jueves, 3 de octubre de 2013

VI. “CONTRAPUNTO” (1928) Aldous Huxley. HUXLEY Y LAS FUERZAS OSCURAS DEL ROMANTICISMO. LA ERA DE LOS NACIONALISMOS Y DE LA MÍSTICA.


Obras citadas o simplemente nombradas.

-          “Point Counter Point” (“Contrapunto”)  (1928) Aldous Huxley. Vintage Books London 2004

-           “Brave New World”  (“Un mundo feliz”) (1932)  Aldous Huxley. Vintage Books London. 2004

-          “The doors of perception” (“Las puertas de la percepción”) (1954) Aldous Huxley Vintage Books London 2004

-          “Brave New World Revisited” (“Nueva Visita a un Mundo Feliz”) (1958) Aldous Huxley. HarperPerennial. Modern Classics.2006.

-          “Wells, Hitler and the World State” (1941) G. Orwell. Essays. Pinguin Books

-          „Der Untergang des Abendlandes“ (1918)  („La decadencia de Occidente“)  Oswald Spengler. Erster Band Gestalt und Wirklichkeit C.H Beck’sche Verlagsbuchhandlung. Oskar Beck. München 1920. Consultado en la Library of University of California Santa Bárbara como documento pdf.

-          “Von Nutzen und Nachteil der Historie für das Leben” („Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida“) (1874) Nietzsche.

-           “The Prospects of Industrial Civilization”  (1923) Bertrand Russell. Routledge Classics 2010

-          “The Basic Writing of Bertrand Russell” . Ed. Routledge Classics. 2009

-          “Die Philosophie der Inder” (1949) H.v. Glasenapps. Ed. Kröner.

-          „Verloren in Amerika“ („Perdido en América“): (1974) (1981) Deutsche Taschenbuch Verlag 8 Auflage. August 2004 Isaac B.Singer.

-          “After Virtue” (“Tras la virtud”)   (1981) - Alasdair MacIntyre

-          www. drogasmexico.org.

-           https://www.youtube.com/watch?v=ANUD8IK12ms         (Prof.Hayes)



¿Esperaban una lista de libros esotéricos?

Créanme: estos libros son más profundos que muchos de los actualmente considerados “espiritualmente elevados.” He de aclarar, sin embargo, que este blog no es una "suma" de citas. Todos estos autores han  motivado mis reflexiones. Sus pensamientos han aclarado e impulsado los míos. Como ya dije en el primer blog de esta serie, creo que la lectura tiene que abrir un camino de diálogo aunque sea el del lector consigo mismo. Y ese diálogo no puede quedarse encerrado. Ha de salir afuera. Ha de servir – en palabras de Nietzsche- a la vida. La actitud del lector no puede ser pasiva. A él le corresponde poner en comunicación las diversas ideas que le llegan, descubrir los lazos de unión que existen entre hombres y épocas que en un principio no parecían tener ningún nexo en común, participar de ese diálogo histórico y aportar sus propias reflexiones, reflexiones que no significan más que poner en orden todo ese cúmulo de nuevas ideas que se le han echado encima y que le han emocionado hasta el punto de no dejarle dormir. Elaborar un trabajo a base de la mera repetición de citas es un absurdo, renunciar a ellas –cuando ofrecen  un apoyo a la propia reflexión- una necedad. En cualquier caso, las he introducido de modo que el lector impaciente pueda saltarlas sin por ello perder el hilo de estas notas.



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Introducción
Llegamos aquí a la última parte de esta serie de pequeñas notas elaboradas a partir de la novela “Contrapunto” de Aldous Huxley. En el Blog anterior nos habíamos centrado en las profundas transformaciones que una Razón encerrada en sí misma, primero, y especializada en técnica, después, había originado en la sociedad. La opinión común considera que ella fue el detonante del estallido de las dos guerras mundiales que arrasaron Europa y que produjeron terribles catástrofes en otras partes del Globo.

Tal consideración es válida, pero sólo hasta cierto punto. Nuestro propósito aquí es mostrar los demonios que el Romanticismo dejó escapar sin que hasta el día de hoy haya sido posible hacerlos  regresar al mundo de las tinieblas del que salieron. Al menos no en su totalidad.

En sus comienzos, el Romanticismo fue para muchos  la puerta que permitía adentrarse en el mundo de los instintos y de las sensaciones que el absolutismo de la Razón había descuidado. Como ya indicamos en el blog anterior,  dichas esperanzas no tardaron en verse frustradas. Ello se debió sobre todo a que los individuos en vez de seguir los consejos de Nietzsche y Huxley, encaminados a lograr un equilibrio entre las dos partes que conforman el ser humano - la racional y la emocional – prefirieron  sumergirse en el abismo dionisiaco de los sentimientos sin dejar espacio para la reflexión racional.

Que el exceso de Razón derivaría en un exceso de Sensibilidad era algo previsible. Lo que nadie podía imaginar es que los Instintos desbordados fueran capaces de dominar a la Razón hasta el punto de convertirla en su fiel esclava.

Un autor que comprendió los peligros que representaban el avance de los axiomas románticos en tanto que malempleaban y abusaban de los logros conseguidos por la Razón fue George Orwell. En su ensayo “Wells, Hitler and the World State”, Orwell acusa al optimismo por los mismos motivos que en su día lo había hecho Nietzsche: por ignorar la verdad. George Orwell considera que la aseveración de su compatriota, el también escritor Wells, de que la realidad se compone de dos tipos de hombre: el científico -que trabaja para conseguir un Estado Mundial - y el reaccionario - que está intentando restaurar un pasado caótico - es falsa. Como igualmente le resulta falsa la idea de que la Historia consiste en la victoria del hombre científico sobre el hombre romántico. La explicación de este error descansaba, a juicio de Orwell, en el hecho de que Wells era demasiado buena persona para comprender el mundo moderno. (Huxley en su “Nueva visita a un mundo Feliz”, llegará mucho más lejos al afirmar que en un mundo enfermo como el nuestro, los psicópatas son los únicos que tienen una posibilidad de sobrevivir.

Huxley. "Brave New World Revisited." Pg. 60) For, ironically enough, the only people who can hold up indefinitely under the stress of modern war are psychotics. Individual insanity is immune to the consequences of collective insanity.”)

 A decir de Orwell, aquellos que veían en Hitler al Anticristo o al “Holy Ghost” comprendían la realidad mejor que los intelectuales liberales, que lo consideraban una figura de ópera sin tomarlo en cuenta seriamente. Orwell estaba convencido de que la ecuación que igualaba Ciencia con Sentido Común había dejado de ser válida. Para demostrarlo, el autor inglés tomaba como ejemplos a la Alemania de su tiempo y al avión. En el terreno científico, Alemania estaba, en su opinión,  más avanzada que Inglaterra y por este motivo era, también, mucho más bárbara. En lo que al avión se refiere, Orwell denunció que si por un lado simbolizaba la idea civilizatoria, en la práctica se destinaba casi exclusivamente a tirar bombas. El orden, los planes, el interés del Estado por la Ciencia, el acero, todo eso estaba ahí para servir a las ideas de la Edad de Piedra. La Ciencia –concluye Orwell en la obra citada- estaba luchando al lado de la superstición. Y yo me atrevería a añadir: “… Y dirigida por ella.”

Georg Orwell.Essays. “Wells, Hitler and the World State” Pg. 190) The energy that actually shapes the world springs from emotions –racial pride, leader-worship, religious belief, love of war –which liberal intellectuals mechanically write off as anachronisms, and which they have usually destroyed so completely in themselves as to have lost all power of action.

The people who say that Hitler is Antichrist, or alternatively, the Holy Ghost, are nearer an understanding of the truth than the intellectuals who for ten dreadful years have kept it up that he is merely a figure out of comic opera, not worth taking seriously.

Pg. 191) If one looks through nearly any book that he has written in the last forty years one finds the same idea constantly recurring: the supposed antithesis between the man of science who is working towards a planned World State and the reactionary who is trying to restore a disorderly past. (…) History as he sees it is a series of victories won by the scientific man over the romantic man. (…)

The early Bolsheviks may have been angels or demons, according as one chooses to regard them, but any any rate they were not sensible men. They were not introducing a Wellsian Utopia but a Rule of the Saints, which, like the English Rule of the Saints, was a military despotism enlivened by witchcraft trials. The same misconception reappears in an inverted form in Well’s attitude to the Nazis. Hitler is all the war-lords and witch-doctors in history rolled into one. Therefore, argues Wells, he is an absurdity, a ghost from the past, a creature doomed to disappear almost immediately. But unfortunately the equation of science with common sense does not really hold good. The aeroplane, which was looked forward to as a civilizing influence but in practice has hardly been used except for dropping bombs, is the symbol of that fact. Modern Germany is far more scientific than England, and far more barbarous. (…) The order, the planning, the State encouragement of science, the steel, the concrete, the aeroplanes, are all there, but all in the (Pg.192) services of ideas appropriate to the Stone Age. Science is fighting on the side of superstition.

(…)When Wells was young, the antithesis between science and reaction was not false. Society was ruled by narrow-minded, profoundly incurious people, predatory businessmen, dull squires, bishops, politicians who could quote Horace but had never heard of algebra. Science was faintly disreputable and religious belief obligatory. Traditionalism, stupidity, snobbishness, patriotism, superstition and love of war seemed to be all on the same side; (…) pg.193) Up to 1914 Wells was in the main a true prophet (…) But (…) He was, and still is, quite incapable of understanding that nationalism, religious bigotry an feudal loyalty are far more powerful forces than what he himself would describe as sanity. Creatures out of the Dark Ages have come marching into the present, and if they are ghosts they are at any rate ghosts which need a strong magic to lay them. (…) Wells is too sane to understand the modern world.

Es innegable que los adelantos tecnológicos permitían la construcción de armas cada vez más mortíferas y destructivas. Sin embargo, la técnica –lo que se ha dado en llamar la razón instrumental- sólo fue eso: un instrumento del cual se aprovecharon ciertas fuerzas oscuras para conseguir sus tenebrosos objetivos.

De repente la Razón se había convertido en Razón Instrumental, la Razón Instrumental en Técnica y la Técnica en ciega sirviente de cualquiera que la tuviera en su poder. Sin pretenderlo, el concepto de Razón había pasado a ser sinónimo del de Magia: algo que se activa con sólo conocer el conjuro adecuado, ya se trate de pronunciar determinadas palabras o tocar determinados botones. En ambos casos no se necesita ningún conocimiento. A lo sumo, un manual de instrucciones.

De esta forma, el mundo de las tinieblas pudo valerse del mundo racional. Oculto tras argumentos estructurados y presentados como racionales servía a intereses que nada tenían de racional.

En este sentido, las profecías de Nietzsche pueden equipararse a las nunca escuchadas de Casandra. En ello ha influido la injusta fama que muchos le han atribuido. A Nietzsche se le han reprochado errónea y falsamente sus tendencias nazis basándose en su crítica a la religión judeo-cristiana y en su afirmación del superhombre, cuando lo cierto es que Nietzsche jamás defendió tales posturas políticas. Y del mismo modo que no es un “nazi”- por más que los nazis utilizaran su vocabulario para deformarlo igual que deformaron la cultura romana -, tampoco es un filósofo. Nietzsche no era más que un filólogo interesado en filosofía que escribía ensayos más o menos exaltados sobre el momento histórico que le tocó vivir. Su interés por la filosofía nació al tratar de encontrar una explicación a un mundo sin sentido. Sus escritos se centran sobre todo en el análisis de su época. Sus lamentaciones se dirigen a la incapacidad y falta de interés que muestran sus contemporáneos para salir del laberinto en el que se encuentran. De ahí, por ejemplo, su amarga ruptura con Wagner ocasionada por la decepción que le produjo comprender que el músico sentía más interés por incrementar sus ingresos económicos que por transformar y mejorar la sociedad.  Las ideas de Nietzsche no pretenden superar el tiempo y el espacio en el que nacieron. Sus ataques van dirigidos a su propia sociedad. La importancia del autor alemán  no radica en la elaboración de un sistema filosófico, ni siquiera existencialista - como sí lo es, en cambio, hasta cierto punto, el de Kierkegaard-  sino en que sus palabras siguen conservando su actualidad pese al tiempo pasado. El individuo actual se encuentra tan perdido como el de 1870.  Kant había apelado al  individuo a que saliera de la minoría de edad en que se encontraba utilizando para ello el conocimiento. En 1870, sin embargo, el Saber ya no podía dar cuenta al individuo del mundo en que éste vivía.  La industrialización –  informatizada en nuestros días-  impedía, e impide, que el individuo pueda coger las riendas de su propio destino en tanto en cuanto lo introduce en un aparato de producción organizada.  Como ya hemos visto, la estructura industrial exigía para su constitución dos elementos fundamentales: la organización y la disciplina, lo cual favoreció aquello que Huxley dio en llamar “la domesticación de los ciudadanos”.

La Razón había permitido al individuo tomar consciencia de las falacias de la religión y de los poderes establecidos pero no sabía qué hacer con las nuevas ideas adquiridas ni adónde ir con ellas.

La Ilustración, como afirma Alasdair MacIntyre en su conocida obra “Tras la Virtud”, impulsó la quiebra de la Tradición y con ello lanzó al individuo al vacío porque éste comprendió que ni la realidad era Una ni mucho menos  cognoscible. Ello se manifestó con especial crudeza a partir de la Gran Guerra. La ruptura de la Tradición había provocado la fragmentación de la realidad. Tal situación sumió al individuo en el caos psicológico. Sin embargo, el regreso a la Tradición se hacía y se hace, digan lo que digan MacIntyre y sus amigos, imposible. Esto, justamente es lo que vislumbró Nietzsche y  por eso nunca trató de regresar al pasado. Comprendió que las viejas creencias estaban muertas y bien muertas. Las palabras eran eso: solamente palabras pero no significaban el reflejo de una fe viva. Esa fe viva, casi mística, es la que reclama Nietzsche una y otra vez. Sin embargo, su entusiasmo se entremezcla con la amarga realidad. Nietzsche nunca fue un político. Tampoco un filósofo. Mucho menos aún un romántico. De hecho, su tratado sobre la Historia que ya ha sido comentado en un blog anterior puede considerarse como un ensayo contra el deseo del Romanticismo de utilizar la Historia para sus fines.

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El movimiento romántico: Nacionalismo, Racismo y Mística

A mi modo de ver, el movimiento romántico puede considerarse un monstruo de tres cabezas: 

- Una cabeza fue el nacionalismo,-  que utilizó la Historia para sus fines;

- Otra, el concepto de raza – que no dudó en usar las teorías darwinistas. 

- La última: la mística – se sirvió de la arqueología para asentar una nueva religión que restableciera la Unidad Absoluta que la Ilustración había destruido y las Religiones establecidas habían descuidado.

Si  en la actualidad algunos sueñan, con un restablecimiento de los principios que dotaban de unidad a la época pre-ilustrada, otros intentan, desde tiempos inmemoriables, ascender hasta una nueva edad en la que la Realidad se haga Una.

1.   Nacionalismo y su apropiación indebida del estudio de la Historia para conseguir sus fines
Como ya hemos apuntado, uno de las cabezas del monstruo surgido del movimiento romántico y alimentada hasta alcanzar tamaños desproporcionados fue el nacionalismo, que como ya hemos apuntado deformó los conocimientos racionales de la Historia para  justificar sus irracionales intenciones. Bertrand Russell estaba convencido de los efectos destructivos de los nacionalismos. acrecentados por el efecto de la  industrialización. En su opinión dicha relación unida al conflicto entre capitalismo y socialismo, eran los dos factores que habían sumido al mundo en la barbarie de los nacionalismos .

(“The Prospects of Industrial Civilization” Bertrand Russell. Pg.45) It is through the conflict of capitalism and socialism, that the world is being driven back into barbarism. Unless the destructive effects of nationalism can be mitigated, there seems little hope for mankind except in a total collapse of industrial system. (…) Nationalism is a passion which has an instinctive root, namely, rivalry between different groups, or herd-instinct, as it is called. This instinct, like most others, has on the whole been biologically useful, but persists quite regardless of its biological utility, and operates independently of any consciousness of utility. Industrialism has rendered this instinct no longer useful, and has at the same time immensely stimulated it.

El patriotismo, forma parte, en realidad, de los instintos irracionales de la naturaleza humana y no tiene nada que ver con el propósito racional de alcanzar la Felicidad que es, en teoría, el que inspira las acciones del hombre racional. Por eso, según Russell, es un error suponer que el nacionalismo se origina a partir de intereses económicos. Russell se muestra escéptico a la hora de admitir la internacionalidad como una característica intrínseca al socialismo. A su modo de ver, cualquier sistema interesado en el desarrollo industrial, lejos de aminorar los efectos nocivos del nacionalismo los mantiene e incluso los promueve.

(Bertrand Russell “The Prospects of Industrial Civilization.” Bertrand Russell. Pg. 47 )It is a mistake to suppose that nationalism is generated by an economic motive. Pg. 48) Patriotism is part of the irrational instinctive foundation of human nature, not part of that rational pursuit of happiness which theoretically inspires the actions of sensible men.

Es innegable que los nacionalismos -ya fueran de corte capitalista o socialista- habían contribuido, apoyándose en la industrialización,  a configurar una sociedad que se veía incapaz de estructurar y mucho menos de dar un sentido a las transformaciones. La realidad en el que el individuo desarrollaba su existencia cotidiana había dejado de ser inteligible y éste se sentía desbordado por los acontecimientos. Esta confusión en la que se hallaba inmerso el individuo no tardó en ser aprovechada por las fuerzas irracionales, que se lanzaron a escribir tratados y ensayos en los que se idealizaba los sucesos del pasado como si en vez de tratarse de actos humanos que respondían a necesidades humanas, se debieran a hazañas divinas. La Historia ya no era una historia para la vida, era una Historia que adoctrinaba que la pertenencia a un determinado país, a una determinada nación, significaba al mismo tiempo la pertenencia a un pueblo superior y, en consecuencia, los otros pueblos le debían respeto y sumisión. Hasta entonces, las guerras habían sido guerras territoriales o de expansión, que aseguraban al vencedor mayores dominios sobre los que ejercer su poder. Ello representaba una nueva fuente de riqueza pero más aún de gloria frente a sus contrincantes y un mayor y mejor dotado ejército. De costumbre, el grave problema para los reyes había sido cómo conseguir ciudadanos dispuestos a luchar por sus causas y no era extraño que se contrataran mercenarios para engrosar sus filas. Voltaire cuenta cómo una ola de hambre ayudó a un Luis XIV  preocupado por reunir reclutas con los que poder emprender una nueva acción bélica. El “ir a la guerra” estaba determinado por la obligación de obediencia al rey y la necesidad de proteger a las cosechas y a las familias, no por el patriotismo nacional.
 Fue ese falso patriotismo  justamente el que exhortó a alistarse a filas a muchos de los combatientes de la Primera Guerra Mundial y fue este falso patriotismo contra el que Bertrand Russell, Bertolt Brecht, Erich Mª Remarque, Joseph Roth y otros muchos dirigieron su firme y férrea oposición. Russell estaba convencido de que si Inglaterra no se hubiera dejado influir por la propaganda incesante contra los alemanes y hubiera permanecido neutral, la Gran Guerra nunca se habría producido con lo cual, seguramente, jamás hubiera tenido lugar una Segunda.

The Basic Writings of Bertrand Russell. Routledge Classics. 2009 Pg.26) “But when the First World War broke out, I thought it was a folly and a crime on the part of every one of the Power involved on both sides. (…) We owe to the first war the creation of a chaotic unstable world where there is every reason to fear that the Second World War was not the last (…)”   “Portraits from Memory, London: Allen&Unwin; New York: Simon&Schuster, 1956.”


2.  Racismo  y su apropiación indebida de las Teorías Darwinistas para conseguir sus fines.

Los nacionalismos vieron incrementar su influencia con la introducción del concepto de raza, apoyados en las teorías científicas de Darwin. El movimiento romántico había dotado a los pueblos del deseo de una unidad basada en una idiosincrasia común. Ello era difícil de conseguir en un territorio tan heterogéneo como Europa. Sólo hay que ver el tiempo que tardaron en constituirse las naciones y cómo tuvieron primero todas ellas que hacer frente a las numerosas dificultades que la variedad de dialectos y costumbres de sus diversas regiones presentaban. Sin embargo, determinadas teorías científicas se encargaron de proporcionar un elemento esencial para conseguirlo: el concepto de raza.

Los ingleses han sabido disimular con gran éxito sus posiciones racistas, a pesar de que fueron ellos los que colaboraron en gran medida a construir y fomentar tales teorías, sobre todo a partir de la etapa colonialista. La teoría darwinista del fuerte imponiéndose sobre el débil va más allá de la Teoría simplemente biológica de la Evolución. Sobre todo porque como señaló Nietzsche los débiles siempre encuentran su modo y manera de sobrevivir. Generalmente en grupos, hordas, manadas, o como se le quiera llamar, a los que Nietzsche recrimina su pusilanimidad y tendencia a la uniformidad. Huxley hubiera dicho que el rasgo característico de dichos grupos no es la cobardía sino la ceguera. Como muestra en “Contrapunto”  las masas no son capaces de vislumbrar que detrás de un personaje agradable y de buena presencia como Websley se esconde el peligro de una dictadura. Son contados individuos – y ni siquiera los considerados “mejores” por la sociedad, como remarca la figura de Spandrell-  los que se percatan de ello y –siguiendo con el espíritu individualista de Huxley- los únicos que se oponen a ellas. Como ya hemos visto anteriormente, para el autor inglés no son los pueblos los que escriben la historia sino los individuos.

Así pues, el concepto de “raza” no fue un concepto alemán. Fue una pócima que los nacionalismos sirvieron a las sociedades para convertirlas en esclavas de sus perversos objetivos, porque lo cierto es que le pese a quien le pese, hablar de razas en Europa resulta absurdo en un continente caracterizado desde tiempos inmemoriales por las migraciones y el tráfico comercial. De ahí que los alemanes aún no hayan sido capaces de conseguir ponerse de acuerdo en qué consiste la “alemanidad” y los ingleses tiendan a  basar su identidad en su condición de “isleños”, en tanto que opuesta a la de “continental”.

Aquellos que se empeñan en la actualidad en dividir Europa entre “la Europa del Norte” y “la Europa del Sur”  deberían ser más cuidadosos y precisos en sus manifestaciones. Creen haber encontrado en la crisis económica una prueba a todas luces “racional”, cuando en realidad, es una nueva treta de las fuerzas oscuras.

3.  Mística y el uso indebido del estudio de  la Arqueología para alcanzar sus fines.

a) Disquisiciones.

El tercer elemento del que se aprovecharon las desencadenadas fuerzas irracionales fue la Mística, que se sirvieron de forma subjetiva e irracional de los nuevos descubrimientos de la Arqueología. Sus intenciones traspasaban las fronteras de encontrar perdidas civilizaciones que obligaran a reescribir la Historia. Por poner un ejemplo: no era  el hallazgo de la Atlántida en sí lo que les interesaba, sino la forma de alcanzar conocimientos que les introdujeran en el Infinito. 
Este tema es sin duda el más complicado porque nos adentra en teorías que unas veces pertenecen a la Historia subterránea de la Humanidad y otras a esquemas histriónicos y rocambolescos. No obstante, es absolutamente fundamental abordar la cuestión. La mala utilización de la mística por las fuerzas oscuras del romanticismo llega hasta nuestros días y ni siquiera el inteligente y desconfiado Huxley pudo librarse de sus malas influencias.  Lo mejor sería empezar por el principio si yo misma supiera dónde está el principio. Ruego a todos aquellos que se interesen por estas notas, que tengan paciencia y sepan perdonar las disquisiciones que aparecen inconexas aquí y allá. Ha sido un grave dilema decidir entre explicar brevemente por qué Huxley se equivocó en su consideración de la Mística y por qué la utilización de drogas para la obtención de la experiencia mística experimentada no sólo por él sino por otros muchos intelectuales de su época y posteriores resulta “pecaminosa” y no sólo “nociva”, o alargarme en el desarrollo del tema. Si me he decidido por esto último ha sido sobre todo para no tener que dedicarme nunca más a un asunto que no sólo resulta complejo sino que además me ha provocado terribles dolores de cabeza. Los mismos que sentí cuando intenté comprender “La Filosofía de los Indios” (“Die Philosophie der Inder”) de H.v. Glasenapp, que es, por otra parte, uno de los pocos escritos serios que he encontrado acerca del tema. Tales dolores de cabeza no fueron provocados por el autor, que como digo, ha realizado un trabajo brillante, sino por las enseñanzas de la filosofía india, imposibles de ser asimiladas por mi mente. El gran esfuerzo que realicé para comprenderlas me llevó a tener pesadillas durante toda una semana. No me queda más remedio que admirar el genio de H.v Glasenapp, capaz de plasmar en 455 páginas de manera lúcida e impecable un pensamiento que, sin embargo, se resiste a ser acogido por mi cerebro.

Y todo sólo porque  es incapaz de comprender algo en apariencia tan sencillo como la posibilidad de que “a” y “no a” coexistan. O sea, en principio algo así como que el agua helada es helada y no helada. En efecto, podemos entender que es “no helada” en tanto que alberga la propiedad de llegar a descongelarse. Y por tanto, a la hora de trabajar con ese agua congelada tenemos que tener en cuenta que contiene la propiedad contraria, o sea, la de no estar congelada. Esto nos remite por un lado al estudio de la potencia de Aristóteles: lo que está congelado puede dejar de estarlo, pero también a la filosofía de Hegel: lo que está congelado está no congelado. Así que “congelado” y “no congelado” coexisten. La solución de tal problema se resuelve en la síntesis. Pero de eso a decir que “Todo está en Uno”, va un abismo. Si “Todo está en el Uno”, ello conlleva que la Realidad es monolítica y es inamovible. Cada uno de nosotros ha de olvidarse de sí mismo, de su individualidad para introducirse en el Uno. La sopa del nirvana. En cambio, si “el Uno está en Todo”, la Realidad es plural pero no se trata de una Realidad plural cualquiera. Justamente porque el Uno está en todo, cada uno de nosotros es ¡un dios! De repente no es ya que el individuo participe de la naturaleza divina con más o menos éxito; ¡es que la naturaleza divina está en él! Pueden imaginarse que la afirmación de que “Todo está en Uno y el Uno está en Todo” termina de derrumbarme por agotamiento físico y mental y no consigo librarme de la extraña sensación de que por muy seductora que suene dicha frase y por muy atractiva que su explicación sea, hay “algo” en ella que falla, "algo" escondido en el lenguaje que no termina de encajar.
Una cosa parecida le sucedía a uno de los amigos de Bertrand Russell, un exprofesor de una universidad de  Europa Central llamado Andrei Bumblowski y cuya experiencia cuenta Russell en primera persona. Según este relato, Bumblowski había caído enfermo y en su delirio febril soñó que había ido al infierno. El infierno se le apareció como el lugar que está lleno de cosas que son improbables pero no imposibles. La improbabilidad se acrecienta a medida que Satán se acerca. Satán es la máxima improbabilidad imaginable. Él es pura Nada, total no-existencia y está continuamente cambiando. Satán es en facto un puro y  completo vacío. Vacío no solo de partículas de materia sino también de partículas de luz. Sus ojos llenos de vaciedad buscan qué pueden conquistar. Donde ellos encuentran negación, donde ellos encuentran prohibición, donde ellos encuentran un culto de no-hacer, allí entran ellos. Cada negación emana de Él y regresa con una capturada cosecha de frustraciones. Las frustraciones capturadas llegan a ser parte de Él y le engordan hasta el punto de amenazar con llenar todo el espacio. Satán proclama que la no-existencia es la única realidad y que lo que no-existe, existe. Bumblowski le espeta que tal afirmación es absurda, a lo que Satán replica que la afirmación de Bumblowski  de que Satán –lo no existente- no existe, es una contradicción en sí misma. Bumblowski, por su parte, esgrime que cuando él dice que Satán –lo no existente- no existe, no menciona ni a Satán ni a lo no-existente, sino solamente la palabra “Satán” y la palabra “no existente.” Las falacias de Satán –dice- le han revelado una gran verdad: que la palabra “no” es superflua. Los metafísicos del infierno se ríen de él: él dice que él “no” va a usar la palabra “NO”, carcajean burlones. El amigo de Russell se mantiene firme en su decisión. Bumblowski ha llegado al convencimiento de que el reino de Satán descansa en un mal uso lingüístico. Cuando Bumblowski  en su sueño le recrimina a Satán  que su naturaleza consiste en ser un mal uso lingüístico se produce una gran explosión y la horrible forma desaparece. La conclusión es la recuperación de salud de Bumblowsky y la fidelidad que mantuvo a su firme decisión de jamás volver a utilizar la palabra “no”.

 “The Basic Writings of Bertrand Russell” Routledge Classics 2009 (Pg. 72-75) My poor friend Andrei Bumblowski, formerly Professor of Philosophy in a now extinct university of Central Europe, appeared tome to suffer from a harmless kind of lunacy. I hold that the intellect must not be taken as a guide in life, but only as affording pleasant argumentative games and ways of annoying less agile opponents. Bumblowski, however, did not take this view; he allowed his intellect to lead him whither it would, and the results were odd. (…) His life was unpractical, but innocent and I felt for him a considerable affection. It was doubtless this affection which at last unlocked his lips, and led him to relate to me the following very remarkable experience, which I give in his own words.

I had at one time a very bad fever of which I almost died. In my fever I had a long consistent delirium. I dreamt that I was in Hell, and that Hell is a place full of all those happenings that are improbable but not impossible. (…) The improbabilities become greater and greater as Satan is approached, and He Himself is the most improbability imaginable. He is pure Nothing, total non-existence, and yet continually changing. (…) I realized with a shock that Satan has a negative body as well as negative mind. Satan’s body is, in fact, a pure and complete vacuum, empty not only of particles of matter but also of particles of light. His prolonged emptiness is secured by a climax of improbability (…) His eyes piercing rays of nothingness shoot forth seeking what they may conquer. Wherever they find negation, wherever they find prohibition, wherever they find a cult of not-doing, there they enter into the inmost substance of those who are prepared to receive Him. Every negation emanates from Him and returns with a harvest of captured frustrations. The captured frustrations become part of Him, and swell His bulk until He threatens to fill all space.

‘What you say is absurd’, I expostulated. ‘You proclaim that non-existence is the only reality. (…) You are trying to persuade me that the non-existent exists. But this is a contradiction (…) The President of the sycophants took up the argument: (…) So, when you proclaim (…) that Satan –who is the non-existent- does not exist, you are plainly contradicting yourself.’ (…) I replied (…) When I say that Satan, who is the non-existent, does not exist, I mention neither Satan nor the non-existent, but only the word “Satan” and the word “non-existent”. Your fallacies have revealed to me a great truth. The great truth is that the word “not” is superfluous. Henceforth I will not use the word “not.” 

At this all the assembled metaphysicians burst into a shout of laughter. (…) ‘He will NOT use the word “not”, forsooth!”

My descriptions will be many, but they will all be of things other than Satan.  (…) His shining armour was real and inspired terror, but underneath the armour there was only a bad linguistic habit. (…) But at last, when I denounced Him as a bad linguistic habit, there was a vast explosion, the air rushed in from all sides, and the horrid shape vanished. (…) With a sense of exquisite liberation, I awoke.

(From: “Nigtmares of Eminent Persons”, London: John Lane, The Bodley Head, 1954, Allen&Unwin, 1960; New York: Simon &Schuster, 1955.) Citate

En nuestros días, en cambio, Satán ya no es el malo de la película. Quizás por aquello del “Todo en el Uno y el Uno en el Todo”, o tal vez por aquello del “Amor-Uno” que obliga a que las divisiones de conductas entre culpables e inocentes se desvanezcan, el caso es que algunos grupos que no se reducen sólo a los autodenominados satánicos, sostienen que  lucifer –por aquello de “luz” -  no es el negativo y malvado  “príncipe de las tinieblas” sino que es el guía que abre el conocimiento al hombre.
La irracionalidad ha alcanzado tales proporciones que incluso se ha permitido abrir al público una nueva puerta, utilizando para ello nada más y nada menos que la música, que otrora era la encargada de elevar el alma hasta Dios.

Pero ¡qué partida de insensatos! De entrada, todos ellos creen en las teorías de la evolución y al mismo tiempo sostienen semejantes ideas. Y encima, se creen tan originales y no son más que demagogos. Es verdad que hasta cierto punto Lucifer-serpiente es trasportador de luz. Pero la explicación es otra bien distinta de la que ellos ofrecen. Al contrario de lo que estos necios piensan no se trata en absoluto de que la serpiente sea la buena samaritana que libera al hombre del yugo de Dios. 
Como la profesora Christine Elizabeth Hayes explica el fruto del árbol al que la serpiente se refiere no es el fruto del árbol de la vida sino el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Con sus palabras la serpiente "aporta luz" a Adam y Eva, les "ilumina"en tanto que hace que Adam y Eva tomen conciencia de la libertad de su voluntad. Les porta la luz sobre dicha posibilidad. 
No se trata de que Adam y Evan sean como Dios en el sentido de que alcanzaran la inmortalidad si comen del fruto prohibido, sino de que se adentrarán en el terreno de la moralidad. A partir de ese momento saben que son - al igual que Dios- libres para decidir sus actos y saben además que estos contienen una valoración moral. Pero su voluntad - al contrario de la de Dios - es imperfecta y por tanto la desobediencia les separa de la perfección. Esto es, les separa de Dios.

https://www.youtube.com/watch?v=ANUD8IK12ms. 

El video trata la cuestión que nos interesa a partir del minuto 40. Forma parte de una serie de lecturas dedicadas a analizar determinados aspectos de la Biblia, impartidas por la profesora Christine Elizabeth Hayes en la universidad de Yale. Se las recomiendo encarecidamente a aquéllos que estén interesados en el tema. Son de una gran utilidad y aportan nuevos elementos de reflexión.

En cualquier caso, los que desean cambiar la historia hasta el punto de convertir a la serpiente en la "liberadora" del hombre, ignoran  - o pretenden ignorar -  que el Fin de las palabras de la serpiente no era “liberar” al hombre de la ignorancia moral sino vencer a Dios provocando la tentación del hombre a desobedecer a Dios y originando con ello la ruptura entre el creador que en palabras de Lutero crea lo que ama y lo creado. Mientras que para Dios el hombre es valioso en sí mismo, para el reptil no eran más que un medio con el que lograr su objetivo. La conducta de la serpiente recuerda a aquellos sistemas tiránicos en los que los hijos son persuadidos para que denuncien a sus padres. 

Por si fuera poco, sólo faltaban los videos en “You tube” calificando de “satán” a todo político que no sea de su agrado.

¡Y vivimos en tiempos que se llaman a sí mismos “laicos”!

El tema de la mística es, en efecto, sumamente difícil  y todavía lo es aún más el sintetizarlo en un breve resumen. Por un lado, hay que tener en cuenta que la mística supone el camino por el que el Individuo se une con el Absoluto. Esta unión se caracteriza por ser espiritual. Espiritual y no racional. El místico siente a Dios. Pero este sentir exige un largo peregrinaje que muchos empiezan pero muy pocos consiguen. Por otro lado, aunque la mística debería ser –y de hecho lo es- una experiencia personal, individual e intransferible, existen quienes se han ofrecido a mostrar el camino que conduce al llamado “ascenso místico” y otros que se han unido para buscarlo juntos. Y aquí es justamente donde empiezan los problemas.

Existen fundamentalmente tres tipos de grupos místicos:
- El espiritualista.
- El político
- Y el científico.

A todos ellos les une el deseo de llegar al Absoluto, lo que les diferencia es el modo para conseguirlo. Dentro de cada uno de estos grupos existen a su vez varios subgrupos, en los cuales no vamos a entrar.

En cualquier caso,  es importante no olvidar que la Mística es la unión sentida con el Absoluto y que únicamente es posible alcanzarla después de atravesar un largo y duro proceso. Hay que recordar que la Iglesia Católica trató siempre con gran desconfianza a los místicos. En primer lugar, por el germen de individualidad que introducían en una Institución empeñada en ser Universal; en segundo lugar, porque con frecuencia resultaba difícil clarificar entre Unión con el Absoluto o locura irreversible.

Suele estudiarse en los manuales escolares que a partir de las invasiones bárbaras que tuvieron lugar durante la Edad Media, “el Saber” quedó “guardado” en los monasterios. Dicha aseveración no es del todo cierta. Los monasterios conservaron una parte del conocimiento: leer y escribir, el cultivo de plantas aptas para el uso médico, gastronómico y para la fabricación de licores, así como el archivo de ciertos documentos de cuya existencia e importancia sólo unos cuantos monjes estaban al tanto. Por lo demás, la mayor parte de los manuscritos que los conventos poseían eran obras de teología de carácter variado aprobadas, todas ellas por la Iglesia Católica. Siglos más tarde Montesquieu sigue lanzando “el grito al cielo” cuando se refiere a la cantidad de sinsentido que en tales volúmenes se recoge. La ciencia, la verdadera Ciencia y el Saber, el verdadero Saber, no estaba en los monasterios. Estaba en manos de estudiosos – los llamados alquimistas- que tenían que protegerse no sólo de la inquisición de la Iglesia Católica sino del aislamiento social. El secreto les mantenía a salvo y con vida. Sus descubrimientos, por otra parte, les unían con el Absoluto. Un Absoluto que necesariamente tenía que trascender las enseñanzas de las religiones oficiales puesto que les permitía adentrarse en lo hasta entonces prohibido. El Renacimiento, por mucho que se haya dado en llamar “humanista”, no fue menos religioso que la Edad Media. Simplemente a partir de un determinado momento, a la Iglesia le resultó imposible controlar y detener el crecimiento que el conocimiento experimentaba de forma imparable fuera de los conventos.

Mística a partir del s.XIX

Sin embargo, a mediados del siglo XIX el término “mística” empezó a cobrar un súbito interés. Ello se debió a que la mística era el punto opuesto a la razón. El medio por el cual el individuo podía elevarse por encima de la confusión anímica y psicológica en el que los nuevos tiempos le habían introducido. Espiritualmente, la mística era el instrumento que permitía al individuo sentir la presencia y la realidad del Absoluto en un mundo en el que la religión institucional perdía inexorablemente su preeminencia. De otra parte, la descomposición política, moral y social de las estructuras era irreversible, por lo que la mística permitía “sentir” y “llegar” a nuevas formas de organización político-social.

Fue en el plano científico donde quizás la mística alcanzó un mayor grado de complejidad y ello por varios motivos.
- En primer lugar, porque la ciencia se había liberado finalmente de las cadenas religiosas.
- En segundo lugar, porque era justamente en Ciencia donde los descubrimientos se sucedían con una rapidez inusitada en todos los campos y afectando a otras ramas del Saber hasta entonces poco consideradas, como la Psicología. Este tipo de disciplinas fue cobrando mayor importancia a medida que el avance de las Ciencias experimentales permitía el nacimiento y desarrollo de la sociedad de masas.

Por tanto no es de extrañar que del mismo modo que hay un momento en el cual la Física y la Metafísica convergen en un solo Saber, hubiera un momento en el que Psicología, Psicoanálisis y Parapsicología confluyeran.
En cualquier caso, el interés del hombre del siglo XIX por la mística no nació tanto de la pretensión de superar la rivalidad entre pensamiento religioso y conocimiento científico, como del intento desesperado del individuo por salir del caos en el que se encontraba, elevándose hacia instancias superiores que ofrecieran un refugio a su alma debilitada y cansada, dieran una explicación convincente del mundo y del ser a una mente cuyos conocimientos se habían revelado como insuficientes y, sobre todo, fueran capaces de dotar de sentido a una existencia que se veía perdida en medio del desorden que la rodeaba.
Un pueblo se les revelaba como especialmente místico: la India. Allí habitaban faquires, gurús, personas que dedicaban su vida entera a unirse con la Naturaleza. Muchos de los europeos se acercaron con la intención de aprender métodos que le facilitaran rápida y exitosamente la unión con el Absoluto.

La mística y la técnica se aliaron en el mismo instante en que la búsqueda mística de determinados objetos y civilizaciones se unió con la arqueología científica. No siempre, pero en más de una ocasión  se  organizaron excavaciones arqueológicas llevadas no tanto por el deseo de investigar la historia de la antigüedad, sino por la enfermiza pretensión de descubrir la fuente del Poder Supremo con la que dominar las fuerzas que  rigen el Cosmos en su totalidad. Los descubrimientos arqueológicos y los estudios antropológicos harían posible descubrir los mecanismos, los requisitos técnicos, que se necesitaban para conseguirlo. 
Los nacionalismos más exasperados necesitaban demostrar científicamente que sus pretensiones hegemónicas sobre los otros pueblos se asentaban no sólo sobre los hechos heroicos llevados a cabo en el pasado, sino también sobre una raza mítica superior cuya existencia iban a probar los hallazgos arqueológicos.
El lugar al que con mayor entusiasmo se dirigieron no fue, como ya hemos apuntado anteriormente, Grecia, ni siquiera Egipto, sino la India.

Ello obedecía a tres razones.

- La primera, es que estaban convencidos de que era en esa zona donde se encontraban los orígenes de la raza mítica de la que creían descender y de la que esperaban volver a recuperar las fuentes del Poder.
- La segunda, era que el pensamiento indio era esencialmente  ahistórico, lo cual, aunque dificultaba su estudio, permitía afirmar prácticamente cualquier teoría porque su contrastación resultaba casi imposible.
- La tercera es que el pensamiento indio resultaba al hombre occidental tan nuevo como fascinante. De hecho, Hegel desarrolló su idea de la negación y de los momentos de ascenso al Absoluto a partir de las ideas de la religión-filosofía india, a la que había tenido acceso a través de los escritos de Coolebroke, como el mismo Hegel afirma en  el parágrafo [149] sobre Filosofía India recogida en la Filosofía Oriental en la Introducción que se encuentra en la “Lectura sobre Historia de la Filosofía”. ([149] Indische Philosophie in Orientalische Philosophie in der Einleitung der “Vorlesung über die Geschichte der Philosophie”.)

Fue así como el estudio de la Historia traspasó los simples intereses nacionalistas. Con una fuerza sorprendente,  las fuerzas románticas se precipitaron al estudio del pasado para intentar descubrir mitos y secretos olvidados que les proporcionara la fuerza del Poder Absoluto. No era simplemente el interés por el pasado nacional lo que les impulsaba sino el interés por un determinado  y olvidado pasado: el de los mundos subterráneos. Fue en la India donde se encontraron las dos formas de pensamiento que han dominado el mundo humano desde sus comienzos: el intelectual y el emocional. El ilustrado y el romántico. El de la Razón y el de la irracionalidad. La línea y el círculo. Lo abierto y lo cerrado. La libertad y la tiranía. Nietzsche y Hegel.

En efecto, como Nietzsche ya había apuntado en su “Ventajas y Perjuicio de la Historia para la vida”, la idealización del pasado no aporta ninguna ventaja a la sociedad actual. Del mismo modo, las revoluciones que intentan aniquilar radicalmente el pasado resultan igualmente nocivas. Por mucho que nos disgusten las estructuras antiguas no debemos olvidar que al fin y al cabo, procedemos de ellas. El estudio de la Historia debe llevar a una renovación positiva de la sociedad hacia delante. El círculo siempre irritó al pensador alemán. En uno de sus libros se pregunta hasta qué punto es provechoso el eterno retorno. A todos les gusta disfrutar una y otra vez de los bellos acontecimientos de su existencia, ¿pero estarían dispuestos a padecer una y otra vez  los momentos más terrible de sus vidas? Es cierto que esto no tiene mucho que ver con el “eterno retorno” del que las filosofías orientales hablan y que lo único que indica es que Nietzsche no era capaz de verse en ninguna otra existencia más que como Nietzsche. En cualquier caso hay que decir que el autor alemán nunca fue muy amigo de tales ideas. La filosofía de Hegel circular y tendente hacia el absoluto le desagradaba profundamente. Como señala en “Ventajas y Perjuicio de la Historia para la Vida” tal sistema de pensamiento enclaustraba al individuo dentro de un proceso en el que las posibilidades de acción individuales quedaban limitadas a la consecución del Absoluto y del que, por otra parte, era imposible liberarse.

Pero las intenciones de aquellos desdichados locos nacionalistas románticos traspasaban todos los límites imaginables. No sólo querían demostrar la supremacía de su nación. Ni siquiera se conformaban con buscar el ascenso hacia la unión espiritual con el Uno. De lo que se trataba era de cerrar el Círculo, pero no cualquier círculo. La tarea que se habían propuesto era cerrar el Círculo Absoluto. El fin de la Historia de los Hombres y el comienzo de la Historia de los Dioses. Locos e insensatos pero con suficientes medios materiales para intentarlo, se lanzaron a la aventura mientras los nacionalismos horadaban Europa.

Descubrir, lo que se dice “descubrir”, no descubrieron nada. Al menos, nada que no supieran ya desde hacía siglos determinadas sociedades secretas (Y por favor, ¡olvídense de los “Illuminati”!). Dichas sociedades secretas han existido no desde el tiempo de los templarios sino mucho antes. Digamos que desde el comienzo de la Historia. Y como suele suceder: han habido algunos que teniendo la receta del pastel no han sabido cocinarlo; otros, se han inventado la receta; y otros, han intentado averiguar los ingredientes que les faltaban husmeando aquí y allá. El problema es el siguiente: mientras sólo unos pocos se ocuparon de la receta del pastel, todos ellos se conocían y sabían hasta qué punto podían confiar los unos en los otros a fin de intercambiarse mutuamente información sobre determinados ingredientes. Pero a medida que crecía el número de los interesados por hacer el pastel, mayor tuvo que ser la cautela con la que actuaban. La primera medida consistió en colaborar juntos, organizando para ello las sociedades secretas.

Estas sociedades secretas cumplían dos funciones.

- La primera, que  los verdaderos poseedores de la receta conocían a los nuevos interesados sin –por así decirlo- “moverse de casa”.
- La otra, que estos nuevos interesados –que ocupaban los lugares más bajos y por tanto más accesibles de la organización- les servían como escudo protector, caso de que se produjera un ataque desde el exterior.

En definitiva: hablar de sociedades secretas resulta sumamente ingenuo. Las sociedades secretas nunca son secretas. Discretas, a lo sumo. Los verdaderos secretos los guardan hombres verdaderamente secretos, caracterizados tanto por su misantropía como por su desconfianza hacia la capacidad del resto de los mortales para llegar a sacar algo de provecho de tales conocimientos.

Créanme, nadie que hable de “sinarquía universal” está en posesión de ningún secreto de relevancia. Más bien está pidiendo a gritos que alguien se los revele a él. El desarrollo de la tecnología ha hecho posible tal deseo. Aprovechando el desarrollo que han alcanzado los medios de comunicación, las sociedades secretas han bombardeado el panorama con una cantidad masiva de información. Pero información no es saber. Ni siquiera los cursos que organizan sirven para algo distinto que no sea recaudar dinero. El saber exige esfuerzo, dedicación, constancia, disciplina y firmeza de carácter.

Encontrar un maestro suele ser de por sí tarea ardua y difícil; que además sea bueno y esté dispuesto a cedernos una parte de sus conocimientos adquiridos, casi imposible. Por lo que a la función del maestro atañe –caso de que el peregrino tenga la suerte de encontrar alguno- es la de hacer consciente al alumno de su potencia interior y de mostrarle el camino a seguir. Pero el maestro no puede hacer el camino con el iniciado. El camino místico es individual. 

Una explicación a este hecho lo ofrece una frase bíblica que afirma: “Pedid y se os dará”. No obstante, antes hay que saber qué es lo que se pide.

Cada uno de los iniciados sabe que cuanto más se pide, mayor es el grado de perfeccionamiento moral e intelectual exigido. Algunos son conscientes de que sólo pueden llegar hasta un determinado punto. Otros intentan encontrar atajos, que terminan por conducirlos a caminos sin salidas. Algunos mueren de agotamiento. Sólo unos pocos logran alcanzar el objetivo. En este sentido la utilización del término “elegido” para definir a estos pocos no hace referencia al individuo que obtiene un éxito  asegurado desde el principio, sino a la fuerza interna que un individuo posee para superar los obstáculos y concentrarse en dicha tarea. Ni siquiera el poseer esta fuerza garantiza el triunfo: es necesario que sea  usada correctamente en la dirección apropiada. El ejemplo más claro de lo que significa ser un “elegido” lo muestra la figura de Jesucristo. No sólo no buscó detentar el Poder sino que aceptó el calvario impuesto. Su carácter de “elegido” no nace de su triunfo sino de su actitud y de su mensaje de amor. De ahí que ninguna sociedad secreta que se precie – ya sean sociedades espiritualistas, políticas o científicas- haya renunciado a él. Pero es importante –fundamental- remarcar que dicho mensaje no predica el amor universal que muchos creen. El mensaje de amor de Jesús acoge al pecador arrepentido pero su reacción ante los mercaderes que venden en el templo o ante los demonios es bien distinta. El mensaje de amor de Jesús no incluye al mal. Es más, de sus actos cabe deducir que tiene bastante claro qué es el mal y qué es el bien y que ambos no son compatibles.

Es de vital importancia recordar esto, sobre todo a la hora de abarcar las nuevas teorías del amor, que consideran que el Amor es el Uno y que en él cabe el amor y el no amor; el bien y el mal. Un Amor-Uno en el que todo está permitido. Esta interpretación no sólo es errónea sino que viene dada por la mala interpretación de determinadas filosofías  y ha causado graves perjuicios a la sociedad, por cuanto fue un tipo de pensamiento que se introdujo incluso dentro de las religiones establecidas.

Por lo que al camino místico se refiere, no me cansaré de repetirlo, es siempre individual. Lo que caracteriza al camino místico la búsqueda y esa búsqueda, no me cansaré de repetirlo,  ha de ser en soledad si quiere ser realmente sincera. Si se quiere caminar en grupo, entonces nada como las religiones organizadas que, a pesar de todos sus defectos, nos libran de los falsos profetas.

Algo parecido afirma Singer en su obra “Perdido en América” (“Verloren in Amerika”). Mientras que la Religión intenta expandirse a través de las naciones, la mística es individualista y cuando deja de ser individual, la mística se transforma en religión.

 (“Verloren in America”Deutscher Taschenbuch Verlag. Deutsch 8.Auflage August 2004 ): (S.7)“Die Religion ist niemals der Besitz eines einzelnen Individuums geblieben. Sie wandte sich an eine Gruppe. Sie neigte oft dazu, sich auszubreiten und ganze Stämme und Nationen einzuschließen. (...) Mystik aber ist individualistisch. (…) Der Mystiker verließ sich nie ganz auf die Offenbarungen die anderen zuteil geworden waren, sondern suchte Gott auf seine Weise.  (S.8) Meine persönliche Definition der Religion ist Mystik, die in eine Lehre verwandelt worden ist, eine Massenerfahrung (...) In dem Augenblick, in dem der Mystiker Anhänger und Schüler bekommt, beginnt er, das Schicksal der Religion zu teilen. Im wesentlichen ist jeder Mystiker ein Zweifler. Er ist von Natur aus ein Suchender. (...) Aber da der Charakter des Mystikers bei Juden, Christen und Moslems der gleiche (S.9) ist, besteht zwischen allen Mystikern eine Verwandtschaft. (...) Es existiert nicht nur eine Ähnlichkeit zwischen den Untersuchungen der Mystiker, sondern auch zwischen ihren Ergebnissen.“

Lamentablemente muchos olvidaron Estas consideraciones. Estaban convencidos de que el camino místico sólo era un instrumento técnico. Bastaba saber cuáles eran los botones adecuados para poner todo el sistema en movimiento. Apretar un par de teclas abría las puertas al Absoluto.
Las oscuras fuerzas del Romanticismo pensaron que dichas puertas se hallaban en el antiguo mundo de los Sumerios.
La desconocida y desaparecida cultura sumeria junto con la cultura india se presentaba para el Europeo romántico y fanático más fascinante incluso que la cultura egipcia con la cual, bien a través de la cultura griega, bien a través de la cultura judía e incluso a través de los descubrimientos de los templarios a partir de las cruzadas, se había mantenido el Occidente en contacto a lo largo de su historia. Gracias al súbito interés que Europa mostraba por las civilizaciones sumeria, india y persa, los demonios que aún se encontraban dentro de la caja de Pandora habían terminado finalmente por encontrar una salida al exterior.  
c) Las diferencias entre la cultura indostánica y la egipcia... Y una bella historia. 

Para el tema que nos ocupa es de suma importancia conocer las diferencias entre la cultura indostánica y la egipcia y la importancia que ha tenido para la civilización europea haber bebido de las fuentes de esta última, en vez de la primera. Pero por favor, no olviden que no estamos en la verdadera historia sino en la historia subterránea. Nadie duda que en los profundos túneles de París tienen lugar acontecimientos sumamente interesantes pero la auténtica vida se encuentra en la superficie. Abajo, las sombras y las luces se confunden, la humedad y las ratas son compañeros incómodos y el peligro a perderse dentro de ese desconocido laberinto es continuo. El aire, el sol, el mundo del que disfrutar y al que transformar se encuentra arriba.

Hecha esta advertencia, intentaremos explicar las diferencias esenciales entre la cultura sumeria y la egipcia. Esencialmente aparece recogida en la introducción del primer tomo de la “Decadencia de Occidente”, (“Untergang des Abendlandes”)  (1920) de Oswald Spengler.

 (Pg.14-16)“Die indische Kultur deren Ideen von (brahmanischen) Nirwana der entschiedene Ausdruck einer vollkommen ahistorischen Seele ist, den es geben kann, hat nie das geringste Gefühl für das „Wann“ in irgendeinen Sinne besessen. Es gibt keine echte indische Astronomie, keine indischen Kalender, keine indische Historie also (...) Erst ein volles Jahrtausende nach Buddha, um 500 n. Chr. entstand auf  Ceylan in „Mahavansa“ etwas, das entfernt an Geschichtsschreibung erinnert. Das Weltbewußtsein des indischen Menschen war so ahistorisch angelegt, daß er nicht einmal das Phänomen des von einem Autor verfaßten Buches als zeitlich fixiertes Ereignis kannte.Statt einer organischen Reihe persönlich abgegrenzter Schriften entstand allmählich eine vage Textmasse, in die jeder hineinschrieb,was er wollte, ohne daß die Begriffe des individuellen geistigen Eigentums, der Entwicklung eines Gedankens, der geistigen Epoche eine Rolle gespielt hätten. In dieser anonymen Gestalt — der der gesamten indischen Geschichte —liegt uns die indische Philosophie vor. Mit ihr vergleiche man die durch Bücher und Personen physiognomisch aufs schärfste herausgearbeitete Philosophiegeschichte des Abendlandes. Der indische Mensch vergaß alles, der ägyptische konnte nichts vergessen. Eine indische Kunst des Porträts — der Biographie in nuce — hat es nie gegeben; die ägyptische Plastik kannte kaum ein anderes Thema. Die ägyptische Seele, eminent historisch veranlagt und mit urweltlicher Leidenschaft nach dem Unendlichen drängend, empfand die Vergangenheit und Zukunft als ihre ganze Welt und die Gegenwart, die mit dem wachen Bewußtsein identisch ist, erschien ihr lediglich als die schmale Grenze zwischen zwei unermeßlichen Fernen. Die ägyptische Kultur ist eine Inkarnation der Sorge — dem seelischen Korrelat der Ferne — der Sorge um das Künftige, wie sie sich in der Wahl von Granit und Basalt als plastischem Material,^) in den gemeißelten Urkunden, in der Ausbildung eines meisterhaften Verwaltungssystems und dem Netz von Bewässerungsanlagen ausspricht,^) und der notwendig damit verknüpften Sorge um das Vergangene. Die ägyptische Mumie ist ein Symbol höchsten Ranges. Man verewigte den Leib der Toten, wie man deren Persönlichkeit, dem „Iva", durch die oft in vielen Exemplaren ausgeführten Bildnisstatuen, an deren in einem sehr hohen Sinne aufgefaßte Ähnlichkeit sie gebunden war, ewige Dauer verlieh. Bekanntlich waren in der besten Zeit der griechischen Plastik Bildnisstatuen ausdrücklich verpönt. (...) Der Ägypter verneint die Vergänglichkeit, der antike Mensch bejaht sie durch die gesamte Formensprache seiner Kultur. Die Ägypter konservierten auch die Mumie ihrer Geschichte: die chronologischen Daten und Zahlen, Während von der vorsolonischen Geschichte der Griechen nichts überliefert ist, keine Jahreszahl, kein echter Name, kein greifbares -Ereignis — was dem uns allein bekannten Rest einen übertriebenen Akzent gibt — kennen wir aus dem 3. Jahrtausend beinahe alle Namen und Regierungszahlen der ägyptischen Könige und die späteren Ägypter kannten sie natürlich ohne Ausnahme. Als ein grauenvolles Symbol dieses Willens zur Dauer liegen noch heute die Körper der großen Pharaonen mit kenntlichen Gesichtszügen in unseren Museen. Auf der leuchtend polierten Granitspitze der Pyramide Amenemhets III. liest man noch jetzt die Worte: „Amenemhet schaut die Schönheit der Sonne* und auf der andern Seite : „Höher ist die Seele Amenemhets als die Höhe des Orion und sie verbindet sich mit der Unterwelt." Das ist Überwindung der Vergänglichkeit, der Gegenwart und unantik im höchsten Maße.

 Así pues, según Spengler, la cultura india es la cultura del olvido y la cultura egipcia, la del recuerdo. A mi modo de ver, la cultura helénica recoge rasgos de una y de otra. De la primera, como dice Spengler, hereda la falta de interés por la historia; de la segunda, aunque Spengler no se detenga a considerarlo, el deseo de encontrar una explicación racional al mundo.

Una vez establecidas las diferencias entre la cultura india y la egipcia solo nos queda contar la historia mítica que encierra la locura enfermiza de “cerrar el Círculo”. Podríamos empezar utilizando la misma fórmula que usan los cuentos: “Erase una vez que se era….” Bien pues “Erase una vez que se era un mundo extraordinariamente desarrollado en el que el conocimiento había alcanzado unos niveles sumamente especializados. Como siempre suele suceder los auténticos sabios coexistían con aquellos que sólo sabían utilizarlo. La religión tal y como la entendemos no existía. Se trataba de una ciencia religiosa o de una religión científica, como ustedes prefieran. Una especie de Física de la Metafísica y de Metafísica de la Física. En cualquier caso, una catástrofe acabó con aquella civilización. De ella surgieron dos corrientes. La una, la sumeria, redujo su interés por cualquier tipo de conocimiento histórico así como por la ciencia experimental. Sus esfuerzos se centraron sobre todo en el tema religioso y sobrenatural. Bien fuera porque aquella catástrofe hubiera dado lugar a un exceso de mutantes sanguinarios - como algunos autores aseguran- bien por un terrible deseo de recuperar las antiguas creencias religiosas, o por todo ello unido, lo cierto es que la religión sumeria se basó especialmente en la magia al mismo tiempo que se caracterizó por su dureza y crueldad.

En cualquier caso, si los sumerios y los pueblos de alrededor decidieron por un lado que la historia humana es en sí misma banal y que nada importa, no sucedió lo mismo con la Historia eterna. La historia humana carece de sentido. La Historia eterna, en cambio, en tanto que se corresponde con el Tiempo infinito, está unida a los dioses. Así pues no era la historia del individuo en un tiempo concreto lo que les interesaba, sino la historia de sus reencarnaciones. Puesto que cada principio conlleva un final, que a su vez determina un nuevo principio, la Historia eterna solo podía ser circular. Y en tanto que circular y eterna, los sucesos concretos no importaban. Hay que remarcar que el gran problema al que se tuvieron que enfrentar tales doctrinas filosófico-religiosas fue  cómo romper el Círculo eterno. No cómo unirlo. La única solución era perder la individualidad a través de un proceso “místico-mágico” que permitiera llegar al Absoluto y fundirse con él. Es decir, existían dos momentos: uno, llegar al Absoluto; el otro, la unión con Él.

La cultura egipcia, por su parte, aunque no abandonó por completo la religiosidad de la ciencia desaparecida se concentró especialmente en conservar el conocimiento perdido. Como Spengler describe, todos sus ritos –incluso los espirituales- van encaminados a un solo propósito: a mantener el recuerdo. De ahí su interés por la Historia transmitido igualmente a los otros pueblos que estuvieron en contacto con ella.

Occidente, influenciado por la religión judía, no recogió el círculo sumerio que sí –en cambio- había penetrado en el mundo heleno, sino el triángulo egipcio que representa, al mismo tiempo, la historia de la línea, del avance. El individuo tiene importancia en sí mismo y por sí mismo. Un elemento le otorga la plena autoridad de su propio destino: el libre albedrío; esto es: la libertad de elección. La Historia de Occidente es la lucha del hombre por conquistar una libertad que no le es arrebatada por los designios divinos sino por las instituciones que los otros hombres crean.

El cuento sigue. Ambos tipos de entender “el mundo” –sumerio y egipcio- permanecieron si no incomunicados,  sí indiferentes el uno al otro. Dos formas de entender la vida y el alma coexistían en el espacio y en el tiempo sin odio y sin rencor. Sus perspectivas aun siendo distintas se correspondían la una con la otra.

El saber reunido por los templarios consiguió que Europa saliera del oscurantismo científico en el que hasta entonces se hallaba. La revolución que sus descubrimientos impulsaron en la arquitectura contribuyó al desarrollo de todas las artes, impulsó el comercio y determinó el inicio de la lucha de la independencia contra el Poder del Vaticano. Pero las nuevas técnicas recibidas  llegaban muchas veces revestidas en fórmulas herméticas que no todos podían descifrar y mucho menos comprender. Al empeño de intentar conservar el monopolio del nuevo saber se sumó la dificultad de desentrañar el sentido de los textos que poseían. Con el paso del tiempo, muchos de los manuscritos originales se extraviaron  o perdieron su valor científico al ser superado por los nuevos adelantos. En cualquier caso, los legados primeros empezaron a convivir con las nuevas aportaciones que el desarrollo de la ciencia  producía. No obstante, a todos ellos les unía un elemento común: el lenguaje críptico utilizado para describir sus resultados. Este estado de hecho se mantuvo durante siglos e incentivó la constitución de sociedades secretas por las razones que ya  hemos analizado anteriormente.

d) La gran tragedia.
Sin embargo, este panorama enfermó de manera trágica cuando unos desvariados intentaron  conseguir la reconstrucción de aquella antigua civilización perdida uniendo razón y religión, de tal manera que se volviera a recuperar lo que ellos estaban seguros de que se había alcanzado: la llegada al Absoluto sin tener que fundirse necesariamente con Él y para eso necesitaban no sólo el conocimiento científico  que, debido a los adelantos que éste había experimentado estaban seguros de poseer sino el conocimiento religioso que se había quedado en la zona del norte de la India. Es decir, buscaban el conjuro mágico que les permitiera poner en acción los dispositivos adecuados para alcanzar las fuerzas Absolutas. Para expresarlo de manera simbólica: Tenían el 1 y necesitaban el 0. Una vez obtenido el 0 había que activarlo junto con el 1. Para eso necesitaban un manual de instrucciones. Las técnicas místicas resultaron ser de una ayuda inestimable. Puesto que el cerebro actúa por medio de impulsos eléctricos enormemente complejos, debía existir algún modo de dirigirlo en la dirección deseada. Parapsicología, viajes astrales y demás técnicas van todas ellas encaminadas, en realidad, a conseguir tal finalidad. A esto es a lo que algunos denominaron “cerrar el Círculo”: a la llegada al Absoluto, la aprehensión de su Fuerza – o al menos, parte de ella- para a continuación retornar al mundo terrenal con el consabido aumento de Poder. En definitiva, nuevos Prometeos con la diferencia de que sus pretensiones no iba ni va encaminada al progreso de la Humanidad sino al progreso de su propio Poder y que incluso cuando hablan de salvar a la Humanidad se ven, claro, como sus inexorables e irrevocables guías. Gracias al cielo, hasta ahora, salvo un par de “trucos” mal aprendidos, siguen todos ellos perdidos entre las sombras de un Absoluto que una y otra vez les niega su entrada y sólo convencen a unos cuantos iletrados.

Hasta aquí este precioso y divertido cuento que es necesario tomar como tal, de otro modo perdería su belleza. Es necesario, imprescindible, diría yo, que existan cuentos. No sólo benefician a la imaginación sino que además amenizan las largas tardes del invierno.

e) Huxley. Mística y drogas
Qué tiene que ver esto con Huxley y con “Contrapunto”, me preguntaran ustedes. Mucho. Muchísimo. Las investigaciones en el campo de la neurología y de la psicología, por una parte, y la crisis en la que el individuo se encontraba, por otra, fomentaron la expansión de tales delirios místicos y se infiltraron en una parte de la intelectualidad europea. Opio, hachís, THC y otros alucinógenos formaron parte habitual de sus encuentros.

Moreau, al comenzar la ceremonia, habla suavemente a los presentes: “Existen dos modos de existencia y vida otorgados al ser humano. El primero resulta en la comunicación con el mundo exterior, con el universo. El segundo es un reflejo de nuestro propio ser y se alimenta de nuestro interior. Los sueños se encuentran en la tierra media en donde la vida exterior termina y la vida interior comienza. Por medio del Hachís, tendremos acceso a esta tierra media por nuestra propia voluntad”. El Club des Hashischins duró aproximadamente 5 años, entre 1839 y 1844. Después de esto el consumo de Hachís se había ya generalizado en varios niveles de los círculos intelectuales y artísticos de Europa. Sin embargo la búsqueda de este club fue distintiva en algún modo, pues los reconocidos miembros no se limitaron a experimentar por simple experiencia lúdica con el hachís, sino que pusieron un sincero interés en develar misterios ocultos en la psique humana por medio de esta sustancia. Existen testimonios de episodios de telepatía entre Nerval y Dumas, quienes se inspiraron de estas experiencias para acontecimientos que aparecen en El Conde de Montecristo y en los Viajes al Oriente. Los miembros de este club estaban empapados en conocimientos esotéricos, y buscaban ampliar dicho conocimiento por medio de experiencias místicas inducidas por el Hachís.” See more at: http://www.drogasmexico.org/index.php?nota=10739&tipo=2#sthash.nVvFHNOs.dpuf)

 Huxley no permaneció al margen de estas experiencias y mostró desde muy joven un gran interés por las drogas. Su búsqueda se dirigía a descubrir alguna sustancia que no fuera tan peligrosa como resultaban la cocaína y el opio pero que ayudara a conseguir al individuo la posibilidad del viaje místico, del encuentro con Dios, con lo que él consideraba “el verdadero Dios” y que no tenía nada que ver con el Dios racionalizado y vulgarizado tanto por la ciencia como por las religiones establecidas.  Se trataba de superar la verdad especulativa para acoger la verdad intuitiva, de forma que la vida fuera una vida auténticamente sincera y total. Esta aspiración surge de las convicciones religiosas que Huxley expone claramente en “Contrapunto”. Por una parte, Dios existe igual que existe la música aunque haya personas que no están dotadas para la música. Por otra, Dios es el resultado total, tanto físico como espiritual de cualquier relación vital con el mundo que ha de ser recogido desde la más absoluta sinceridad y nunca desde la moda o la hipocresía puritana. Sólo el que está realmente vivo puede sentir realmente la experiencia religiosa. Si se rechaza la verdad instintiva se termina por caer en la barbarie y nos reduce a ser “casi” humanos.

“Point counter Point” (“Contrapunto”) Pg. 418) The obvious that the intellectual gets back to, if he goes far enough, isn’t of course the same as the obvious of the non-intellectuals. For their obvious is life itself and his recovered obvious is only the idea of that life.

“Point counter Point” (“Contrapunto”) Pg. 556) ‘God’s the total result, spiritual and physical, of any thought or action that makes for life, of any vital relation with the world. God’s a quality of actions and relations –a felt, experienced quality. (…) The moment you allow speculative truth to take the place of felt instinctive truth as a guide to living, you ruin everything. (…)’ ‘Music exists,’ he concluded, ‘even though you personally happen to be unmusical. You must admit its existence, absolutely, apart from your own capacity form listening and enjoying. Pg. 557) But don’t therefore pretend, when you hear Mozart, to go into raptures which you don’t feel. If you do, you become one of those idiotic music-snobs one meets at Lady Edward Tantamount’s. Unable to distinguish Bach form Wagner, but mooing with ecstasy as soon as the fiddles strike up. It’s exactly the same with God. The world’s full of ridiculous God-snobs. People who aren’t really alive, who’ve never done any vital act, who aren’t in any living relation with anything; people who haven’t the slightest personal or practical knowledge of what God is. But they moo away in churches, they coo over their prayers, they pervert and destroy their whole dismal existences by acting in accordance with the will of an arbitrarily imagined abstraction which they choose to call God. Just a pack of God-snobs. They’re as grotesque and contemptible as the music-snobs at Lady Edward’s. But nobody has the sense to say so. The God-snobs are admired for being so good and pious and Christian.”


En la sociedad de un “Mundo feliz” (“Brave New World”) Huxley introduce la droga “soma” como un mecanismo que permite olvidar las dificultades y angustias cotidianas. El autor no niega, sin embargo, que tal droga produce dependencia.

En “Un Mundo Feliz” los deltas intentan una pequeña revuelta pero la amenaza de paralizar la distribución de soma les hace cambiar de actitud. (“Brave New World” Pg.185)“Deprivation of soma –appalling thought!”)

Tampoco le es desconocido el hecho de que dicha sustancia acorta la vida. Al menos, la biológica. Cuando Linda, uno de los personajes de “Un Mundo Feliz” regresa a la civilización, lo único que hace es tomar Soma. El médico lo consiente porque aunque le reduzca el tiempo que resta por vivir cada “vacación de soma” le traslada a lo que normalmente se apela “eternidad” Si el individuo tiene alguna tarea importante que hacer no hay que permitir que lo tome – explica-  pero si no tiene ningún trabajo serio al que dedicarse....  

“Brave New World” Pg. 134

‘But aren’t you shortening her life by giving her so much?’

 ‘In one sense, yes,’ Dr. Shaw admitted. ‘But in another we’re actually lengthening it.’ The young man started, uncomprehending. ‘Soma may make you lose a few years in time,’ the doctor went on. ‘But think of the enormous, immeasurable durations it can give you out of time. Every soma-holiday is a bit of what our ancestors used to call eternity.’

(…)

‘Of course,’ Dr. Shaw went on, ‘you can’t allow people to go popping off into eternity if they’ve got any serious work to do. But as she hasn’t got any serious work…’


“Las Puertas de la Percepción”(“The doors of Perception”) es la descripción del experimento con una droga llamada “Mescalina” que Huxley, bajo vigilancia de un médico y la esposa de Huxley, llevó  a cabo consigo mismo. Los motivos que le llevaron a realizar tal prueba fueron varios. Por un lado, el deseo de averiguar por qué ciertas personas –los artistas- sienten la realidad de forma diferente a cómo la perciben el común de los mortales. Si ello se debe a una determinada predisposición de la mente, tal vez con dicha droga podría conseguirse una visualización parecida del mundo. Otro motivo era el intento de trascender la estrecha realidad -material como espiritual- que respectivamente ofrecían la ciencia y la religión.

No fue la última obra en la que se ocupó de dicho tema. Las drogas supusieron para Huxley un modo de experimentar otros mundos, de conectar con ellos y de trascender las limitaciones de éste. En definitiva, fueron su modo de transporte al Absoluto.

Y he aquí justamente donde está no sólo el error de Huxley –porque las drogas son –se miren como se miren- un error, sino también su pecado.

 El error de tomar drogas afecta especialmente al cuerpo (en el que, no hay que olvidar, habita el cerebro) consiste en el mismo error que tomar alcohol, - esto es: en la alienación de la persona que está bajo su influencia pero en un grado mayor. Las nuevas teorías sobre los beneficios del cannabis son, salvo contadas excepciones, rechazadas en Francia, país suficientemente valiente para publicar en un periódico como  Le Monde que los últimos datos muestran que su injerencia por adolescentes impide el desarrollo normal de su inteligencia aparte de causar problemas sexuales y reproductivos. (Consulten el “Le Monde” de la segunda mitad del 2012. He olvidado la fecha del artículo. Agosto o Septiembre, tal vez.)

El pecado en el que cae el autor inglés concierne al alma, entidad en la que, sin duda, creía Huxley y, por tanto, podría ser igualmente denominado “error anímico.” Descansa en la ingenua – ¿cómo denominarlo si no?- seguridad que las drogas no sólo son la puerta a otro tipo de percepción sino a otros mundos desconocidos e incluso negados para las ciencias y las religiones tradicionales.

¿Por qué es esto un pecado o  sea, un error espiritual?

Como ya he dicho antes, la Iglesia Católica, no se ha fiado, en general, gran cosa de los místicos. Si los benedictinos tenían como lema “Ora et labora”, los jesuitas hubieran muy bien podido tener el de “Ora et intriga” – esto es: reza y haz política- y los del Opus Dei “Ora y negocia”. Es decir, que la oración y la reflexión espiritual – lo que podríamos denominar “vida contemplativa”- nunca ha estado en la Iglesia Católica separada de la vida activa. Resulta significativo que dos de sus grandes místicos: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, tuvieran tiempo de  fundar una Orden Religiosa, escaparse de la cárcel (San Juan de la Cruz) y enfrentarse a mil peligros y conflictos provocados por los reyes y religiosos del mundo del más acá.

 Mucho más impactante aun es ese “Lázaro: levántate y anda” de Jesús, que enseña que una cosa es la reflexión y otra el adormecimiento de la vida en el mundo terrestre por estar “en otros mundos” que no le corresponden.

La mística, la mística auténtica y real que tanto ansía Huxley no es fácil de conseguir.

-En primer lugar, como ya hemos dicho anteriormente, incluso las acciones de un pueblo místico por excelencia como el indio van encaminadas a unirse con el Absoluto no aquí y ahora, sino en el más allá. El Absoluto es el Nirvana: el lugar en el que el individuo queda liberado del círculo. Para el hombre indio, el círculo  no representa el perfeccionamiento, sino más bien una cadena.
En la filosofía india el círculo significa la Rueda del Karma, del sufrimiento. Por consiguiente, el hombre ha de emplear todas sus energías para intentar liberarse de Ella.

- En segundo lugar, aun en el supuesto de que ello pudiera ser alcanzado desde el mundo sensible no podría ser logrado a menos que se fuera ascendiendo los escalones ordenadamente. Lo que plantea Huxley es ni más ni menos que alcanzar su objetivo de una forma rápida y eficaz. Para ello propone introducir en el cerebro una serie de sustancias (drogas) que provoquen determinadas reacciones que él no duda en denominar “místicas”, “trascendentales” y “auténticas.”
En esto precisamente consiste el pecado, o error espiritual: en saltar niveles y acelerar el ritmo de llegada; o sea, en "hacer trampas". Que es, justamente, lo que intenta Huxley por medio de las drogas.
f) Conclusión
El problema es que las visiones psicodélicas determinadas por la droga –cualquier droga- tienen mucho de locos. No es sólo que destruyan el cuerpo –fundamentalmente el cerebro- y que despojen a un hombre de lo único que realmente es suyo -esto es:  del sentimiento de estar viviendo su vida intransferible e irrepetible- , es que, además, las visiones que ofrecen no tienen nada de místico.  
La mística, el camino místico, exige un esfuerzo para el que muy pocos están capacitados. Si pese a todo, están determinados a iniciar el largo y difícil proceso, les recomendaría que empezaran por estudiar matemáticas, física y química sin olvidar los Principios Generales que los rigen. Más tarde, si todavía tienen tiempo, podrían introducirse en el estudio de la Metafísica tanto occidental y oriental. Y finalmente, les invitaría a reflexionar sobre la finalidad de tanto esfuerzo. La pregunta por el Fin nunca ha de hacerse al principio. Al principio lo verdaderamente importante es el estudio del mundo real y de los principios generales que lo gobiernan. Es al final  cuando la pregunta por el Fin se hace necesaria. Este punto es importante. Muchos empiezan cuestionando el fin y al no encontrar una respuesta porque ni siquiera conocen los principios, terminan antes de haber empezado. Al principio, es importante estudiar por el estudio mismo. Eso evita grandes frustraciones. El estudiante ha de conformarse con el placer que reporta lo aprendido en vez de esperar beneficios futuros. Es importante que se divierta estudiando. Cuando el estudiante haya estudiado suficientemente es cuando tienen que preguntarse por el fin. Quizás entonces los aprendices de místico no sepan responder a dónde quieren ir, quizás ni siquiera puedan contestar por qué empezaron su estudio pero sabran apreciar el conocimiento adquirido. A lo mejor saben qué es lo que realmente les interesa y los pasos a seguir para conseguirlo. A lo peor terminan como Fausto, quién sabe. Si se trata de purificar o incluso deificar su alma a través de su conexión con el Absoluto, lo más aconsejable es que ingresen rápidamente en un convento si no quieren terminar víctimas de las drogas o de las sectas. Si el Fin que han vislumbrado es ayudar a la Humanidad, no estaría de más que primero colaboraran con alguna asociación de su barrio.

Aunque mis palabras suenen graciosas, no intento serlo. La moda de lo místico es una de las puertas más amplias para los instintos irracionales y una de las que más rápidamente conduce al ocaso de una sociedad. No dudo de que el mundo dionisiaco es atrayente, pero sólo desde lejos. Igual que los osos polares, los leones y los tigres. Por cada uno que es capaz de sobrevivir entre ellos, hay cientos de hombres que no lo consiguen.

La preocupación por determinados temas es normal. Somos contingentes y tendemos a la eternidad, somos imperfectos y ansiamos la perfección, somos minúsculos y tendemos a la inmensidad… Pero estamos en este Mundo siendo como somos. El doping en deporte ofrece, ciertamente, mejores resultados pero no mejores deportistas, que es de lo que –en definitiva se trata.

 En cualquier caso, créanme estoy contenta de haber terminado con este tema. No saben la cantidad de dolores de cabeza que me ha producido. Hay un historiador escocés llamado James Webb que también se dedicó a escribir sobre este tema: sobre la influencia de la irracionalidad en la sociedad del siglo XIX y XX. Sus obras fundamentales fueron, según muestra Wikipedia:


  • Flight from Reason (1971) MacDonald & Co., London ISBN 0-356-03634-0
  • The Occult Establishment: The Dawn of the New Age and The Occult Establishment (1976) Open Court Publishing. ISBN 0-87548-434-4
  • The Harmonious Circle: The Lives and Work of G. I. Gurdjieff

Que tales temas provocan un terrible dolor de cabeza lo pone de manifiesto el hecho de que después de una supuesta unión con el Absoluto, en la que vislumbró todas sus reencarnaciones, terminara volándose los sesos.

Es un mal chiste.

Lo sé.

Pero no es un chiste.

No es extraño que pese al inicial escepticismo con el que abordó tales investigaciones, Webb terminara mostrando estados que la medicina real describe como esquizofrénicos, paranoicos o alucinatorios y que, curiosamente, también  el consumo de drogas produce. En tales incursiones místico-meditativas,  el cerebro sufre una serie de alteraciones a las que no puede hacer frente justamente por su naturaleza humana.

He de hacer una última observación. En la actualidad, estos aprendices de Narcisos-Prometeos han decidido enfrentarse, basándose en dichas transformaciones mentales,  a un nuevo experimento que consiste en la idea de la “Conciencia Universal”. A qué otra cosa si no podía conducir la teoría del Todo en Uno y el Uno en Todo más que a una estructura monolítica de conciencias divinas. Es decir, a un unitono: Om. Om. Om. Om. Om. (Por poner un ejemplo conocido) (Pueden ser otros)

Este Unitono arrastra al sujeto a una especie de trance. En ese trance, la conciencia del individuo se une a las otras conciencias, que en ese mismo instante también se encuentran en estado de trance.

Esto no es difícil de conseguir puesto que todas esas conciencias están – por decirlo de modo gráfico- en la misma onda y en la misma sintonía. Ello potencia la capacidad de emisión y de recepción de esa conciencia colectiva. Cada uno de ellos quiere alcanzar el Absoluto, pero sólo pueden alcanzarlo cuando Todo es Uno y ese Uno es Todo.



Esta concepción se contrapone radicalmente a la que durante siglos han mantenido los más brillantes pensadores: la de la "Armonía Universal". Este concepto hace referencia al esfuerzo que hacen diferentes voces e instrumentos utilizando diferentes tonos y ritmos, de modo que sea posible alcanzar la consonancia y concordancia de todas esas voces instrumentales - esto es: la Armonía - que sin dejar de ser cada una de ellas diferente a la otra, son capaces, sin embargo, de acoplarse bella y placenteramente las unas a las otras.  A nivel universal, esto  haría referencia a la comunicación armoniona de  los distintos cuerpos celestes que pese a sus variadas vibraciones se mantienen unidos sin tener que sacrificar sus características intrínsecas. Mejor aún:  habiendo de aceptarlas como elementos constitutivos y necesarios. Sin esa pluralidad de tonos y ritmos no podría existir la Armonía Universal. Es por eso por lo que una orquesta se enriquece a medida que aumenta el número de instrumentos y voces que participan en ella.

 Justamente a ello hace referencia el término  “Concierto”. Un “Concierto” es el lugar y el momento (espacio/tiempo) en el que esas voces se conciertan sin dejar de ser ellas mismas; esto es: sin abandonar su individualidad.


En cambio, el concepto de “Conciencia Universal” obliga a la conexión “mono tonal” de cada uno de esos individuos. Se trata de incrementar la energía mental a través de la suma de las conciencias de los  "todos-unos - unos-todos". La individualidad no es lo importante. La unión de los distintos no es lo importante. La armonía de lo plural no es lo importante. Lo importante es la conexión con el Absoluto a fin de “atrapar” la fuerza del Absoluto.
No pierdan cuidado: no lo van a conseguir. 
De sobras es conocida la anarquía que desde siempre ha caracterizado al mundo de los dioses.
Hasta la semana que viene.


Isabel Viñado-Gascón.


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