lunes, 6 de abril de 2015

La hormiga y el puente (2012) Isabel Viñado Gascón

Cada domingo, nuestro profesor de filosofía daba un paseo con sus dos hijos por un pequeño bosquecillo no muy lejos de la casa en la que vivían. La semana anterior había estado lloviendo sin parar, de manera que se hacía necesario improvisar un puente para cruzar el río normalmente seco. Los niños buscaron piedras y troncos con los que poder comenzar su obra. El padre se apoyó en un árbol y aprovechó la ocasión para contarles una fábula:

“Una vez una pequeña hormiga decidió recorrer mundo. Al poco de haber comenzado su aventura tropezó con un arroyo que no podía atravesar por sus propios medios. Un saltamontes que pasaba por allí se brindó a ayudarla pero la hormiga declinó su oferta. También rechazó asustada la colaboración de un elefante que llegaba en ese momento.  “De los dos podría caerme –pensó- pero el elefante podría incluso aplastarme”. Así que regresó a su casa y allí vive, si no ha muerto, todavía”.

“¿Significa eso” –preguntó su hija- “que hay que conformarse con los medios de que se dispone para poder hacer algo?” 
“Claro que no. –Replicó el hermano- “Significa que hay que ser valiente y atreverse a correr riesgos.”

 “Os equivocáis los dos.” – Repuso el padre.- “La moraleja de esta historia es que es de necios empeñarse en caminar en línea recta. Si la hormiga, en vez de haberse obstinado en continuar por su sendero, se hubiera detenido a mirar  hacia su derecha se hubiera encontrado con el mismo puente con el que vosotros os hubieráis igualmente encontrado de no haber persistido en vuestra ruta.”

Isabel Viñado Gascón

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