrenamiento.
Los chicos tienen que entrenar duramente para conseguir buenas clasificaciones
en los torneos. No tanto por la propia autosatisfacción como para conseguir
llegar a la fama. El odio que se siente por la noche al trabajo pertenece
sencillamente al trabajo, dice Hal. Sin embargo, Hal piensa en los chicos que
están allí desde hace seis, siete u ocho años, sufriendo cansancio, dolor y
estrés y, sobre todo, con el miedo de haber padecido en vano y de no conseguir
hacer la carrera profesional con la que todos sueñan. Pero si todo es tan
terrible, ¿por qué están todos ahí? Porque todos quieren participar en el show.
Con ello se refiere a los premios, a los contratos de anunciantes, a los
ingresos percibidos por entrevistas y asistencia a actos, al éxito social, a
las sesiones de fotos. Ninguno ignora que el triunfo queda reservado para unos
cuantos. Que de cada veinte, sólo uno consigue entrar dentro de ese show. El
resto sigue en partidos de ligas regionales o abandonando para ser abogados o
académicos como el resto del mundo. La mayoría de los que están internos en la
academia de tenis, no necesitan de ninguna beca. Así que puede concluirse que
en el fondo todos están allí porque aman el deporte. Tenis es un deporte
individual. Bienvenido al significado de “individual”, dice Wallace. Lo que
todos ellos tienen en común es ese “estar solos”. Entonces ¿cómo poder ser
amigos aunque se esté siempre juntos? , se pregunta. En realidad -contesta- lo que prima es la enajenación,
la individualidad existencial, el solipsismo y lo único que les une es el dolor y el sufrimiento. El entrenamiento les da la sensación que todos luchan contra el
mismo enemigo. Nada une tanto como el enemigo común. En el entrenamiento se
trata de “mecanizar” al cuerpo. De conseguir movimientos automáticos sin
necesidad de pensar.
David Foster
Wallace establece tres tipos de individuos que nunca pueden llegar al triunfo. Uno, el tipo desesperado. El
que no resiste las frustraciones y no tiene paciencia para seguir trabajando
pese a las derrotas. Dos, el tipo neurótico, que se esfuerza tanto que termina destrozado.
Y el tercer tipo es el del autosatisfecho, que se conforma con llegar a un
determinado nivel y no continúa esforzándose por pasar al siguiente. En el
entrenamiento del tenis, no se trata tanto de fuerza sino de repetición. Repetición una y otra vez de cada uno de los
movimientos hasta que esos movimiento se conviertan en automatismos, en
movimientos reflejos. Se trata de convertir al deportista en una máquina. Se
trata del lenguaje de la máquina del cuerpo. El sentido de la repetición es
justamente su falta de sentido. Se trata de conseguir el mecanicismo en cada
uno de los movimientos, de manera que sea innecesario hablar de concentración y
de carácter.
David Foster
Wallace aborda el entrenamiento profesional para niños y de los problemas que conlleva
no sólo la derrota sino el triunfo. Sobre
todo, el triunfo. Los niños al principio no saben ni lo que es presión ni lo que es
miedo. No sienten la soledad ni la enajenación. Los que sólo vienen pensando en
el dinero se agotan (burnout) enseguida. A medida que crecen, aumenta la
presión sobre ellos. Es la presión de ganar. Muchos se agotan y otros se
suicidan o intentan suicidarse. Están dentro de una cultura basada en el
esfuerzo, en la consecución.
a) Un problema es cuando se exige una
determinada meta y no se encuentra ningún camino para alcanzarla. Cuando esa
meta constituye la única razón de su existencia y no se puede hacer plena.
b) Han ganado la meta y entonces se dan
cuenta de que la consecución del fin no satisface su vida. Y entonces, en la
cima, se suicidan.
c) Hay
otra forma de hundirse cuando se consigue la meta. Es lo que se llama el
síndrome de la fiesta sin fin. Fama, dinero, sexos, drogas y tranquilizantes.
Glamour. Los jugadores se convierten en estrellas pero sólo pueden ser estrellas
en tanto en cuanto satisfagan el hambre de la cultura de la finalidad y del
logro. Sucumben porque no se puede estar de fiesta al mismo tiempo que se sufre.
Y entrenar al tenis es sufrir.
3.
Centro de desintoxicación Ennet. David Foster Wallace hace una
lista bastante exhaustiva de todo lo que se aprende allí. Por ejemplo, que es
difícil dejar de consumir droga de un día para otro: por un lado la piel sufre
de acné; por el otro, se sienten impulsos suicidas. Que el sesenta por ciento
de los chicos que sufren drogadicción y alcoholismo sufrieron de abusos. Y dos
tercios del restante cuarenta por ciento, afirma no recordar nada de su niñez
para evitar tener que responder a la pregunta. Que cuando uno debe dejar la
droga para intentar sobrevivir, la droga ha llegado a ser al mismo tiempo tan
importante, que uno puede perder la razón por tomarla. Que dormir puede ser una
huida emocional. Que es posible utilizar medicamentos de receta libre para el
catarro y la alergia para drogarse. Que se puede dormir en medio de un ataque
de pánico. Que la mayoría de los drogadictos también son neuróticos. Que la
droga es una enfermedad. En uno de los capítulos señala que si parece que los
drogadictos son delincuentes ello se debe al hecho de que los drogadictos que
no disponen de medios económicos para financiar su adicción tienen que cometer
actos violentos.
En muchos apartados del libro, David Foster
Wallace deja entrever que “Alcohólicos Anónimos” es casi una secta y no oculta
el carácter autoritario que la sustenta “aunque funcione”. Los AA de Boston
están repartidos en innumerables grupos.
En sus encuentros aparecen siempre ex alcohólicos y cuentan sus experiencias y
esperanzas. Los relatos tienen que ser espontáneos, no pensados, no calculados.
Tienen que contar la verdad al desnudo. Y lo menos irónicos posibles y esto se
hace extensible a los manipuladores pseudo-sinceros. La sinceridad estratégica
es temida por esas tiernas gentes. Hay que ser agradecido ante el hecho de que
hay que ser activo, tomar una obligación con el grupo. Todas las historias se
basan en lo mismo: al principio diversión gracias a la droga, luego menos
diversión y luego mucho menos debido a los blackouts (pérdida de la conciencia).
El alcohol destroza lenta pero a conciencia. Uno de ellos dice que cuando
estaba sobrio quería estar borracho y cuando estaba borracho, quería estar
sobrio. A eso le sigue la agonía psíquica, el miedo de la locura, la estancia
en centros de rehabilitación, conflictos familiares, caída financiera y al
final, la pérdida de la familia. Incapacidad para trabajar, ruina financiera,
pancreatitis, sentimientos de culpabilidad, neuralgia cirrótica, incontinencia,
neuropatía, inflamación en los riñones, depresiones, agudos dolores que la
droga sólo podía mitigar por corto tiempo. La droga te ha tragado. Uno no está
muerto pero tampoco vivo. En realidad se está más muerto que vivo. Es entonces
cuando se elige. Uno o se suicida o llama a alguna asociación, como AA, para
que le ayude. Los recién llegados están lo suficientemente desesperados como
para quedarse y volver a un segundo encuentro. Y hacen el sorprendente
descubrimiento de que la cosa realmente funciona. Da igual que uno crea en eso
o no. De lo que se trata es de hacer lo que a uno le dicen, sin más. La otra
cuestión importante es que nadie puede echar a nadie de AA. Uno está dentro
mientras está dentro. Aquí se puede decir lo que uno quiera. Uno hace lo que
quiera, mientras sepa qué quiere. Ninguna regla, ningún deber. Los AA de Boston
no se cansan de decir que la enfermedad descansa en la propia voluntad, que es
la propia voluntad en la que la enfermedad se asienta y teje su red de araña.
Hay que dejar hambrienta a la araña. Hay que dejar a la voluntad propia fuera.
De ahí la tradición de la humillación, de la anonimidad, de la apertura en
grupo. Todo es voluntario. Los encuentros de AA. En la casa Ennet se irán
encontrando una gran parte de los protagonistas de la historia. Don Gately, es
quizás el más importante. Hijo de madre alcohólica a la que su amante pegaba,
ha conseguido dejar el alcohol y se ha quedado en la casa Ennet. Una noche en
la que él está a cargo de la organización, se ve envuelto en un altercado
creado por otro de los ocupantes –un tal Lenz, un sádico que asfixia y quema
gatos vivos- y es herido en una pierna. Aunque Gately se niega a que lo
trasladen al hospital a causa de sus antecedentes delictivos, la gravedad del
caso lo impone. Hay otros personajes, como Kate Gompert, Poor Tony, Tiny Ewell.
La mayoría de los drogadictos, incluso
aquéllos que están en la academia de tenis, como Pemulis, han sido maltratadas
y han sufrido abusos de pequeños. A esto hay que sumar que ellos mismos suelen
ser hijos de alcohólicos y drogadictos. Hay otras muchas historias que a pesar
de estar revestidas de un humor macabro, dejan una gran tristeza en el alma.
Los temas del
suicidio y de la depresión aparecen constantemente.
David Foster Wallace se burla sin piedad de aquéllos que intentan suicidarse
para “llamar la atención” o simplemente comprobar que hay alguien que se
interesa por ellos.
El autor americano distingue entre varios
tipos de depresión. La más suave es la que él denomina vacío insensible. Tiene
lugar especialmente en la pubertad, cuando el adolescente descubre la mentira y
la hipocresía en la que se asienta la cultura. En América, dice, se enseña cómo
se forman las máscaras de la sobriedad y de la ironía resignada en una edad
donde la cara todavía es lo suficientemente plástica para ser formada. Luego nadie
se puede desprender del cinismo malhumorado que protege de la ingenuidad inculta y
sentimentaloide. Los mitos americanos de cinismo e ingenuidad se excluyen
mutuamente. El cinismo es miedo a ser verdadero hombre porque, según David
Foster Wallace, un hombre verdadero es
sin remedio ingenuo, propenso al sentimentalismo y en general quejicoso.
El peor tipo de depresión, sin embargo, no es
este vacío insensible, que es el que el personaje Hal sufre. Hay otro todavía
peor que es la depresión clínica que padece Kate Gompert cada vez que deja el
consumo de marihuana, que consiste en el tormento del alma, la desesperanza, la
desesperación, la depresión psicótica… La desintoxicación conlleva problemas.
Genera una especie de melancolía que puede derivar en suicidio. David Foster
Wallace lo denomina: anhedonia, o incapacidad para sentir el placer. El
“anhedonio” no espera nada y no cree que conceptos como “suerte”, “sentido”
sean algo más que meros conceptos. Un “anhedonio” puede navegar pero no tiene
ninguna posición. La depresión clínica es
descrita por el autor americano como un
sentimiento del mal sin compromiso y en su radicalidad. Es soledad en un
sentido que no se puede transmitir. Es un sentimiento de asco de las células y
del alma. Kate Gompert no tiene ninguna posibilidad de describir cómo se siente
uno ante una depresión clínica, ni siquiera con otro depresivo porque la
depresión impide la empatía con ningún otro ser vivo. Para los que la padecen
se trata de un infierno para un solo individuo. Es una circulación cerrada. La
corriente se produce dentro y es reabsorbida. Cuando uno se suicida lo hace por
los mismos motivos por los que un hombre normal salta desde la ventana de un
rascacielos en llamas. Se elige el menor de dos miedos. El que grita aguanta no
puede entenderlo. Para eso es necesario estar encerrado y sentir las llamas en
el cuerpo de uno y comprender que el miedo al fuego es mayor que el miedo a la
caída.
Hay otras causas que provocan el suicidio. En
el caso de uno de los personajes, Geoffrey Day, las tendencias suicidas nacen
de la visión de una figura fantasmal que le acompaña desde que tenía diez años.
Para Day el infierno no se trata tanto de un pozo negro como de las espantosas
sensaciones que le rodean. Day comprende que algunos se suiciden para no tener
que vivir con ellas. Otros suicidios nacen de la desesperación de los
sentimientos de culpa y de frustración, como el caso de la madre de Joelle, y
de la soledad, como Mrs Waite. Era una buena mujer con fama de bruja en la
comunidad. Nadie quería el contacto con ella y todos la rehuían e incluso iban
a su jardín a insultarla. Hace un pastel que todos agradecen pero del que nadie
prueba un bocado y aterriza en el basurero. Tal vez esto tenga que ver con el
hecho de que Mrs. Waite se suicidara. ¿Por qué algunas personas no son
aceptadas? se pregunta Wallace. No se sabe, responde. Es imposible
comprenderlo.
4.
La relación de los dos agentes, Marathe de Quebec y Steeply,
americano. Marathe es en realidad un doble agente porque necesita el dinero
para salvar a su mujer, enferma de corazón. El padre de Steeply era un adicto
de la serie M.A.S.H. Están buscando una cinta de video que resulta tan
“entretenida” que provoca la muerte a todo aquél que la ve. Esto le sirve de
excusa a David Foster Wallace para preguntarse por la capacidad de elección de
la sociedad y por la fuerza que el entretenimiento y las diversiones han
alcanzado en nuestra cultura occidental, hasta el punto de convertirse en su
distintivo. ¿Es legítimo permitir que la gente elija morir de placer? Conectados con los agentes está el grupo de
los separatistas de Québec, especialmente el grupo de “los asesinos de las
sillas de ruedas” que buscan la cinta de video que mata a todo el que la ve.
Incluso las copias de que disponen producen terribles efectos. Una de las víctimas, dice Steeply, es el jefe
de análisis de datos, caracterizado por una voluntad de hierro y en la
actualidad postrado en cama sin manifestar ningún deseo.
Interesantes resultan también las
disquisiciones del autor americano acerca de cómo ha ido cambiando la
personalidad del héroe en las películas americanas: de héroe activo e
individual, a un héroe burocrático, tranquilo, imperturbable, ocupado en la
organización de una comisaría casi más amenazada por los “papeleos” que por los
delincuentes. Foster Wallace también muestra la capacidad de manipulación de
las agencias publicitarias, que hoy defienden una causa y mañana la absolutamente
contraria. Es todo una cuestión de honorarios. El análisis de las causas del
regreso a la utilización del teléfono después de que muchos usuarios hayan
notado las desventajas de las videoconferencias, es otro de los temas que
ocupan su interés.
Hasta aquí los rasgos más sobresalientes de
la obra.
He de decir que después de
tantas páginas en las que lo que prima son el individualismo y la falta de
comunicación, El único sentimiento que me queda es el de liberación. Han sido
más de mil páginas en compañía de familias rotas, hombres rotos, relaciones
rotas, comunicación rota. Demasiado para alguien que como yo siente empatía
hasta por las vidas de personajes ficticios y está convencido de que es inmoral
ser un voyeur de las penas ajenas si no se posee al mismo tiempo la voluntad de
remediarlas. Lo único que he estado gritando durante todo este tiempo ha sido
“¡¡¡Sáquenme de aquí!!! Pero quería llegar al final, saber qué pasaba con
aquellas vidas. La historia de Hal puede considerarse circular en el sentido de
que su final constituye el principio del libro. Sin embargo, el resto de los
personajes quedan, como no podía ser menos en una novela de estas
características, colgados en el aire.
La semana que viene, o sea,
mañana, (viva la postmodernidad temporal) publicaré el comentario. Creo que hay
dos tipos de lectores interesados en los blogs de literatura: aquéllos que no
tienen tiempo para leer la obra pero que desean informarse del contenido y los
que la han leído y buscan diferentes opiniones al respecto. Dadas las
características de “La broma infinita” la división entre argumento y comentario
se hace inevitable, por no decir imprescindible.
Hasta la semana que viene
(mañana)