lunes, 6 de abril de 2015

Una conversación con Carlos Saldaña (2014) Isabel Viñado Gascón.

Carlos,  finalmente, ha decidido contestar al mensaje que le dejé en el contestador automático.

-Hola.                                 

- ¡Ya era hora! ¿Has escuchado las noticias? ¿Has leído mis blogs? ¡Entre la matanza de los terroristas y la guerra entre Rusia y Ucrania: menuda semana!

- Ajá...

-¿Has leído mis blogs?

-Sí

-¿Y?

-¿Qué quieres oir?

-Tu opinión.

-¿De qué servirá?

-Seguramente para ordenar mis ideas.

- Resulta imposible ordenar el caos.

-¿Qué es lo que está en el caos: mis ideas o la actualidad?

-Ambas.

-Razón de más para que intentemos aclarar la situación.

- No sé qué puedo decirte. Tú te dedicas a comentar sucesos pretendiendo encontrar una explicación, una solución incluso . Lo cierto,sin embargo, es que la vida humana se divide en dos aspectos básicos: paz y barbarie. Las actitudes intermedias o son para intentar conservar la paz al precio que sea, cuando el periodo de paz se tambalea o para introducir la barbarie, cueste lo que cueste, cuando el periodo de paz agoniza. La historia humana es la historia de la destrucción y de la muerte. Los tiempos de paz han sido escasos y cortos y cuando han durado demasiado, como en nuestros días, aumentan los conflictos privados y las revueltas callejeras. El hombre es un ser violento por naturaleza. No tiene remedio. Necesita la paz para comerciar y cosechar riquezas y restablecerse de las heridas de la guerra. En el instante en que ha curado sus heridas y se da cuenta de que la paz ya no le sirve para aumentar sus ganancias, comienza a aburrirse y no tarda en dirigir su atención hacia los asuntos bélicos. Violencia física, violencia psíquica, violencia verbal... todo es violencia y la fuerza del movimiento violento es siempre de atracción: a medida que avanza absorbe cuanto encuentra a su paso. Es así como crece y cuanto más crece más devora y más grande se hace. Es un monstruo indestructible. El hombre se equivoca cada vez que cree vencerlo. El monstruo nunca muere: empequeñece. Y el proceso vuelve a iniciarse otra vez.

-¿Pero y los moderados?

-¡Ah, sí! ¡Los moderados! Los moderados como tú te llamas a tí misma en tus blogs, existen siempre que existe un conflicto inevitable. Los moderados nunca hacen falta en tiempos de paz. Los moderados siempre surgen en tiempos revueltos. Los moderados sóis el dique de contención al desbordamiento. Cuanto más importante resulta el desbordamiento, más moderados se necesitan. Pero como todo en este mundo: cualquier dique aguanta hasta un determinado punto. Una vez alcanzado ese punto, el dique cae y el agua pasa con todavía aún más fuerza. Le guía la rabia por habérsele intentado  detener. Cuando las lluvias son realmente torrenciales, lo mejor es abrir las compuertas y dejar pasar el exceso de agua. Tal vez inunde una mayor extensión de tierra pero no con tanta fuerza, no con tanta ira. A veces, los moderados creáis más problemas de los que ya existen.

- ¿Quiéres decirme que los moderados no servimos para nada?

- Mientras la situación no sea realmente dramática y siempre que sobrepaséis en número y en fuerza a las turbulencias, sí sóis de utilidad. Pero si el torrente arrolla, constituís un problema. La moderación descansa en la imposibilidad de decir “sí” o “no”. Esta imposibilidad promueve la confusion: comprendéis a todos pero no os comprometéis con ninguno.  Por este motivo, sóis los primeros en caer cuando se hace imposible seguir aguantando por más tiempo el envite de la corriente.

Tu moderación se basa en lo que se basa toda la moderación que se precie: en soportar y callar. Y cuando al fin dejes de soportar y callar, las aguas se desbordarán con toda su rabia sobre tí y todos los que son como tú.  Es el destino de los moderados.

-¿Quiéres decir que es mejor tomar partido?

-Querida Isabel, tú ya has tomado partido: el de los moderados.

-¿Y no te parece bien?

-Vuelvo a repetirte: todo lo que tenga que ver con el ser humano acaba de un modo u otro en violencia. Poco importan los motivos. ¿Qué es más sagrado, la creencia de un hombre o el territorio en el que habita? Según Jorge, el territorio, sin duda alguna. Al fin y al cabo, dice, la defensa del territorio está recogida en las leyes internacionales; la defensa de Dios, no. 
Yo no sé qué es sagrado y qué es no-sagrado, lo que sí sé es que tanto lo uno como lo otro, llevan a la muerte, al asesinato y al terror. Lo que sí sé es cuánta audiencia cosechan determinadas cadenas aprovechando enfrentamientos verbales entre personajes más o menos públicos, cómo se concentran los espectadores alrededor de la televisión para ver reuniones cuya violencia verbal se critica, pero a la que todos quieren asistir. ¿Y por qué? Porque la esencia constitutiva de la violencia es el morbo y ese morbo, precisamente, es la fuerza que termina arrollando todo aquéllo por dónde pasa. Violencia física, violencia psíquica, violencia verbal... El hombre se siente atraído por la muerte, la desolación y la miseria. ¿Qué crees que atrae más a los creyentes: el cielo o el infierno? Todos quieren y esperan ir al cielo pero de lo que hablan, aquéllo que provoca cientos y miles de historias a cuál más tétrica, más oscura, más temible es precisamente el infierno. El hombre es un monstruo y como monstruo que es, se siente atraído por la morada a la que pertenece...

-Carlos, de verdad, a veces no entiendo cómo puedes ser médico.

-Lo entiendes y lo sabes: si los delincuentes, incluso los más feroces, tienen derecho a que les defienda un abogado, los monstruos, incluso los más monstruosos, tienen igualmente derecho a que alguien se ocupe de devolverles la salud.

-¿Qué tengo que hacer entonces? ¿Encender una mecha tras otra?

-Más bien una vela tras otra al santo de tu devoción.

-Muy gracioso.

-Existe mucha gente que quiere matar y hasta está dispuesta a morir por ello. Los moderados os negáis a matar y por tanto estáis sentenciados a huir o a morir por ello. ¿Qué más te puedo decir? Pretendes ser moderada porque según tú los extremos están empezando a organizarse y hay que contenerlos para que no lo consigan. Te equivocas. Los extremos ya se han organizado y ya han empezado a actuar: los fundamentalistas, los del Orden Eterno e inmutable... Todos. Tu moderación no va a servir de gran cosa, salvo para llenar unas cuantas páginas vacías. Tu moderación y la moderación de todos los otros moderados de hoy en día. Vuestra moderación no tiene sentido. Tampoco servirá de mucho. Como ya te he dicho antes: las voces moderadas surgen cuando la fuerza imparable de los extremos se hace visible, no antes. Y no surgen antes porque sencillamente no hacen falta alguna. No son necesarios. ¿Para qué es necesario un moderado en tiempos de paz y estabilidad? La moderación en tiempos de paz es una tautología. No más. Cuando el grupo de los moderados comienza a considerarse necesario significa que la violencia ya ha empezado a invadir a una sociedad. Es siempre lo mismo. Al principio hay muchos moderados: hasta que las circunstancias les van arrollando uno a uno y entonces ya no les queda más remedio que tomar partido, ése que todos terminan tomando.

-¿Y que es...?

- El de “morituri te salutant”.

-¡Qué pesimista!

-Como tú muy bien dices, debe ser la lluvia. ¿No tienes otra cosa mejor que hacer que dedicarte a llamarme?

Y ha colgado.

Isabel Viñado Gascón.

Nota aclaratoria

Ante la pregunta de un par de conocidos, he de aclarar que yo jamás me atrevería a escribir el nombre de mis amigos y mucho menos el contenido de nuestras conversaciones si ellos mismos, personalmente, no me hubieran autorizado para hacerlo. He alterado eso sí, un par de nombres: el de la mujer de Jorge, que no desea ser mezclada en nuestras conversaciones y el de la hija de Carlota, por ser menor de edad.

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